ILLICIT AFFAIR ━━ ❛ Saera Velaryon hija primogénita de la princesa Rhaenyra Targaryen y sir Laenor Velaryon.
En boca de muchos desde que nació, algunos la llamaban bastarda y otros la viva imagen de su abuela Rhaenys Targaryen.
Mientras que su que...
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SAERA
Los días pasaban con rapidez, desde que volvió a estar en pie con evidente buena salud tuvo que retomar sus labores diarias, sumándole el hecho de que su familia también estaba allí. Lo que era completamente estresante, no por sus hermanos porque los extraño tanto, pero no podía decir lo mismo de su tío lejano de Essos. Daemon Targaryen la miraba de una manera como si esperaba una obediencia, como si creyera que podía actuar como su padre. Definitivamente era una piedra en el zapato que no podía quitarse, menos al ver cuanto el rey adoraba tener a su hermano menor en la capital con él.
¿Qué tenía ese vil príncipe canalla para tener a todos entre sus manos?
Su madre parecía tan enamorada, nunca la vio de esa forma con su padre o con sir Harwin Strong. Lo que le hervía la sangre de la rabia, habría preferido mil veces al capa dorada como el nuevo esposo, porque ahora que era más grande podía entender que Laenor estaba de acuerdo con ese arreglo. Sin embargo, esa información que llego a ella por parte de lord Larys seguía rondando en su cabeza, con respecto a que la muerte de su padre fue premeditada por Daemon y Rhaenyra.
A pesar de ello, en el fondo de su corazón solo quería creer que el único culpable era ese que se pavonea por los pasillos como si su rostro les dijera a todos que era el próximo consorte de la reina y que estaba dispuesto a utilizar ese poder apenas estuviera disponible. Lo que era inaceptable, dado que, su padre debió ser quien portara ese título y la viera a ella ascender al trono en el futuro. La vida era una maldita injusticia.
Para su sorpresa, la única persona que estaba de acuerdo con ella en voz alta era su futura suegra, la reina consorte Alicent. De alguna forma encontró el apoyo que necesitaba mientras bebían el té y hablaban con respecto a sus preocupaciones sobre el Reino. Debe admitir que al comienzo fue algo confuso de descubrir esta nueva personalidad que portaba con ella, pero mediante pasaron los días fue agradable. Al parecer, su experiencia cercana a la muerte había sido suficiente para despertar un sentimiento diferente a la indiferencia e intolerancia disimulada con la que la veía antes.
