CAPÍTULO I | Serendipia

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[ SERENDIPIA: 𝘋𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘨𝘳𝘢𝘯 𝘷𝘢𝘭𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘥𝘶𝘤𝘦 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘢𝘭 𝘰 𝘤𝘢𝘴𝘶𝘢𝘭 ]

Mi vida en Madrid es muy diferente a lo que era mi vida en Zaragoza. Llevo seis meses aquí y sigo sin acostumbrarme a este nuevo ritmo de vida, daría mucho por volver a despertar cada mañana con el sonido de la cafetera de mi madre y no con el molesto ruido de las calles de Gran Vía inundando cada rincón de mi minúscula habitación.

No fue fácil separarme de mi madre y menos tras la detención y encarcelamiento de mi padre, soy consciente de que ella es una luchadora pero siempre viene a mi mente el mismo pensamiento: no estoy ahí para darle un abrazo cada vez que ella lo necesita.

Venir a Madrid era necesario, las oportunidades para desarrollarme como artista es algo que no podría conseguir en Zaragoza y por eso estoy aquí, dando vueltas a las siete de la mañana en este colchón incomodísimo con el que me tengo que conformar porque esta habitación es la mejor oferta que encontré.

Al fin decido levantarme de la cama, mientras me froto los ojos con mucho cansancio subo la persiana de mi habitación y abro la ventana para respirar un poco del aire exterior. El frescor empieza a entrar por toda la habitación y decido vestirme con el uniforme de trabajo, atarme el pelo con una coleta y maquillarme un poco antes de salir a desayunar.

Una vez preparada salgo a la cocina para preparar mi desayuno, allí me encuentro con mi compañera de piso, Salma.

- Uy buenos días, que animada te veo.- dice irónicamente mientras me mira con una media sonrisa.

Salma siempre sabía con que humor me levantaba cada mañana, para mi ella ha sido uno de los mejores descubrimientos desde que me mudé aquí, fue una suerte coincidir con ella como compañera de piso y es una de las razones por las que no he decidido irme de aqui.

- Buenos días, estoy agotada tia, no he pegado ojo en toda la noche.- le contesto mientras voy directa a darle un abrazo de buenos días.

- Toma mi tostada, ahora me hago yo otra que sé que tienes el tiempo justo para llegar a la cafetería.

- Gracias bebé- digo mientras le doy un beso en la mejilla en forma de agradecimiento.- Yo me voy a ir yendo que Omar se enfadará conmigo, me comeré la tostada por el camino, nos vemos a la noche no?

- Sí, a las 23.30 en The Academy- me recuerda- que vaya bien la mañanita.

- Adiós- me despido de Salma dando sin querer un portazo que probablemente despertó a Suzete, mi otra compañera de piso con la que no me llevo especialmente bien.

La convivencia entre nosotras es delicada desde hace unos tres meses atrás cuando se enteró de mi desliz con su hermano Omar. Él es el jefe de la cafetería donde actualmente trabajo por las mañanas gracias al puesto que ella misma me consiguió, es por ello que siempre estaré agradecida con ella a pesar de que por esa tontería quisiera cambiar su actitud conmigo. Muchos fines de semana me dedico a cantar en diferentes bares de la ciudad, pero de momento hacer uno o dos bolos semanales no es suficiente y debo compaginar ambos trabajos.

Tras dos transbordos en el metro logro llegar a la cafetería y allí me encuentro con Omar y con Bea, la otra chica que junto a mí sirve cafés y magdalenas en este sitio. Saludo a ambos y empiezo mi turno con total normalidad.

- No sé si te lo he dicho alguna vez, pero la coleta te sienta fenomenal- me susurra Omar mientras preparo un expresso para la mesa 3.

- Pues sí, no es la primera vez que me lo dices - contesto con una risa falsa e incómoda.

CATARSIS | LunaiWhere stories live. Discover now