14- Sólo queda reír

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Era la primera vez que Mike se encontraba en un sitio como ese, pero el personal a cargo del lugar fue amable y Nanaba se sentó a esperar. En ese preciso instante, Mike asistía a terapia a raíz de la sugerencia del médico que lo atendió, después de sufrir una crisis de pánico.

La consulta con la psicóloga inició sin gran intercambio verbal de su parte. Mike aún se encontraba a la defensiva, a pesar de que respondió en breves palabras todo lo que se le preguntó.

La psicóloga quiso conocer la razón para venir a su consulta y Mike parecía no tener una respuesta concreta. Él personalmente, no creía tener un problema y estaba ahí sólo porque Nanaba se lo pidió.

Hurgar en el pasado, no era algo que le agradara a Mike a pesar de que esa mujer tenía evidente interés por sumergirse en aquellos pasajes ocultos de su vida. Aunque pronto confesó que no se sentía cómodo estando en la consulta y que no entendía en qué podría serle útil ir a terapia.

Era consciente que hace algunos días atrás sufrió una crisis, pero en aquellos tiempos donde la vida acelerada y el estrés predominaban mayoritariamente en la vida de un adulto común, a su parecer, era algo que podría ocurrirle a cualquiera.

Tras una larga e incómoda sesión de una hora completa, Mike salió de la consulta con el mismo prejuicio que tenía de los psicólogos. Ilse Langnar era amable, pero ni toda su carisma conseguiría hacerlo hablar. Aunque en medio de la sesión y las preguntas, Ilse le mencionó que su sonrisa al referirse a su crisis de pánico, podía interpretarse como un mecanismo de defensa ante una situación traumática.




***




Más tarde, Mike iba de regreso a casa con Nanaba en silencio, quién pensaba que quizás no era buena idea continuar con las sesiones. Después de todo, Mike por esos días gozaba de buen semblante. Si hubiera algo malo con su marido, ella sería la primera en enterarse, pero Nanaba, no podía estar más equivocada ante sus ideas.

Luego de conducir por la ciudad, finalmente llegaron a casa y tras bajar del auto, algo inquietó a Mike al ver a esa mujer sosteniendo a su hijo menor en sus brazos en compañía de la niñera.

—¿Qué haces aquí? —fue la pregunta de Mike.

—Quería conocer a mi nieto.

Nanaba sostuvo a Mike de la manga de su camisa, pero Mike con pasos apresurados se acercó a la mujer que se hacía llamar madre y le quitó al bebé de los brazos.

—Lárgate de mi casa y no vuelvas nunca más a visitar a mi familia. Nanaba, entra a casa con el bebé y no permitas que los niños se acerquen a la puerta.

Mike se aseguró que Nanaba y la niñera estuvieran dentro de casa, para continuar.

—No puedes negarme el ver a mis nietos.

—Quiero y puedo. Te prohíbo que te acerques a mis hijos.

—¿Qué es lo que tengo que hacer para que dejes de odiarme tanto?

—El día que decidiste irte con tu amante y nos dejaste a mí y a mi padre, dejaste de existir para mí. Lo mejor que podrías hacer, es morirte de una vez. Ver tu rostro, me produce asco.

La mujer levantó la mano con intenciones de abofetearlo, pero Mike sostuvo su antebrazo en el aire con la fuerza suficiente como para triturar sus huesos.

Secretos en el paraíso [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora