GUERRA DE 3 BANDOS

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YŪJI POV

Al llegar a casa, en medio de aquel silencio y soledad, me di prisa para encerrarme en mi lado del pent-house. Luego de asegurarme que todo esta bien cerrado y seguro, dejo el saco de Satoru en el sofá y de inmediato comienzo a batallar con el broche de la gargantilla, siento que quema mi piel y lo único que quiero es deshacerme de ella. Mis dedos temblorosos no son de mucha ayuda. Un rato más tarde escucho finalmente el clic que ansío, y cuando por fin me siento libre de esa atadura, dejo aquella joya sobre la mesa de centro de mi sala de estar, sin más me dirijo al baño para darme una ducha y relajarme.

Aunque no pueda verlos, puedo oler al menos a cinco personas fuera de mi habitación, al ser sus aromas tan sutiles, estoy seguro de que se trata de betas, pues los alfas por muy hábiles que sean tienen rotundamente prohibido acercarse a mi por orden de Satoru, por lo que los betas se quedan conmigo. Sin embargo, aun soy de la opinión de que no necesito un guardaespaldas, ya que odio sentirme observado y perseguido, pero, solo por hoy creo poder tolerarlo.

Al llegar a mi habitación, me deshago rápidamente de mi ropa que aún conserva el aroma de Satoru lo que me hace gruñir un poco. - Estoy demente. - grito en el cuarto de baño.

- Tengo que dejar de usar ese estúpido color. - bufo como si el simple hecho de usar ese color haya causado todo este alboroto.

Entro a la ducha y abro el grifo, dejando que el agua tibia cumpla su función de relajarme. Apoyo mis manos en la pared, y dejo que aquella cálida sensación invada mi cuerpo, el agua tiene una temperatura más que perfecta y la suave forma en la que cae es como un masaje para mi piel.

- ¿Qué demonios está mal conmigo? - me pregunto mientras contemplo como el agua resbala por la cerámica.

Satoru es malo.

Prohibido.

Él es caos puro.

Poder.

Y es el mismísimo demonio reencarnado.

Pero más importante, él es todo por lo que dejé mi hogar, mi vida. Él fue la razón por la que decidí abandonar aquella cómoda y despreocupada rutina de niño sobreprotegido, temía volverme el adorno bonito de un alfa. ¿Pero acaso no me he convertido en eso?

Y aún así, sigo aquí, jugando con fuego, pero ¿por qué?

¿Buen sexo?

¿La emoción?

¿Un reto?

Sé que ninguno de esos términos es el más adecuado.

¿Qué tal si lo que hay entre Satoru y yo va más allá de esos límites? Aún peor, es algo que no puedo poner en palabras porque no pienso caer en esta tontería.

No puedo estar con Satoru. Y estoy seguro que por ningún motivo o bajo ninguna circunstancia me casaré con él.

Suspiro y mientras el agua tibia sigue cayendo, llevo ambas manos a mi pecho. El baño esta lleno de vapor, de igual forma se ha impregnado con mi aroma y parte del de Satoru, que sigue en mi cuerpo. Una parte de mi desea borrar ese último a como dé lugar.

Y aunque quiero evitarlo, mi mente sigue recordando los momentos antes de todo el alboroto. La forma en la que Satoru parecía disfrutar mi contacto. La manera en la que me hizo sentir, el calor de su cuerpo, pero sobre todo la forma en la que me llenaba con cada embestida.

Un suave latido me sacude cuando una de mis manos se dirige hacia el lugar donde exige su toque una vez más. Me maldigo y retiro mi mano de mi entrada.

Mierda. Estoy perdiendo la cabeza.

Abro la llave del agua fría y dejo que esta se lleve el calor de mi cuerpo, es exactamente lo que necesito para dejar de pensar en estta locura.

VOTOS MORTALESHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin