-cap. doce

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Gavi y Julieta habían tomado la costumbre de merendar, siempre que podían, en la cafetería de esta última cuando cerraba y podían estar los dos tranquilos.

Y era la parte del día que Gavi siempre esperaba.

Sea cual sea la hora que salía de entrenar, él se subía a su auto y manejaba hacia la cafetería de su amiga, siendo recibido por el tan característico aroma del café.

Ese día, Xavi había tenido un poco de compasión y dejó que los jugadores se fueran una hora antes. Gavi fue uno de los primeros en meterse en la duchas, para sacarse el sudor que había juntado en el entrenamiento, y uno de los primeros en irse de Ciudad Deportiva.

Como siempre, manejo hacia el shopping, estacionó su auto, camino hacia la cafetería y entró en esta siendo recibido por una Julieta que iba de un lado a otro como loca.

Últimamente a la chica le venían haciendo bastante pedidos, y no eran pedidos chicos. En esta ocasión, tenía que hacer alrededor de cinco docenas de galletitas, cinco docenas de cupcakes de chocolate y vainilla más tres tortas de distintos sabores y rellenos. La pobre ya no daba abasto, pero siempre mantenía una sonrisa en su cara ya que estaba haciendo que lo que más amaba.

— ¿Ha pasado un terremoto por aquí o como? — Gavi preguntó cuando hizo un escaneo al lugar y le sorprendió verlo, por primera vez, bastante desordenado.

— Estoy terminando de preparar un pedido que van a venir a buscar en treinta minutos, y tengo que comenzar a preparar otro para pasado mañana — Julieta le respondió mientras seguía acomodando todos en sus correspondientes cajas —. Y para la semana que viene me pidieron que haga una torta de cumpleaños que tenga la forma de un escudo de fútbol, adivina de que equipo.

— ¿Del Barça? — Gavi preguntó con una sonrisa.

— Del Real Madrid — eso hizo que la sonrisa de Gavi desapareciera.

— Asco de escudo y club — el palaciego murmuro haciendo que su amiga soltara una risita.

— Ya terminó con esto y podemos merendar — le aviso después de unos minutos.

— Tranquila, Juli — Gavi la tomó por los hombros haciendo que sus miradas se cruzaran —. Respira un poco, estás haciendo todo bien y los clientes van a quedarse más que satisfechos.

Julieta sintió con la cabeza —. Si, tenés razón — dijo relajando un poco los hombros que los tenía bastante tensos.

— Eso es — Gavi dejó un beso en su frente —. Ahora venga, deja que te ayude.

Así, Julieta le fue explicando a Gavi cómo debía armar las cajas y que iba en cada una, mientras él la escuchaba atentamente. Y, entre alguna que otra broma por parte del palaciego, los dos terminaron en menos de quince minutos haciendo que Julieta respire tranquila. 

Se dejó caer en una de las sillas y soltó un suspiro de alivio y cansancio. Gavi se sentó al lado de ella y la miró con una sonrisa de labios cerrados.

— Pues, ya está — dijo mientras miraba las cajas ya listas para irse.

— Gracias — la peli negra lo miro con una sonrisa —. Unai por lo general me ayuda cuando hay muchos pedidos, pero se fue de viaje con sus amigos.

— ¿Y Mateo?

— No he hablado con él — negó con la cabeza —. Aparte, siempre dice que tiene algo más importante que hacer cada vez que le pedía ayuda.

— Es un completo gilipollas — el palaciego afirmó.

— Ni que me lo digas.

— ¿Que le has visto? — Gavi le preguntó con el ceño fruncido.

𝐈𝐍𝐕𝐈𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄 𝐒𝐓𝐑𝐈𝐍𝐆 | Pablo GaviWhere stories live. Discover now