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Después de algunos días, Wu Mao seguía pensando en lo que pasó. Se sentía impotente de no poder recordar nada, sus única fuente eran las palabras de Jiwon y Dong-Gyun, quienes afirmaban que todos estaban bajo efectos del alcohol.
Mao estaba en su apartamento una vez más, trabajando en su computadora e un proyecto que tenía que entregar para tener su calificación final del semestre.
Aunque era un proyecto importante, Mao no podía sacar de su cabeza las miradas de Jiwon y Dong-Gyun en ese momento. Mao no podía evitar sentir ese nudo familiar en su estómago, cómo si algo estuviera mal.
–Jiwon y Dong-Gyun son tan... buenos. Han sido tan buenos conmigo, ¿por qué sería diferente? Solo estoy sobrepensando– Murmuró Mao mientras frotaba su cien, su cabeza dolía y no había comido casi nada desde que eso pasó.
La sensación de que algo estaba mal seguía presente en su mente y no podía encontrar la manera de sacarlo de su cabeza.
Mao quería confiar en que Jiwon y Dong-Gyun le estaban diciendo la verdad, que todo había sido un error gracias al alcohol, que todo estaba bien, que en verdad eran sus amigos...
Pero mientras más trataba de convencerse a sí mismo, más dudaba.
Un sonido familiar se hizo presente una vez más, la voz de Seong-Su, quién una vez más había llegado a la casa de Mao. Era Viernes, y cómo todos los Viernes, Seong-Su pasaba más tiempo con Mao en su apartamento.
–Buenas tardes, Mao– Saludó Seong-Su mientras se acercaba a él con una sonrisa.
–¿Adivina qué? Pasé por esa pastelería que te gusta y aproveché a comprar el cupcake de arándanos que amas! Era el último que quedaba y me pelee con un niño para ganarlo– Dijo Seong-Su mientras ponía frente a Mao el empaque bien decorado en el que venía el pastel.
–Susu, muchas gracias. No tenías que hacerlo, no es mi cumpleaños– Dijo Mao, seguido de una risita. Mao sacó la tapa del empaque con delicadeza y de inmediato vio la gran derramada de cupcake de arándanos, cubierto de crema suave y trozos de chocolate y nuez.
A Mao le encantaba ese postre, era cómo una explosión en su boca, el bizcocho era suave cómo un algodón y la crema era fresca y deliciosa.
–¡Pero es un día especial!– Dijo Seong-Su con una sonrisa, mientras veía a Mao prepararse para degustar el cupcake.
–¿Especial? ¿Por qué?– Preguntó Mao, ladeando la cabeza con curiosidad. Mao tomó un pequeño cuchillo y cortó el cupcake a la mitad, mitad que le dió a Seong-Su.
–Por que todos los días son especiales cuando estoy contigo– Respondió Seong-Su con una sonrisa, tomando la mitad del cupcake que Mao le había entregado.
Esas palabras hicieron que Mao se detuviera en seco. Sus preocupaciones se iban cuando estaba con él. Mao sonrió suavemente y dejó el cupcake a un lado, se acercó a Seong-Su y lo abrazó.
