CAPÍTULO 31 - MI AMIGO EL CORNUDO (GAY)

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Terminé de acomodar todas las cosas del comedor. Lo preparé todo y me fui a cocinar, hoy tenía invitados. 

Llevaba mucho tiempo sin ver a Álex y Gina. Se fueron a vivir juntos hará cosa de un año más o menos. Desde entonces los encuentros eran más esporádicos y cortos. No quiero decir que no nos veíamos nunca, pero sí que se redujeron en cantidad las veces que nos encontrábamos. 

Por eso quería dejarlo todo perfecto, tenía que ser el día ideal. Llegaron puntuales y cuando pasaron nos fundimos en un abrazo que contenía todo el anhelo que llevábamos dentro por volvernos a ver. Para mí, Álex es como un hermano pequeño, nos criamos juntos en mi pueblo. Gina llegó cuando teníamos 16 años y hasta entonces, no me podía creer lo guapos que estaban los dos juntos, hacían tan buena pareja. 

Nos sentamos en el comedor mientras que la comida se terminaba de hacer. Nos pusimos al día con un par de temas triviales y finalmente la olla a presión me indicó que ya tenía que ir a servir los platos. 

En la mesa seguimos conversando de más cosas, pero notaba a Álex raro, me miraba de una manera extraña y estaba muy... extraño. No se me ocurre otra palabra para describirle. No parecía él en absoluto.

La conversación la íbamos guiando Gina y yo, porque visto el panorama no creía que Álex fuera capaz de decir dos palabras coherentes seguidas. Estaba muy rojo y cuando nuestras miradas se cruzaban, él hacía todo lo posible por evitarla.

-Álex, ¿estás bien? - preguntó Gina. 

Separó rápidamente su mirada de mi y la dirigió a ella, que le miraba con una curiosidad preocupada. 

-Sí... sí... estoy bien, simplemente que hoy no he dormido mucho y me quedo empanado a ratos.

Se hizo el silencio en la mesa y la incomodidad invadió el ambiente.

-Tengo que ir al baño, ahora vuelvo - dijo la novia de mi amigo.

Se levantó y sin escrúpulos se fue al baño y nos dejó solos.

-Ya estás largando, tú no estás bien - le solté a mi amigo.

-Joder David, no es nada.

-Sí que es algo, encima ese algo te está amargando la comida, a ti y a todos.

-No lo entenderías, no lo entiendo ni yo.

-Bueno, cuéntamelo y a lo mejor lo entendemos juntos. 

Se quedó pensativo mirando fijamente a su plato, jugando con la sopa haciendo movimientos con la cuchara.

-Es que últimamente, estoy algo confuso...

-¿Confuso en qué sentido?

-En el que no sé lo que quiero exactamente.

-¿A qué te refieres?

Otro silencio más, mirando al plato como si de un tesoro se tratase. 

-Creo que... me gustan los hombres.

Sinceramente no me pilló por sorpresa, es algo que todo el grupo de amigos sabíamos, pero que no estaba corroborado. Pero aún así, me quedó esa sensación de asimilar lo que estaba pasando. 

-¿Hace cuanto que lo piensas? - le pregunté.

-No sé, hará cosa de algunos meses. 

-¿Cómo te diste cuenta?

-Pues... - justo apareció Gina por la puerta - Está rico esto, ¿te lo hace la máquina?

Intenté volver a la conversación de la manera más natural posible. 

101 Microrelatos EróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora