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Siempre fui conocida como la "débil", la "tonta". Una vergüenza para mí familia. La causa perdida. La manzana podrida que aislaban de las demás para no contaminarlas.

En mí familia no había lugar para blandos. Todos debíamos ser fuertes y velar por nuestros propios intereses, sin importar a qué o quién nos lleváramos por delante.

Por más que lo intentará, nunca llegué a ser igual que ellos. Y eso los decepcionaba.

Al final dejaron de insistir en corromperme. Simplemente me dejaron en el olvido, como quien abandona una taza o un vaso que no sirve.

Hasta yo misma llegué a pensar que era defectuosa. Pero él me convenció de lo contrario. Sus palabras de aliento me motivaban a resistir un día más.

Me prometió que me daría hasta su vida. Pero un día sin siquiera avisar se marchó para jamás volver.

Me elevó para luego dejarme caer sin compasión. Sin embargo, fui astuta, aprendí a volar antes de caer al suelo. Lo único que agradezco de su partida es que ahora ya no dudó de mí, me acepté como soy y no me importa lo que piensen de mí.

Prefiero ser mi propia antorcha en medio de la oscuridad, a esperar que alguien se apiade de mí y me rescate por lastima.

Al sentir que ya no lo necesitaba, quiso castigarme por mí olvidó. Trató de enloquecerme, aunque lucho día a día y veces siento que perderé. No me rendiré, batallaré y venceré.

Aunque sea lo último que haga.


Laberinto de mentiras || Amores sempiternosWhere stories live. Discover now