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Cuando Alisha finalmente pudo traer a Willow a Los Angeles la dinámica en el hogar cambió radicalmente. Taylor le había instalado una casa en el patio pero luego el comenzó a morder todas las flores por lo que tuvieron que dejarlo dentro, pero luego Meredith lo arañó, por lo que tuvieron que regresarlo al patio.

Fue devastador para Keller ver todo su trabajo —es decir, el hermoso jardín que había creado—, see aniquilado por su mejor amigo. Aún así, lo amaba demasiado como para estar molesta. Taylor, por otro lado, sentía que a Willow le gustaba poner a prueba su paciencia.

Lo que eventualmente la hizo explotar. Ocurrió un miércoles, mientras Alisha estaba en el set de grabación preparándose para las escenas finales. Ella se había quedado en casa, trabajando en su próximo proyecto y tratando de relajarse.

Luego, cuando por accidente dejó la puerta trasera abierta, Willow entró y ensució todo el piso. Swift sintió como su respiración se volvía pesada mientras observaba el lodo cubrir el piso —que le había llevado más de una hora limpiar.

Y ahora, mirándolo en retrospectiva, tal vez no era una buena razón para discutir. Y lo cierto es que ninguna sabía cómo manejarlo ya que era oficialmente su primera pelea como pareja.

—¡No puedes amarrarlo! —le reprochó Alisha. Había llegado a casa hace media hora y, desde entonces, no había parado de gritar. Ya le dolía la garganta.

—¡Necesita una lección, Alisha, por Dios! —reprochó la rubia en respuesta. Su voz sonaba ronca y sus ojos lucían cansados.

—¿Pero cuando Olivia rasguña mis libros no puedo decir nada, verdad?

—Oh, Dios mío —murmuró Swift. Su rostro estaba rojo, y una parte de ella quería ceder, pero también quería que Alisha fuese quien cediera primero.

—¡Es un perro de casa! —gritó de vuelta. Taylor dió un paso adelante, una vena resaltaba de su cuello y si el escenario fuese diferente Alisha habría encontrado ese detalle como algo atractivo.

Pero luego, cuando la rubia abrió la boca, todo su encanto desapareció.

—No decías eso cuando lo tenías encerrado en un departamento.

Alisha no respondió. Taylor deseó que le gritara, que la empujara, que hiciera algo, pero no. Kellen se dió media vuelta y minutos después el sonido de un portazo llenó el vacío.

Era obvio que toda esa discusión era algo estúpido, pero Alisha había tenido un día agotador y al entrar a su casa lo único que deseaba era poder dejar todo de lado, como de costumbre. En cambio, fue recibida con Taylor reclamando cosas sin sentido.

«Tu perro nunca obedece», «te dije que no dejaras tus zapatos ahí», «ahora toda la sala está sucia», y más. Sentía sus ojos pesados, los hombros decaídos y su espalda como una roca. Sabía que últimamente no aportaba mucho en casa, pero no es como que tuviese mucho tiempo libre. Lo único que hacía era trabajar —si no estaba en el set, estaba en sesiones de fotos o en entrevistas—, y a ambas les estaba pasando factura la falta de comunicación.

Después de la discusión las cosas estuvieron un poco extrañas. Durmieron en la misma cama, a la mañana siguiente desayunaron en la misma mesa; básicamente todo siguió como si nada. Había tensión en el aire, pero fue como si
las dos estuviesen aterradas de tocar el tema.

Luego, Alisha le pidió que la acompañara a un evento. Sirvió para que ambas se relajaran, y de camino las cosas se sentían totalmente normal, lo cual fue un alivio.

Eso hasta que notaron que las habían sentado en mesas separadas.

—¿Qué demonio les pasa a los organizadores? —Taylor gruñó por lo bajo. Estaban en el centro del lugar tratando de averiguar qué hacer a continuación.

Delicate || T. STahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon