Capítulo XIII

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Cuando la reina Alyssa cruzó el umbral de las sombrías mazmorras, el eco de sus pasos resonó en las paredes de piedra húmeda. Cada paso parecía cargar con el peso de una década de separación, mientras su corazón latía con una mezcla de anticipación y temor. Sus ojos se ajustaron a la penumbra, buscando entre las sombras el rostro de su hijo perdido.

Y allí, en una celda con todos los demás piratas, junto a Rhaenyra, lo vio.

Su querido hijo Daemon, él estaba de pie, lado a lado con Rhaenyra, y la miraba a ella casi con desafío, pero su rostro era afligido, como si el peso del mundo descansara sobre él.

Ordenó que abrieran la celda, y los guardias lo sacaron a él y a Rhaenyra de allí.

Alyssa observó a Aemma correr hacia Rhaenyra y abrazarla, pero ella no pudo correr hacia su hijo. Su mirada reflejaba dolor, como si él creyera que ella lo había traicionado.

La figura de su hijo era imponente, pero cansada, desgastada por una vida huyendo de las leyes, para finalmente ser atrapado cuando vino a ayudar a un reino que no supo agradecerles.

Cuando sus miradas se encontraron nuevamente , un torrente de emociones inundó el corazón de Alyssa. El tiempo pareció detenerse mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, reflejando el dolor y la alegría de tantos años de separación. 

No importaba cuánto tiempo hubiera pasado, él seguía siendo su niño, su pequeño Daemon, aquel que una vez había llenado su vida con risas y alegría.

Aquel niño que amarró a su pecho y llevó a navegar en Meleys cuando apenas tenía unos días de nacido. 

Incapaz de mantenerse más tiempo alejada, y con miedo de que él la rechazara, Alyssa se precipitó hacia él, sus brazos extendidos en un gesto de amor y desesperación. A pesar de la distancia que los separaba, ella lo abrazó con fuerza, como si pudiera protegerlo de todo mal con el simple acto de envolverlo en sus brazos.

Daemon levantó la mirada al sentir el abrazo de su madre, y en sus ojos cansados y afligidos, Alyssa vio el reflejo de su propio dolor y anhelo. A pesar de los años de separación y las dificultades que habían enfrentado, el vínculo entre madre e hijo seguía siendo tan fuerte como siempre, una conexión que el tiempo y la distancia no podían desvanecer.

En ese momento, en medio de las frías y desoladas mazmorras, madre e hijo se aferraron el uno al otro, encontrando consuelo y fortaleza en su mutuo amor. 

Rhaenyra abrazaba a su madre también y sonreía al ver la imagen de su tía Alyssa junto a Daemon.

Daemon la había extrañado, a pesar de lo dura que era su mirada.

Cuando Alyssa acarició el rostro de su hijo, él le apartó la mano, podía extrañarla pero eso no cambiaba los hechos.

El gesto de Daemon al apartar la mano de su madre hizo que Alyssa retrocediera, sorprendida por la frialdad en los ojos de su hijo. Rhaenyra, con determinación en su mirada,  soltó a su madre y se acercó a su esposo, apoyando su mano sobre la suya como si quisiera transmitirle fuerza y ​​apoyo en ese momento.

La pregunta de Daemon resonó en las paredes de la celda, cargada de indignación y frustración. Alyssa pudo sentir el peso de sus palabras en el aire tenso que los rodeaba.

 ¿Por qué seguían encerrados si su intervención había sido crucial para ganar la guerra?

 El cuestionamiento dejó a Alyssa sin aliento, incapaz de encontrar una respuesta satisfactoria en ese momento.

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⏰ Last updated: May 29 ⏰

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