CAPITULO 3

175 13 8
                                    


Luego de aquel beso abrasador, Lucifer se apartó de Alastor, dejando un rastro de sangre en los labios del locutor, Lucifer había mordido su labio inferior de tal manera que la sangre mancho su camisa. La expresión en el rostro de Alastor era una mezcla de furia y confusión, su rostro era incapaz de ocultar lo que sentía. Sin embargo, a pesar de su ira, se mantuvo en silencio, resistiendo la urgencia de dejarse llevar y cagarla, Lucifer no era una persona, era un demonio, él no podía hacer nada, y solo pensar en ese hecho lo molestaba más.

Lucifer observó la reacción de Alastor con una sonrisa burlona, disfrutando de lo que le había causado. -Deberías verte en este momento-, comentó con voz suave pero llena de malicia. -Tu cara es excitante-.

Alastor apretó los puños con fuerza hasta que uñas se clavaron en sus palmas, luchando por contener la ira que hervía en su interior. Sabía que no podía permitirse perder el control frente a Lucifer, que cada movimiento y cada palabra debían ser calculados con cuidado. Pero la mención de su propia apariencia solo avivaba las llamas de su rabia, recordándole la vulnerabilidad que sentía en ese momento.

-Tú me sedujiste primero, deberías hacerte responsable, ¿no?-, dijo Lucifer, con una chispa traviesa en los ojos. Se acercó a Alastor y le tomó el rostro con ambas manos, obligándolo a enfrentar su mirada penetrante.

Alastor intentó apartar la mirada, pero Lucifer lo mantenía firme, su agarre implacable. Sabía que no podía resistirse, no había opciones, estaba completamente a su merced. Y así, con un suspiro resignado, se dejó llevar por la fuerza de Lucifer.

Y entonces, con un gesto rápido, Lucifer abrió un portal entre los dos, transportándolos a la casa de Alastor en un abrir y cerrar de ojos. Se encontraban en la habitación del locutor de radio, rodeados únicamente por la oscuridad de la noche.

Una vez allí, Alastor finalmente rompió su silencio, su voz llena de amargura y desconfianza. -¿Qué quieres?-, preguntó con frialdad.

-No entiendo por qué viniste ahora. ¿Acaso no sabes cumplir un trato? ¿Todos los demonios son así de deshonestos?-.

Lucifer sonrió con ironía, sus ojos brillando con un brillo peligroso. -Oh, creo que cumplí mi parte del trato-, respondió con calma. -Te otorgué poder, riqueza, estatus e incluso mate a un hombre tal como prometí. Pero parece que eso no fue suficiente para ti, ¿verdad?-.

Alastor apretó los dientes con frustración, sabiendo que Lucifer tenía razón. Había obtenido todo lo que deseaba, pero aun así, algo dentro de él seguía sintiéndose vacío, insatisfecho. Y ahora, con la presencia de Lucifer a su lado, esa sensación de incompletitud solo se hacía más evidente.

-Entonces, ¿qué es lo que quieres de mí?-, preguntó Alastor finalmente, su voz tartamudeando de la rabia. -No... no entiendo por qué viniste ahora. ¿Acaso no sabes cumplir un trato?-

Lucifer sonrió con malicia, sus ojos brillando con un fuego perverso.

-Creí que ya te lo había dicho antes-, respondió.

-Quiero tu cuerpo, solo vine a darle una ligera probada a mi adquisición más reciente-.

Luego, con un simple gesto de sus dedos, Lucifer ató a Alastor a la cama, asegurándose de que no pudiera escapar de su agarre. Alastor gritó de frustración y furia, sintiendo cómo la impotencia lo consumía desde adentro, pero la drenalina que corria por sus venas lo excitaba.

-¡Mierda!-, maldijo Alastor mientras luchaba contra sus ataduras. Pero antes de que pudiera decir más, Lucifer lo silenció con otro beso ardiente y dominante, hundiendo sus labios en los de Alastor y saboreando su sabor el sabor de la sangre que aún estaba presente.

Con Alastor inmovilizado en la cama, su mirada se clavó en Lucifer mientras este se despojaba de su propia ropa. Alastor se sentía atrapado en un torbellino de emociones contradictorias: la ira, la humillación y la excitación se mezclaban en su mente, dejándolo en un estado de confusión abrumadora. No podía negar que Lucifer era una presencia impresionante, con su cabello dorado y su piel pálida que parecía irradiar un brillo sobrenatural.

Una vez desnudo, Lucifer se acercó a Alastor. Se colocó sobre Alastor, y rompio su camisa, deando su piel expuesta, su piel cálida rozando la de él era demasiado para Alastor, quien temblaba por ese ligero contacto.

Con movimientos expertos, Lucifer comenzó a lamer el pecho de Alastor, trazando círculos húmedos alrededor de sus pezones endurecidos. Alastor dejó escapar un gemido involuntario, sintiendo cómo el placer se sentia hasta en sus huesos, empezaba a disfrutarlo y eso le molestaba.

Lucifer se rió suavemente ante la reacción de Alastor, sus ojos brillando con una malicia traviesa.

-¿Te gusta lo que ves, Alastor?-, preguntó con voz suave pero cargada de deseo.

-¿Te gusta sentir mi boca sobre tu piel, haciéndote temblar de placer?-

Alastor no pudo contener un gemido más alto, su cuerpo ardiendo con la sensación del tacto experto de Lucifer. Sabía que era inútil resistirse, que estaba completamente atrapado en su propia habitación.

Antes de que Lucifer pudiera decir algo, Lucifer se detuvo por un momento, su mirada fija en la de Alastor con una intensidad penetrante.

-Todo esto fue planeado, Alastor-, dijo con calma. -He estado observándote durante años, viendo cada movimiento que has hecho, cada vida que has tomado. Fui yo quien puso ese libro en tu casa, quien te llevó por este camino, mi único propósito tenerte, soy el rey del infierno, siempre obtengo lo que quiero-.

Alastor sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras asimilaba esas palabras. Había sido manipulado desde el principio, utilizado como un títere en el juego retorcido y no por cualquier demonio, sino que el rey del infierno.

Pero a pesar de su ira y su confusión, no pudo negar la excitación que sentía, la sensación de estar en presencia de un ser tan poderoso lo volvía loco.











OBSESIÓN [Appleradio]Where stories live. Discover now