11 de junio, 2022
Si me preguntan cuál era el mayor momento en donde sentí incomodidad, diría que fue ese día, en ese aeropuerto, en ese avión. La tensión entre Ester y Val era lo más incómodo del mundo; por más que Pau y yo tratábamos de romper esas miradas de balas, esas palabras filosas como la hoja de cuchillo, todo era en vano.
Es más, hasta Pau y yo nos sentíamos más cómodas juntas que Ester y Val.
Diría que se odian. Pero se aman. Yo lo sé.
Llegamos a Málaga y fuimos por nuestras maletas; Valeria refunfuñaba detrás de nosotras mientras Ester recogía su tercera maleta.
—¿Ya nos vamos? —insistió Val—. Aurora nos debe de estar esperando.
—Aún me faltan 3 maletas más —dijo Ester.
—¿Sabes que nos vamos a quedar dos días nada más?
—Ay, por Dios, la Valeria de hace unos meses llevaba 10 maletas en un viaje de un día, cariño —le contestó Ester y recogió otra maleta a la vez que entre dientes decía—. Como ella solo se viste con esas sudaderas y vaqueros. No tiene sentido de la moda.
—Ester, no empieces —dije en voz baja.
—Yo no he empezado, ha sido ella.
—Solo está apurada, ¿vale? Quiere ir a ver a Dez.
—Es grandioso —dijo con dramatismo exagerado—. Ahora tendré que soportar sus celos estúpidos...
—Ester, no empieces.
Rodó los ojos y siguió la fiesta en paz por sus maletas. El transporte era una minivan negra y reluciente; vino a recogernos y nos llevó al hotel donde nos quedaríamos. El trayecto fue silencioso, lo agradecí, pero también lo aborrecí... Aunque debí ser más sensata y agradecer por ello, las palabras filosas de Ester empezaron al llegar, apenas entramos a la habitación de hotel. Era una habitación doble, amplia, con dos camas y una terraza que dejaba ver la ciudad.
Se notaba la molestia de Ester por tener que compartir cama y no se quedaba callada por eso, ni su boca, ni su rostro. Se las empeñó atacando a Valeria, la cual salió de la habitación diciendo "Necesito un respiro".
—Ves lo que haces —Miré a Ester, quien se excusó con un "solo fui sincera".
Decidí pasar de ella y acomodar las maletas en el armario; nos quedaríamos pocos días. Eso no importó y me empeñé en acomodar la ropa. Ester y Pau me ayudaron y agradecí que el espacio del closet sea lo suficientemente grande; si no, habría otro problema.
Mi móvil sonó en el bolsillo de mi chaqueta, lo saqué y vi en la pantalla que era un mensaje de mi bestie.
Valeria amore 💕🪩:
Carla
¿Quieres ir a ver
el entrenamiento
de los chicos?¿Ver a Pedri entrenar? Acepto.
Me:
Obvio
Déjame les
aviso a las chicas.
—Oigan, ¿les apetece ir a ver el entrenamiento de la selección? —pregunté emocionada; vería a Mau.
Todo se desvaneció al ver a Ester negar; Pau también lo hizo. Era como su sombra; a veces quería decirle que no era necesario decir y hacer todo lo que Ester decía.

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No somos un tal vez
Teen FictionCarla era la típica adolescente que soñaba con ser amada, con encontrar a alguien que le hiciera sentir mariposas en el estómago. Mau, en cambio, a sus 19 años tenía el mundo a sus pies: fama, dinero, diversión. El amor no estaba en sus planes. Y mu...