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El día estaba tranquilo, la paz habitaba en cada rincón del reino de las princesas Park

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El día estaba tranquilo, la paz habitaba en cada rincón del reino de las princesas Park. Las dos mayores, Park Nayeon y Park Jeongyeon se encontraban en una misión diplomática a la cual no podian faltar -Nayeon estaba en la escuela y Jeongyeon en el kinder-. Las únicas presentes eran Momo, Sana y Mina.

Las gemelas estaban ayudando a Mina con sus primeros pasos. En realidad, el par de princesas sólo la animaban mientras la Jihyo le enseñaba a caminar.

─ Ven con mamá, Minari. ─ Dijo Jihyo con los brazos extendidos hacia la pequeña, quién estaba sujetándose del sofá. Mina soltó una risa adorable y dió un pasito antes de caer sentada.

─ ¡Casi Mitang! ─ Chilló Sana emocionada, aplaudiendo con entusiasmo. Momo no se quedó atrás, pues hasta daba saltitos de alegria.

La pequeña Mina imitó a su hermana y golpeó sus manitas. La casa era bastante tranquila cuando las mayores no estaban. Lástima que esa paz no duraría demasiado.

─ ¡Mamá! ─ Gritó Nayeon con alegría al ver a su madre después de un largo día de puro estudiar -colorear y comer plastilina-. Corrió hacia ella y la abrazó por la espalda, haciendo reir a Jihyo.

─ ¡Nay! Veo que aún tienes energía. ─ la pequeña sonrió mostrando todos sus dientes. Era adorable.─ ¿Y tu hermana?

Con la pregunta pareciera que la hubiese invocado, porque Jeongyeon apareció por la puerta, siendo cargada por Mingyu. Ella no parecía tan enérgica como su hermana mayor, pero su rostro se iluminó al ver a mamá.

─ ¡Mami! ¡Mami! ─ La niña pataleó, intentando soltarse del agarre de su padre, quien solo rió mientras la dejaba en el suelo.

─ El favoritismo se nota... ─ Bromeó Mingyu, viendo como Jeongyeon corría a abrazar a Jihyo. ─ ¡Pensé que yo era el favorito!

─ ¡Sólo cuando nos compras helado! ─ Anunció la mayor de las hermanas Park, sacándole risas a toda la familia. Realmente eran encantadoras.

Luego de charlar un rato, Jihyo decidió que era hora de preparar el almuerzo, por lo que dejó a las niñas jugar en la habitación. Mingyu, quien cuidaba a Mina en la sala, fue el encargado de mirarlas de vez en cuando.

─ Jeong, Momo, Sana. ─ Habló Nayeon, poniéndose un sombrero de bruja, su disfraz de halloween del año pasado.─ Juguemos a que soy una hechicera.

─ ¡Yo quiero ser la hechicera! ─ Reclamó Jeongyeon, mas su hermana mayor negó con la cabeza.

─ No porque tú no sabes leer la receta del hechizo. ─ Dijo con obviedad, mostrándole un papel en el que tenía unos garabatos que intentaban ser letras. Jeongyeon frunció el ceño y se cruzó de brazos, pero aceptó. Tenía razón, pues Nayeon era una niña grande de seis años, su edad ahora ocupaba dos manos. ─ Tú puedes ser mi ayudante. Momo y Sana serán las ayudantes de la ayudante.

─ ¡Serán cosa uno y cosa dos! ─ Continuó Jeongyeon, mirando a sus hermanas, quienes sonreían alegremente. ─ Momo es cosa uno porque nació primera. Sana, tú serás cosa dos.

─ ¡Sí! ¡Dos! ─ Celebró la gemela menor, levantando dos dedos.

─ El uno es mejor, el dos es caca. ─ Dijo Momo y ambas soltaron una carcajada. Despues de poco mas de un año, esa palabra les seguía pareciendo hilarante.

─ ¡Silencio! ─ Las calló la mayor. ─ Vamos a hacer que aparezca un príncipe. Necesito... ─ Nayeon "leyó" su papel mientras sus hermanitas la miraban con admiración. ─ Algo apestoso.

Rápidamente, sus tres hermanas empezaron a buscar algo apestoso. Momo tuvo una idea y se fue corriendo de la habitación. Al volver, tenía una sonrisa triunfante y un largo calcetín en sus manos.

─ ¿Y eso? ─ Preguntó Jeongyeon. Sana se acercó, lo olfateó y rápidamente frunció el ceño y se tapó la nariz.

─ Es de papi. ─ Respondió con asco.

─ ¡Es perfecto! Ahora necesitamos polvito mágico.

Ninguna sabía realmente de dónde sacarían eso, pero Jeongyeon estaba dispuesta a encontrar aquello. Caminó hasta la habitación de sus padres y encontró unas pastillas. No sabía que eran, pero le recordó a las pastillas de caramelo que a ella le gustaba triturar ¡Eso es!

Sacó cada una del contenedor y, una vez fuera, las rompió hasta que quedaron todas trituraditas. Sonrió victoriosa, hizo polvito mágico. Juntó su producto como pudo, entre sus manitos, y corrió hacia su hermana al grito de "¡Lo tengo!"

─ ¡Tiralo dentro del calcetín! ─ Ordenó Nayeon y ella obedeció. Momo y Sana saltaban de alegría. ─ Ahora necesitamos...

─ ¿Niñas? Están muy calladas ¿Traman algo? ─ Dijo Mingyu, entrando al cuarto de las niñas. Todas rieron traviesamente.

─ ¡Hacemos magia! ─ Gritó Momo. Solía ser muy estruendosa para hablar.

─ ¿Ah sí? ¿Con mi calcetín?

─ Nay pidió algo apestoso. ─ Dijo la pequeña Sana, abrazándose a la pierna de su papá. Él soltó una carcajada ¿Cómo esta niña podía ser tan brutalmente honesta y tan tierna a la vez?

─ Bueno, vayamos a comer antes de que su mami-...

─ ¡¿Quién tocó mis cosas?! ─ Se pudo escuchar la voz de Jihyo desde la habitación. Oh no.

─ ¿Qué hicieron? ─ Preguntó Mingyu en un susurro, con preocupación en su rostro.

Todas las niñas corrieron a la sala, salvo Nayeon, quien fue atrapada por su mamá. Jihyo se veía enojada.

─ Ya me cargó el payaso. ─ Murmuró Nayeon, viendo su destino a través de los ojos de su madre. Parece que tendría que tomar la responsabilidad de lo que sea que haya pasado, como buena hermana mayor.

 Parece que tendría que tomar la responsabilidad de lo que sea que haya pasado, como buena hermana mayor

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ᴍᴀᴍᴀ ꜱᴏʟᴏ ʜᴀʏ ᴜɴᴀ | ᴛᴡɪᴄᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora