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João Cancelo no podía creer cómo dos personas podían ser tan adictas a los videojuegos. Siempre pensó que nadie superaría a su hermano, hasta que observó lo adicto que era Félix a los videojuegos desde que vivían juntos.

Su hermano y Félix habían pasado toda la tarde jugando. Primero comenzaron con el Fifa, luego pasaron a Mario Bros y ahora el omega le estaba explicando cómo jugar The Last of Us.

— Oigan... —Ninguno de los dos prestó atención. — ¿Podrían escucharme?

Se paró frente al televisor y ambos chicos le dirigieron una mirada molesta.

— Ya son las nueve, han estado jugando toda la tarde. ¿No tienen hambre? Voy a pedir comida.

— Yo quiero comida china — Dijo Pedro.

— Yo quiero lo que sea.

— Bien, comida china será. — Cancelo ordenó la comida y se sintió un poco ignorado mientras observaba a los dos chicos concentrados en el juego. Decidió aprovechar el tiempo para revisar sus mensajes en el teléfono.

Después de un tiempo, llegó la comida china y los tres se sentaron alrededor de la mesa para comer.

— Los chasqueadores, qué puto miedo dan esos.

— Moriste como 4 veces.

— Cuando te das cuenta, ya lo tienes encima, joder.


Los tres días que Pedro se quedó en casa pasaron relativamente rápido. Por las mañanas, el dúo de los Joãos iba a entrenar, ya que es su trabajo, y luego dedicaban las tardes a salir los tres por la ciudad.

( — )

Luego, lo que pasó con el equipo fue una semana bastante dura. Perdieron de forma desastrosa contra el Girona y luego volvieron a caer contra el Antwerp en la Champions League. Lo único positivo era que pasaron de primeros en la fase de grupos a pesar de las derrotas.

Pero definitivamente lo más positivo de todo es que se acercaba el descanso en diciembre y todo el equipo lo ansiaba.

Acababan de llegar a casa luego del largo vuelo de Estados Unidos para enfrentarse con América, que fue desastroso en todo sentido de la palabra.

Pero al menos ya era el último partido del año.

Félix ni siquiera quiso desempacar las maletas y apenas puso un pie en la casa, lo primero que hizo fue tirarse al sillón, enterrando su cara en los cojines y queriendo no salir nunca de ahí.

— Fue horrible.

— No todos los partidos tienen que ser perfectos.

— La racha que está teniendo el equipo...

Cancelo, mientras tanto, dejó su maleta a un lado y se sentó a su lado en el sillón. Conocía muy bien lo duro que se daba el omega cuando las cosas no le salían.

— Sí, han sido semanas duras. Pero esto no define al equipo.

El menor suspiró pesadamente y se dio la vuelta para mirar a Cancelo.

— Estoy jugando horrible, no sé qué me pasa. Me estoy desesperando conmigo mismo.

Cancelo comenzó a liberar su aroma para que el de Félix no fuera tan perceptible. No es que el aroma del omega oliera mal, pero algo que definitivamente no había aprendido el menor aún, era a controlar sus feromonas. Siempre que se enfadaba o experimentaba emociones negativas intensas, su aroma se volvía áspero y era muy difícil lidiar. Por eso, el alfa siempre lo calmaba con su propio olor a roble.

— Estás estresado.

Claro que entiende la posición de Félix, ambos están cedidos. No es fácil lidiar con toda la carga que genera eso.

— Mmm...

— Mira el lado bueno, es el último partido del año, viene navidad, después año nuevo.

— Hablando de eso... ¿Quieres ir conmigo a Arabia Saudita? Van a ir mis padres y Hugo.

— Si me vas a pagar todo, sí. Si no, no.

— ¡Oye!

— Era broma, sí voy a ir.

autocontrol  |  cancelixWhere stories live. Discover now