Capítulo 1. Parte 1

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Cuando Karina Torres entró al salón de clases, creía que se le había hecho tarde, y en efecto lo era, pero para su suerte el profesor Cortés aún no llegaba. La mañana fue un poco difícil. Puso su despertador a las 5:30 am y pensó que podría quedarse descansando cinco minutos más. Cerró los ojos y cuando los volvió a abrir vio que el reloj marcaba las 6:46. Se quedó viendo el despertador por unos segundos, hasta que reaccionó. No hubo tiempo de ducharse ni de desayunar, solo se vistió con rapidez y pidió a su madre dinero para tomar un taxi.

—¿Por qué no tomas el autobús, como siempre? —Preguntó su madre en tono de reclamo.

—No puedo, mami, llegaré tarde si uso el autobús...

—¿Y qué tal si llegas a la segunda hora?

—Lo haría si hoy no tuviera el examen súper importante de química por el que estuve estudiando ayer toda la tarde y que, si lo presento otro día, todo lo que repasé se me olvidará y sacaré una mala calificación. —Tuvo que explicarle con voz rápida y suplicante.

Su madre la miró durante unos segundos con la expresión en blanco, hasta que finalmente suspiró y sacó el dinero para el taxi.

—Gracias, ma —respondió Karina.

Volviendo a la actualidad, la chica, que entró corriendo a su aula a toda prisa, estaba totalmente exhausta. Dio un vistazo a los compañeros de clase que se encontraban ahí y luego se fue a sentar en su silla.

—Llegas tarde —le dijo Liliana Del Valle, una de sus mejores amigas, sin apartar la vista de su libreta.

—Lo sé —suspiró—, pero al menos todavía no llega el profesor.

Karina vio que Liliana solo asintió con la cabeza, mientras su mirada seguía fija en sus apuntes, y es que ella era la estudiante modelo de su clase y no podía permitirse sacar una calificación menor de diez. La chica tenía una estatura mediana y el cabello color chocolate, que siempre amarraba en clinejas o trenzas, y delante de sus ojos tenía sus lentes. En el primer año sus anteojos eran fondo de botella, pero no hacía mucho se los había cambiado por unos más pequeños y cuadrados, que la hacían parecer algo atractiva —solo para ciertos chicos—. A pesar de todo, Liliana siempre fue respetada por sus compañeros, ya que ninguno quería quedar mal con la chica que los podía sacar de un apuro si les pasaba las respuestas en el examen de matemáticas o historia. 

Y hablando de eso, la chica "nerd" también había encontrado un método muy bueno para sacar provecho de ello, y es que desde segundo grado, año en que su familia empezó a tener algunos problemas económicos, a ella se le ocurrió la maravillosa idea de cobrar veinte pesos por cada pregunta que pasara en un examen y diez pesos por cada ejercicio de tarea. Por esas fechas fue cuando comenzó a tener más dinero y últimamente siempre tenía la cartera llena y pesada.

En ese momento, un chico atractivo, llamado Lucas Martínez, se acercó a ellas. El tipo a veces solía ser insoportable, era uno de esos chicos abusivos que se meten con los más débiles y hacía poco Karina escuchó rumores de que andaba por ahí intimidando a los niños de primero de secundaria. «¡Qué idiota!» Pensó al imaginar a un chico de tercero metiéndose con los más pequeños.

—Liliana —habló Lucas con tono amigable, moviendo sus mechones de cabello rubio. Karina no supo si lo hizo a propósito como un movimiento de cortejo o si solo fue casualidad—, ¿me podrías pasar la tarea de español y las respuestas del examen? —Al menos fue al grano.

—Depende, ¿cuánto dinero traes? —Preguntó Liliana sin voltearlo a ver.

—Liliana —dijo con tono demasiado amable para venir de él—, sabes que ahorita ando mal económicamente, ¿no podrías hacerme un descuento? Ya sabes, siempre soy uno de tus clientes principales...

El suplicio de estar en la escuela ©Where stories live. Discover now