Capítulo 10.

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Dante se dirigió a su habitación muy confundido. Podía sentir a su corazón latiendo muy rápido, aunque ya no tanto como hacía unos minutos, cuando se encontraba delante de aquella chica que le dijo que le gustaba. Entró al cuarto y vio que Marcos aún estaba despierto. El chico le dirigió una mirada rápida pero pronto su atención volvió al televisor.

—Marcos...

—Ey, ¿dónde estabas? Se supone que tenías que estar aquí desde hace como media hora. —Trató de sonar amable, aunque en el fondo sentía un poco de rencor hacia él porque era el dueño del corazón de su amada.

—Estaba en el balcón —dijo. Luego se puso su ropa de dormir y se quedó pensativo.

—¿Qué piensas?

—Marcos... ¿Tú crees que te pueda gustar alguien de repente? —Preguntó volteándolo a ver.

Marcos se sorprendió al oír esto.

—¿Por? ¿Te está gustando alguien de repente? —Preguntó preocupado mientras apagaba la televisión. «Ojalá no sea Karina, ojalá no sea Karina».

—No lo sé...

—Pero a ver, cuenta, cómo están las cosas —quería averiguar más de eso.

—No sé, esa chica... Nunca he tenido mucho contacto con ella, pero de pronto quiere llamar mi atención, y entonces me entero de que le gusto, y... no sé por qué pero... al saber eso... bueno, se me está haciendo algo atractiva, y eso que nunca antes me había fijado en su existencia... —Dante no era de los que platicaban sus cosas personales con otros, ni siquiera con sus amigos, pero en verdad sentía la necesidad de compartir sus pensamientos con alguien, además de que buscaba un consejo serio.

«No puede ser, ¡es Karina! ¡Es mi amada Karina! ¡Él corresponde sus sentimientos!» pensó Marcos preocupado.

—Entonces... Tú me estás preguntando si es posible que alguien te guste de pronto, ¿no?

Dante asintió con la cabeza.

—Pues yo creo que... eso no es posible —dijo luego de unos segundos—. Quiero decir, no creo que repentinamente alguna chica te pueda parecer atractiva si ni siquiera notabas su existencia, ¿no?... Y de la chica, bueno... puede que esté confundida y no te quiera de verdad, tú sabes, tal vez sí le gustes, pero la atracción física no es todo siempre, ¿y qué tal si no tienes nada en común con ella? Entonces no serviría de nada esa atracción si no puedes compartir tus gustos con la persona, ¿no crees?

Dante se quedó pensativo.

—Creo que... Tienes razón. Tal vez lo mejor sea no prestarle mucha atención.

—Sí, eso suena lógico, es mejor alejarse de lo que no conviene —le dijo Marcos, pero pronto se sintió mal por haber dicho todo eso.

«Lo siento, Karina, yo... soy una mala persona... Digo que te quiero pero hago cosas para que no estés feliz... ¡Soy un asco!» pensó triste y enojado consigo mismo.


***


Al siguiente día por la mañana, Dante se despertó temprano para ducharse. Marcos se bañó la noche anterior, así que él solo se cambió de ropa. Se quedó pensativo, una parte de él quería decirle a Dante que se equivocó y que sí le podría gustar alguien de repente y que tal vez sí debía intentar algo con esa chica especial, pero otra parte de él no quería ver al chico con la niña de sus ojos. «¿Qué hago?» pensó. «Yo en verdad amo a Karina, pero entonces, si la quiero tanto, ¿por qué le dije a Dante que debe alejarse de ella? ¿Le diré a Dante que sí intente salir con ella? ¿O ya dejo las cosas como están?».

El suplicio de estar en la escuela ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora