20

691 36 3
                                    

Whatsapp
Número oculto:
Te voy a encontrar.—
— Zorra.—
— Yo te amo.—
— Aléjate de él.—

Mensaje tras mensaje durante la última semana, por más que bloqueara el número oculto, a los pocos minutos me escribía uno nuevo, y mis nervios me iban a terminar matando.

El que más lo notaba era Álvaro; mis piernas estaban en un constante movimiento nervioso, me pellizcaba la piel de los nudillos hasta hacerme sangre, a veces comía mucho en poco rato, y después me tiraba un día entero sin ingerir nada, por momentos me sentía eufórica y al instante estaba totalmente desanimada...

Pero sin duda, para él, lo peor llegaba por las noches.

——————

— ¿Qué haces aquí?.— pegué la espalda a la pared en un intento de alejarme lo máximo posible de Oliver que lentamente se acercaba. — Vete.—

— He venido a buscarte.— a cada paso que daba mis pulsaciones iban más rápido, sentía los latidos de mi corazón en los oídos. — Nos vamos a casa.—

No era capaz de contener la angustia, gimoteaba en un intento de mantenerme fuerte pero las lágrimas me delataban.

— Por favor.— mi voz estaba rota, no podía con eso. No podía volver, me mataría.

Su cuerpo se pegó al mío acorralándome, no había salida, era el fin.

— Para.— sus grandes manos me apretaron con fuerza los brazos y el instinto de supervivencia tomó el control. — ¡Suéltame! ¡Para!.— gritaba con todas mis fuerzas pero parecía que nadie jamás podría escucharme.

Forcejeamos hasta que su mano chocó contra mi mejilla.

— ¡Ginebra!.— me senté de golpe en la cama y noté que donde Oliver había puesto sus manos estaban las de Álvaro.

Este me observaba preocupado y ahí entendí que solo había sido una pesadilla.

— Lo siento.— susurré aún aturdida, mi respiración era irregular y me limpié las gotas de sudor que caían por mi frente. — Lo siento.— mi camiseta estaba completamente mojada de sudor y él también se percató de esto.

— Espera.— lo vi ir hasta el armario y volver con una camiseta suya. — Cámbiate.— quería hacerle caso, pero no podía actuar, mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes del cerebro.

— No-no.— tartamudeé y el pelinegro me miró con tristeza máxima.

Se inclinó por detrás de mí y con cuidado me fue quitando la camiseta, no me negué, con él no sentía miedo a nada. Temblé al notar el tacto de sus dedos contra mi piel fría y mojada.

Primero pasó la camiseta seca por mi cabeza y con cuidado me ayudó a meter cada brazo, con una dulzura increíble me acomodó nuevamente en la cama y me arropó, se acostó junto a mi pero en ningún momento quiso tocarme. Supongo que tenía miedo de que saliera corriendo, pero yo solo quería tenerle cerca.

En un rápido movimiento me acomodé en su pecho, aferrándome a su torso. Era indescriptible el sentimiento de seguridad que tenía con él.

Descansó la mano sobre mi hombro, y dejando pequeñas caricias intentamos volver a dormir.

——————

Estaba sentada delante del escritorio terminado de hacer unos ajustes en mi nuevo proyecto para la empresa, tenía los cascos puestos para no molestar a Álvaro con la música, pero cuando apagué el PC y miré hacia la cama observé a un moreno plácidamente dormido boca abajo con el móvil aún encendido en la mano.

whɑt? - imantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora