No juzgues un libro por su portada.3 (Enzo Vogrincic)

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Tercera Parte:

Tras colocar algunas cosas de la maleta, repartir el armario y darme una ducha helada, finalmente nos colgamos las identificaciones y bajamos a la primera presentación de la convención. En su mayoría consistía en charlas y presentaciones de nuevos productos, así que tanto Zale como yo agradecimos que nos diesen unas carpetas para anotar lo necesario. Estar sentada junto a él en un anfiteatro, escuchando a una persona delante de un proyector, me recordó demasiado al año que compartimos en el Máster. En aquella época también nos vimos obligados a sentarnos juntos, puesto que los asientos estaban asignados por orden alfabético según el apellido. La diferencia fue que en ese momento ni siquiera miraba en mi dirección, pero ahora incluso me ofreció su bolígrafo cuando el mío se quedó sin tinta en un momento importante de la charla. Le miré de reojo.

-Gracias, pero ¿con qué vas a escribir tú?- Se encongió de hombros y me dedicó una sonrisa sutil. Sí, otra más. Empezaba a pensar que me habían echado algo raro en el café de esa mañana porque debía de estar alucinando.

-Tengo buena memoria.- Inclinó la cabeza ligeramente, mirándome directamente con esa intensidad característica.- Además, si no recuerdo mal a ti no se te escapaba nada cuando tomábas apuntes en clase.

Asentí, sin saber bien qué decir. Recalco, que hasta donde yo sabía, él ni siquiera me miraba en clase. Cuando la primera presentación terminó, ya se había pasado la hora de la comida y teníamos información de sobra como para redactar un primer informe sustancioso. También un hambre horrorosa. Mi estómago rugió con fuerza cuando salimos del salón, parecía que tuviese un monstruo en las tripas y Zale me miró con las cejas alzadas de forma sugerente. Susana tenía razón, era indecentemente atractivo.

-Deberíamos ir a comer algo.- Negué automáticamente antes de que hubiese termiando la frase, al mismo tiempo que cruzábamos el recibidor del hotel.

-Tenemos que redactar y enviar el informe de la primera conferencia. La empresa especificó en el correo electrónico que querían uno por cada una de ellas.

-Está todo apuntado aquí.- Me quitó la carpeta de la mano un segundo antes de que yo replicase.- Tu estómago es más urgente que el trabajo ahora mismo y además, nadie va a leer nuestros informes hasta el lunes. Ninguno de nuestros compañeros trabaja en fin de semana y mucho menos alguno de los jefazos, eso te lo aseguro. Aquí abren el bufet todo el día. ¿Qué te apetece comer?

Me hizo esa pregunta con una sonrisa amable en los labios y cualquier argumento acerca de un trabajo productivo y eficiente que yo tuviese preparado murió en mi garganta. ¿Qué me pasaba? Al final me rendí, también es cierto que no opuse demasiada resistencia.

-He desayunado un café a las cinco de la madrugada, créeme, cualquier cosa me vale.- Su expresivo ceño se frunció.

-¿No has comido nada en el avión? ¿Ni al aterrizar?

-No.- Cogimos el ascensor para ir a la zona de restauración, que estaba un par de plantas por encima. Le dediqué una educada sonrisa a una señora mayor que ya estaba allí cuando nosotros ocupamos el espacio, al igual que Zale, a quien ella se quedó mirando de una forma un poco descarada. Mi compañero pareció no darse cuenta.- No puedo comer en los aviones, es...

-...una manía.- Terminó la frase por mí.

-Sí, otra más.- ¿Por qué acababa de decir aquello como si fuese una disculpa? Creo que la falta de sueño empezaba a afectarme. La caja de metal en la que estábamos metidos pitó indicando que habíamos llegado a nuestra planta. Menos mal, porque estaba empezando a agobiarme.

-Son interesantes.- Miré a Zale de reojo, repentinamente perdida en la conversación.

-¿El qué?

Su vista se mantuvo clavada en algo que teníamos delante, justo antes de encaminarse hacia lo que estaba mirando.

Relatos Eróticos y algo de fanfiction. (+18)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz