Capítulo 5

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Serena estaba sentada en su sillón, esperando a que el reloj diera las cinco en punto

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Serena estaba sentada en su sillón, esperando a que el reloj diera las cinco en punto. Taiki Morrison se marchaba todos los días a la misma hora, pero había dicho que aquella tarde iba a salir más pronto.

Darien la había estado evitando desde que volvieron de comer, y Serena se sentía aliviada y decepcionada al mismo tiempo. Aunque quería mantener las distancias, no podía olvidar el contacto de suslabios.

Cuando Taiki salió de su despacho y cerró la puerta de golpe, Serena se llevó tal susto que estuvo a punto de caerse al suelo,

—Espero que tenga ese informe a primera hora de la mañana del lunes. Que haya pasado media tarde con el señor Chiba no significa que sea negligente en el trabajo.

Serena se puso roja como un tomate.

—Desde luego que no, señor Morrison. Pero no se preocupe por eso; me falta muy poco para terminar—dijo con voz temblorosa.

—Excelente. La veré el lunes.

Taiki salió del despacho sin darle ocasión de decir nada más. Ya sólo tenía que esperar un rato. La mitad de sus compañeros tenían horario de mañana y la otra mitad se marcharía en cualquier momento. El teléfono empezó a sonar y Serena miró la pantalla del aparato, pero era un número privado. Se puso nerviosa y estuvo tentada de no contestar; a fin de cuentas, podía ser otra vez el periodista. Sin embargo, Jared Anderson no era la única persona que tenía su número de teléfono.

Descolgó el auricular y dijo:

—¿Dígame? ¿En qué puedo ayudarlo?

—Hola, Serena. . . Soy Mina. Kunzite me ha pedido que salga con él. . .

—Vaya, me alegro por ti.

Serena fue completamente sincera. Mina llevaba varios meses intentando salir con Kunzite y no lo había conseguido hasta entonces.

—No me esperes esta noche. Dudo que vuelva a casa.

—Ten cuidado. . .

—Ah, discúlpame por el desorden de la cocina. Anoche intenté preparar unas magdalenas, pero soy una cocinera desastrosa —le confesó — . ¿Te importaría limpiar un poco cuando llegues? Como te decía, no creo que esta noche vuelva a casa; pero siempre cabe la posibilidad de que Kunzite y yo terminemos allí .

Serena había visto lo de la cocina cuando volvió a casa la noche anterior; pero estaba tan cansada que decidió dejar la limpieza para el día siguiente.

—Por supuesto. No te preocupes.

—Gracias, cariño. Hasta luego. . .

Serena colgó y se levantó. Había llegado el momento de echar un vistazo a la oficina para ver si ya se habían marchado todos. Alcanzó su botella de agua, que estaba vacía, y se dirigió a la cocina para llenarla. Cuando terminó, se acercó al despacho de Darien y llamó a la puerta.

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