Capítulo 8.

151 8 0
                                    


Miraba el techo. Me regañaron súper feo. Ya pasó tres meses de ese accidente. Mi mamá me mandó para la china de una patada en la raja. Me mando tremenda cachetada que me hizo configurar hasta mi sistema neurológico. Hasta hoy me recuerda como alarma que no se apaga de las cosas que andaba asiendo y por eso me paso aquello.

Que no se te olvide que se enojo porque nuestra sexualidad le molesta.

¿Que más le da si soy sexualmente activa?. Se cuidarme y ellos se cuidan. Aparte es imposible tener hijos para mi. Mis trompas están muy dañadas.

¿Te imaginas un mini Davis corriendo por la casa?.

¿Que se ensucie comiendo cosas ricas?.

¿Que le guste comer escondido?.

Que ame jugar con la naturaleza.

Llegue a la casa sucio por la tierra ya que estaba jugando con esta.

Mi pecho duele al imaginarme una vida con un mini Davis y Davis. También vino a la imaginación una versión con Jasón. Me río para suspirar temblorosa. Era demasiado precipitado como para eso. Mi mamá, la doña estana tan molesta. Dios ella Estaba muy furiosa conmigo. Me llaman a tomar once y baje por las escaleras. Llego a la mesa y tomo mi lugar en la mesa. Las miradas asesinas de mis padres no se hicieron esperar.

Mi papá se empieza a quejar que no hacía nada en la casa y mi mamá decía que andaba puro dando jugo con mis amigos. No había salido de casa desde el día del accidente pero hablan como si yo siempre fuera a salir de fiestas. Como si yo fuera una cualquiera que me entregaba a cualquiera. El año pasado podía salir de casa aún más y invitar a los chicos a la casa ya que estaba sola pero ya no.

—¿En serio pueden parar el tema por favor?, se que estuvo mal no llegar a la hora acordada de ese día, pero no es como que buscará que hubiera tenido un accidente. —me defiendo algo agobiada por el tema.

—Bueno si no te gusta, las puertas son bien anchas para que te vayas. No trabajas, te levantas tarde, no ayudas a tu mamá. —Se queja mi papá. — Yo no tendré a una sangana bajo mi techo.

Cierro mis ojos. Trato de calmarme. Mis ojos pican y mi corazón duele con cada latido.

—Voy a estudiar, trato de sacar las mejores notas para poder terminar mi primero y segundo medio.

—Luego que te hechaste todos estos años de estudios. Eres una vergüenza, no hacer nada, no logras nada. Nos haces gastar y gastar dinero en ti. —Ataca mamá furiosa. — ¡Andas como las cualquieras abriéndole las piernas a cualquier hombre que se te crucé!.

—Eso es mentira, no soy aquello.

—Me das asco, siempre supe que eras un error pero eres peor que eso. Eres una enferma mental. Das asco, vergüenza. Nunca debí haberte pedido que vinieras a temuco. —Papá me señala con el dedo. — ¡Hubieras Andado De Maraca En Concepción Y Nadie Sabría Quiénes Son Tus Padres!. ¡Eres Peor Que Una Perra En Celo!.

Me levanto de la mesa. Camino para irme a por mi mochila. Meto algunas cosas y bajo de las escaleras con rapidez. Llego a la puerta. Iba a abrir la puerta para irme. Me detiene mi papá.

—¿A donde creí que te vas?. —pregunta molestó.

—estoy estorbando en tu casa como dijiste, me voy de esta casa.

—¿Crees Que Te Van Abrir Las Puertas De Sus Casas?, ¿A Una Cualquiera Como Tu?, una rompe hogares. Una pecadora asquerosa. Nadie te abrirá las puertas de sus casas y tendrás que venderte como la perra que eres.

Quimeras De Su RaméDonde viven las historias. Descúbrelo ahora