III

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Segundo día en su nuevo trabajo. Esta vez fue cómodo, como se vestía siempre. Colores llamativos y ropa holgada, con sus características medias.

Al llegar Nicolás lo estaba esperando para enseñarle todo lo que necesitaba saber.

-Yo hago las cosas pesadas, pero acá están anotados todos sus horarios, para que veas que hace y cuando.

-¿Tengo que darle sus medicamentos?

-Sí, para subirle la presión a la mañana, cuando se levante -abrió un pequeño mueble que estaba lleno de frascos con pastillas, Nicolás le explicó que tenía que darle y para que era cada una.

Carrera sintió que era mucha información de golpe, mucho para recordar. El doctor lo dejó tranquilo diciendo que Iván sabía exactamente que era cada cosa y para que servía, así que no necesariamente necesitaba memorizar todo.

-¿Y si necesita ir al...? -que haría él si debe llevarlo al baño, o ¿cargarlo hasta la ducha? su estatura no se lo permitiría.

-Tranquilo, no estás relacionado con nada de lo físico.

-¿Para qué estoy acá exactamente?

-Para alegrarlo, supongo.

Rodrigo sonrió, capaz no era una tarea tan compleja.

Todo el anexo estuvo en silencio cuando el doctor se fue, Carrera no se animaba a hablarle a Iván, ya que este era bastante arrogante.
Se decidió a romper el silencio un rato después, él no es una persona que ame quedarse callada, así que no pudo aguantar mucho tiempo.
Se acercó hacia donde estaba Buhajeruk, este no se volteó a verlo.

-Hola.

-Hola.

-Pensé que esta tarde podríamos salir.

-¿A dónde pensás ir?

-Me dijeron que hay un auto adaptado para la silla de ruedas.

-Y pensaste que era una buena idea salir a pasear, tomar un poco de aire fresco -contestó sarcástico. A Iván no le gustaba la idea de que alguien esté haciéndole compañía, más que nada porque sabía bien las intenciones que sus padres, en realidad su madre, tenían detrás de esto.

-¿Que solés hacer?

-Yo no hago nada joven Carrera, solo me siento y existo.

-Bueno... puedo traerte tu computadora.

-¿Acaso encontraste algún grupo de cuadriplejicos al que me pueda unir? ¿Cuadriplejicos anonimos? ¿el club de las ruedas de lata? -otra vez siendo arrogante.

Rodrigo tenía las mejores intenciones, el mejor humor, la mejor sonrisa, pero sabía que si la cosa seguía así, su paciencia se agotaría en no mucho tiempo. No podía dejar este trabajo, se aguantaría todos los comentarios, chistes o lo que sea de Iván con tan de conservarlo.

-Quizá simplemente podríamos conocernos un poco, así podés decirme que es lo que te gusta hacer... tal vez.

Hubo un silencio, Iván rotó la silla para poder mirarlo a la cara.

-Esto es lo que sé de vos, Rodrigo Carrera... mi madre dice que sos muy charlatán -Rodrigo asintió - ¿podemos hacer un trato el cual dice que mientras estés acá conmigo vas a estar muy callado?

A Rodrigo se le borró la sonrisa de a poco, escuchar eso le rompió un poco el corazón, el ama hablar y conocer a los demás. -Está bien -dijo apenado-voy a estar en la cocina si necesitas algo.

-Buenísimo.

Un nudo se formó en la garganta de Carrera, cerró las puertas de a poco. Se apoyó contra una pared y pensó en cuan difícil serán las cosas a partir de ahora.
Se sentó en una mesa y repasó los horarios de Iván, el lugar era increíblemente silencioso.
Un sonido la distrajo, el doctor llegó.

-¿Y? ¿cómo estuvo? ¿ya imitó a Stephen Hawking?

Rodrigo rió -él está bien.

-Bueno entonces podés almorzar, Ivo y yo tenemos cosas que hacer a esta hora.

Comió su almuerzo afuera, seguía apenado por lo que pasó antes, ¿por qué ser así de brusco con él? no tenía sentido.

𝔂𝓸 𝓪𝓷𝓽𝓮𝓼 𝓭𝓮 𝓽𝓲  - rodrivanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora