¡DULCE SOPRESA!

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SATORU POV

Hemos llegado a la casa de seguridad. Mi teléfono no ha parado de vibrar con llamadas y mensajes de Megumi, mi madre y los Itadori, sin embargo, no estoy ni de ánimos ni de humor para hablar con nadie. Solo necesito que atiendan al pequeño tigre y me digan que tanto él como mi cachorro están bien. ¿Estoy preocupado? Por supuesto. Sé que Yūji intento proteger su vientre, pero no sé si en algún momento esos bastardos lo golpearon en esa área, lamentaría que algo le pasará y se que Yūji también la pasaría mal al enterarse.

Un omega en cinta es muy protector, pero un puro se vuelve tenebrosamente territorial y sobreprotector con todo aquello relacionado al cachorro. Lo sé por mi madre, quien también es un omega puro. Según sus palabras, lidiar con un puro en cinta es todo un dolor de cabeza, pues son demandantes y caprichosos en exceso. Y el alfa, al igual que el omega se vuelve más territoriales con ambos, dado el instinto natural de protegerlos. Todo suena a desastre, pero si se trata de Yūji, puedo soportarlo, y por supuesto no me negaré a cumplir sus caprichos, siempre y cuando no cruce los límites.

Por el momento, Yūji aún sigue dormido en mi regazo, no lo culpo, está agotado. Una de sus manos se aferra a mi camisa con fuerza, como si temiera que me alejase y la otra, descansa sobre su vientre junto a la mía. Una imagen digna de recordar y admirar.

- Amo, ya llegamos. - anuncia el chofer antes de detener el auto. Este se baja y abre la puerta para que pueda salir con Yūji aun en brazos.

Parece que se han dado cuenta de que ya estamos aquí, pues en cuestión de segundos, Sukuna y un herido Choso salen casi corriendo de la casa.

- ¿Qué carajos le pasó? - exclama el gemelo al ver la condición de su hermano. Por su parte el mayor, no dice nada y solo aprieta sus puños. Se siente culpable, ya que como cabeza de la familia, es su deber protegerlos.

- Intentaron llevárselo. - es todo lo que digo. - Tenemos a la mayoría de los secuestradores, al parecer solo escapó uno. - mientras explico esto, una mujer de cabello castaño y ojeras marcadas sale de la casa, es una beta, y es el actual médico de confianza de la familia Gojō, la doctora Ieiri Shoko y una de las personas que junto a Suguru también creció conmigo.

- No puedo revisarlo si se quedan afuera. - dice la mujer y sin decir más se da la vuelta.

- Hablaremos después. - me abro paso entre los hermanos y llevo a Yūji hasta la habitación designada para él.

- Ten cuidado. - advierto luego de dejarlo sobre la cama. - Regresaré en un momento. - digo al ver como Yūji no suaviza su agarre para poder liberarme.

Al lograr soltarme salgo de la habitación y me dirijo a uno de mis hombres, quien ya espera en la sala. Le doy indicaciones de las cosas que debe ir a buscar para Yūji , algo de ropa ligera, cojines mullidos y sabanas calientes, ya que necesita estar lo más cómodo posible, al menos en lo que estamos aquí, este solo asiente y sale con dos más.

- Oye. - dice Sukuna - Gracias por traerlo de regreso. - soy incapaz de disimular mi sorpresa por sus palabras, ya que desde que lo conozco, jamás había escuchado que se expresara tan bien. Es el efecto Yūji , supongo. - Choso ya me dijo que pronto se casarán, así que cuida bien de él y si te atreves a lastimarlo te voy a castrar. - amenaza. Su amabilidad es tan volátil, como su buen humor. - ¿Irás con esos imbéciles? - cuestiona refiriéndose a los secuestradores.

- Si tengo que someter a un país entero para complacer a tu hermano, sin duda lo haré. - me encojo casualmente de hombros mientras sonrío para luego llevar mis manos a mis bolsillos. - Y por el momento me quedaré hasta que Shoko termine de revisarlo. - afirmo para luego apoyarme en la pared.

VOTOS MORTALESWhere stories live. Discover now