"Me cansé"

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Se dejó caer en el suelo alfombrado junto a Fran, este ladeó la cabeza y le miró, esperando algo.

— Lo siento —murmuró acomodándose a su lado.— Me sobrepasé.

— Lo hiciste —concordó el ojiverde. Su voz salió suavecita, triste.— Me dolió.

— Lo sé —se mostró afligido Esteban.— No me medí, me fui bien a la mierda.

— Muy a la mierda.

— Dale, ¿vas a repetir lo que digo? —frunció el ceño.

— Sólo recalco lo malo que fuiste conmigo —se encogió de hombros. En sus manos reposaba un plato con sandía picada en cubos, los cuales dejaron de verse apetecibles.— Te tomó dos días darte cuenta, y me deprime ver que ese es tu récord. ¿A la siguiente te vas a tardar un día, o una semana?

— Quería arreglarlo, pero parece que no quieres cooperar —se alejó de él, quedando casi al otro lado de la mesa de centro.

— ¿"Cooperar"? Vengo cooperando desde la primera pelea, y me cansé —ahora su tristeza se pasó a enojo.— No me gusta sentirme como basura, y eso es culpa tuya.

— ¿Culpa mía? —Esteban le miró incrédulo.— ¿Cómo va a ser culpa mía que te sientas así? Nunca fuiste de los que querían esa mierda de palabras de afirmación o qué sé yo.

Fran dejó el plato en la mesa de centro y se paró, no quería pelear a pesar de estar cansado de esa situación de mierda que era un círculo vicioso.

— ¿Y ahora te vas? —cuestionó molesto.— ¿Es en serio? —le siguió por la casa.

— No quiero hablar —le dijo fulminándolo con la mirada.— ¿O qué? ¿Yo no puedo irme cuando estamos peleando, pero tú sí? —atacó.

— ¿Cuál es tu problema?

— ¡Vos! —le gritó apuntándole con el dedo, al borde del llanto de frustración.— ¡Vos sos mi puto problema, Esteban! —ya no lo iba a aguantar.— ¡Todos estos putos años aguantando tus comentarios pasivo-agresivos y tus actitudes cambiantes! ¿¡Crees que es fácil seguir viéndote a la cara luego de oírte decir mierdas sobre mí?!

Esteban lo miró perplejo pestañeando lentamente, sin poder creer que la persona que tenía en frente, un hombre delicado y, por ende, débil, le estaba gritando como un maníaco.

— No sabés de qué hablás —murmuró Kukuriczka, sintiendo su cuerpo entero picar.— Yo no soy así.

— Sos así —espetó, una voz agria que inundó los oídos del hombre frente a él.— Y yo no voy a aguantar a alguien como vos, no más.

¿Qué significaba eso?

— Fran... —intentó agarrar su mano, pero este la apartó con violencia.— No...

— Me cansé, Esteban, de vos y de tus tratos de mierda. Soy un ser humano también y merezco respeto, el cual no me has dado ya en mucho tiempo —su sombría expresión le dolió en el alma.

Esto no le podía estar pasando.— No me dejes —suplicó, arrodillándose a sus pies y sosteniendo sus piernas.— Por favor, no lo hagas... voy a cambiar, lo juro... sólo no te vayas...

— Es muy tarde para pedírmelo.

Jamás se lo pidió, obvio. No cuando le clavaba la ley de hielo, ni cuando le oía llorar en el baño luego de las peleas.

Esteban se había transformado en lo que más odiaba: el tóxico. Y lo peor es que ni siquiera se había dado cuenta hasta ese segundo exacto.

— Sabes que te amo —susurró con un nudo en la garganta.— Fran...

— Ni siquiera podés demostrar que me amas como tal —Francisco se alejó de él nuevamente, su rostro mostraba enojo, pero sus ojos estaban tristes.

— No podés decir que no te amo porque es lo único que he hecho.

— Puedo decirlo, ¿y querés saber por qué? —le miró desde arriba.— Porque no recuerdo la última que dijiste amarme.

Le dolía ver a Esteban así, ojos rojos y arrodillado frente a él, suplicándole quedarse; pero si no dejaba las cosas claras ahora, jamás lo haría.

[♥︎]

10/03/24

ᴋᴇᴇᴘ ᴛᴏᴜᴄʜɪɴɢ ᴍᴇ // ᴇꜱᴛᴇʙᴀɴ x ꜰʀᴀɴᴄɪꜱᴄᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora