Capitulo 26

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Después de la intensa pasión que habían vivido, la atmósfera de la habitación quedó cargada de emociones contradictorias. A pesar de la conexión tan especial y del enorme placer que habían experimentado, ni Any ni Armando podían borrar las palabras hirientes intercambiadas previamente.

Se hizo un incómodo silencio y la tensión era evidente. Se fueron separando lentamente mientras cada uno buscaba una respuesta en los ojos del otro, intentando descifrar por qué se había desatado aquella tormenta de pasión desenfrenada, cuando entre ellos existía tanto rencor, resentimiento y desconfianza.

Nada tenía sentido. Una sensación de vacío y confusión se instaló en el ambiente, mientras cada uno, por su lado, trataba de ordenar en su mente y en su corazón sus propios sentimientos.

A pesar de la intimidad compartida, la brecha emocional que los separaba era más grande que nunca, y quedaba en el aire una pregunta sin respuesta: ¿cómo seguiría su relación después de la intensidad de la noche que habían vivido?

Se vistieron en silencio, sin atreverse a seguir mirándose. Después de unos minutos, Any abandonó su orgullo y se acercó lentamente a Armando, mientras este terminaba de ponerse la remera.

Él aparentemente no se inmutó, pero su corazón latía de prisa . La culpa lo carcomía por dentro, ya que por más que lo quisiera, no podía arrepentirse de lo que había hecho, lo que lo hacía sentirse un traidor frente al recuerdo de su hermano.

Había enloquecido teniéndola en sus brazos, sintiendo su aroma, acariciando su piel y experimentando la calidez de su interior.

El placer que había sentido superaba al de la primera vez que estuvieron juntos, lo cual era lo que más le molestaba. No podía perdonarse haber sucumbido a ella; eso no formaba parte del plan. Ya estaba casado y había logrado llevarla a la hacienda, la había humillado y despreciado tal como había prometido. Ahora, por un momento de locura, estaba a punto de arruinarlo todo. Pero no se lo permitiría. Any no debía ni siquiera imaginar la confusión y el tormento por los que estaba pasando.

_Armando, yo..._él levantó la mirada; sus ojos verdes se encontraron con los de ella y se oscurecieron.

_Será mejor que no hablemos_, dijo él con voz ronca y tajante,
_esto fue un error y no cambia las cosas_

Ella lo miró incrédula.

"Ese no era el hombre que la había amado hace unos instantes.
¡Cómo pudo ser tan ingenua! Casi estuvo a punto de decirle cuánto lo amaba y de preguntar una vez más, por milésima vez, qué había hecho tan mal para que él la odiara de esa manera. En silencio, agradeció no haber hablado . Si lo hubiera hecho, se habría sentido aún más infeliz.

Recuperó el orgullo que estuvo a punto de perder por un momento de debilidad y contraatacó a Armando con palabras duras.

_Puedes dejarme hablar y no interrumpir lo que quiero decirte?Al menos ten un poco de educación, porque yo estoy tratando de tenerla contigo...,si no fuera así...,
movió la cabeza de un lado a otro e hizo un gesto con la mano ,y agregó , olvídalo no vale la pena la explicación ._

Armando quedó confundido pero no dijo nada y Any se detuvo frustrada y dolorida.
Luego tomó aire y trató de relajarse para no romper en llanto.

_Lo que quería decirte antes de tu interrupción es que esta semana me marcho, y como tú dices, esto no cambia las cosas.
No fuiste mi único hombre y no serás el último, así que dejemos lo que ha pasado entre nosotros como algo natural entre un hombre y una mujer que se encuentran de pronto solos en un lugar como este y tienen las necesidades de cualquier ser humano."

Él la miró, su corazón volvió a latir de prisa, la sangre palpitaba en sus sienes y la furia envolvió por completo su corazón agitado.

"Necesidades de cualquier ser humano?"
Armando no salía de su asombro. ¿Cómo podía ser una mujer tan fría? ¿Cómo podía decir aquellas palabras como si hablara del estado del tiempo? Realmente era peor de lo que pensaba. ¡Por Dios! Y pensar que él por un momento estuvo a punto de confesarle la verdad y decirle que ella provocaba cosas en él.

_Y dime una cosa,preguntó Armando mirándola fijamente, solo por curiosidad, al menos ese 'cualquier ser humano' con el que estuviste hace un momento atrás, ¿tenía mi nombre, o pensabas en otro 'ser humano', como lo insinuaste anteriormente?"

Ella sonrió a pesar del tremendo dolor que sus palabras le causaron. Armando la estaba tratando como si fuera una cualquiera.

Lo miró a los ojos y contestó tranquilamente mientras lis nervios estrujaban sus vísceras :
_No tengo que responder tu pregunta, así que mejor me guardo la respuesta_.

Él la miró con todo el rencor reflejado en su mirada, luego se encaminó hacia la puerta, pero antes de abrirla se dio la vuelta y volvió a mirarla.

_Quiero que mañana te presentes en el desayuno y finjas bien tu papel de mujer recién casada. Ya te dije que he invitado a un posible comprador de nuestros vinos y es muy importante que des una buena apariencia. ¿Podrás hacerlo?_

_¡Ni lo sueñes! No voy a fingir que lo nuestro es un verdadero matrimonio porque no lo es. Además, no soportaré estar sentada en la misma mesa que tú_respondió Any.

Armando se puso furioso y, dando la vuelta, le gritó: _No me interesa si lo soportarás o no. Harás tu papel de señora de la casa y recibirás a mi invitado como debe ser. ¿O es que el papel de señora no lo sabes hacer?_

_¡Eres un maldito imbécil!_
De pronto se detuvo y su mente trabajó rápidamente.
Se dio cuenta de que ese no era el modo en que debía reaccionar si quería castigarlo como él lo hacía con ella; tendría que ser más inteligente.

_Por supuesto que lo puedo hacer, puedo hacer muchos papeles
¿o acaso no fuiste testigo del papel que acabo de representar?

_¿A qué papel te refieres?_
preguntó Armando sin entender lo que Any quería decir.

_ ¿Cómo a cuál papel? _ lo miró detenidamente y con desprecio.

¿Pensaste que estaba disfrutando de este ridículo encuentro? _
Dejo escapar una risa por lo bajo .

Armando quedó sin palabras y la miró interrogante.

_ No me mires así y, por favor, no seas tan iluso. Lo que sucedió recién es una pequeña muestra de lo que yo también soy capaz de hacer. _ Armando continuaba mirándola con una expresión que mostraba lo desorientado que estaba.

_ Vamos, Armando, _ hizo una mueca burlona. _ ¿En serio creíste que estaba disfrutando en tus brazos? ¡Por favor! Pensé que eras más inteligente, pero no te culpo; soy muy buena fingiendo, ¿no lo crees? _

Los ojos de Armando escupían fuego como los de un demonio y fue incapaz de contestar.

Se dio la vuelta y salió dando un portazo. Cuando Any al fin quedó sola, largó el llanto desconsoladamente.

Nunca imaginó que pudiera llegar a ser tan infeliz. ¡Maldito el día que lo había conocido!

La mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora