Act. 4

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Sin ningún adiós o alguna despedida, Bellatrix solo comenzó a caminar adentrándose más hacia el bosque, sin importar si yo la seguía o no, simplemente me dejó ahí parada junto a su hermana y sobrino. La señora Narcissa negó ante aquel comportamiento, me miró e inclinó la cabeza hacia la dirección en dónde su hermana se estaba yendo, en señal de que debía seguirla. Solté un suspiro pesado y con los pies casi a rastras fui hacia la dirección en dónde se había ido.

Al escuchar mis pisadas se giró, apuntando hacia mi rostro con su varita, sintiendo el miedo fluir por mis venas por inercia retrocedí y caí al tropezar con las raíces de un árbol.

-lumos -me miró por un momento y sonrió de forma torcida mientras cepillaba la punta de su lengua contra su maltratada dentadura. -caíste hacia dónde perteneces ¿No es así? Ahora camina, sangre sucia -Escupió siguiendo con su andar.

Me levanté tratando de sacudir la tierra del vestido, caminé a pasos rápidos para alcanzarla y ahora con una distancia de separación que consideré prudente para ir detrás de ella. Mientras más avanzábamos, el gélido viento chocaba contra mi cuerpo, sintiendo el como los dedos de mis manos comenzaban a entumirse, me abracé a mi misma tratando de mantenerme en calor mientras el vaho salía expulsado de mi boca. Habíamos caminado ya por varios minutos y cada vez me sentía más ansiosa sobre el lugar a donde nos dirigíamos y no estaba muy segura si preguntarle o no. Al mirarla con más a detalle, noté que sus pasos cada vez se hacían más torpes, parecía tambalearse por cada paso que daba. Me detuve en seco cuando soltó un gruñido, la miraba atenta el como se recargaba en uno de los árboles, mientras con su mano derecha sujetó el costado de su cabeza y con la otra ejercía presión por debajo del esternón mientras hacia una mueca de dolor; su pecho subía y bajaba con más frecuencia como si cada vez le costara respirar.

Estaba atónita, sin saber que hacer ¿Debía ayudarla? Lo más probable es que ni siquiera dejaría que la tocara. Vacilante me acerqué, al quedar a escasos centímetros ella en un movimiento rápido me volteó a ver, mostrando su rostro empapado de sudor y unos ojos brillosos llenos de cansancio.

-¡Tiny! -llamó, a los pocos segundos apareció una elfina, su rostro se miraba curioso al verme, pero rápidamente cambió a una de preocupación al ver el estado en el que se encontraba la bruja oscura. -llévanos a Dark Castle.

La elfina asintió, tomó de la mano de Bellatrix y de la mía, en un abrir y cerrar de ojos aparecimos en lo que al parecer era la entrada principal.

Era de un tamaño exageradamente grande y amplio, doce enormes pilares de marfil (seis en cada extremo) formados, abarcando toda la extensión de la habitación; cada pilar contaba con una lámpara, lo cual la iluminación era mucho mejor a comparación de la mansión Malfoy. El piso de mármol de un gris oscuro bien pulido, había una alfombra roja que abarcaba desde la enorme puerta negra, hasta subir a la escalera de estilo imperial; todo el lugar gritaba clase alta.

Bellatrix se giró a mi dirección y a pasos lentos, como sí me estuviera asechando sé acercó hacia mi; sentí un escalofrío bajando por mi espalda cuando su mano fría tomó de mi rostro, me giró hacia la derecha, luego a la izquierda, como sí me estuviera analizando. Me encogí cuando la escuché mofarse.

-Merlin, aún eres una mocosa. -se rio de forma cruel mientras negaba con la cabeza. -escucha pequeña mudblood, aún tengo muchos deseos de estrangularte, pero como lo habías dicho antes, eres muy importante para esto ¿No estás feliz? Porque deberías de estarlo, pasaste de ser una sucia sangre inmunda sin valor a una noble con demasiados prestigios, cualquiera envidiaría estar en tu posición. -con su dedo índice dio leves toquecitos en mi mejilla, por inercia me aparté. Ella sonrió divertida cuando hice aquel movimiento, mientras que yo tensaba la mandíbula, evitando decirle algo en lo que luego más tarde me pudiera arrepentir. -hay tres simples reglas en este lugar: La primera, tienes prohibido salir del castillo después del atardecer. Segundo, está prohibido el paso al gran salón. Por último y no menos importante, no entres a mi despacho o a mi habitación a menos que tengas mi permiso ¿Entendiste?

Ave Cautiva Where stories live. Discover now