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Despertaste de aquel sueño, pero la pesadilla seguía, era real. Tan solo pudiste sentir aquella asquerosa sensación de la oxidada y seca costra sangre en tu rostro. Y la más fresca, saliendo de tu nariz aún escurriendose lentamente.

El ruido de las llaves chocar contra la puerta de madera desde afuera te hizo estremecerte, significaba que Daniela estaba cerca y no saber cuánto, te ponía demasiado nerviosa.

Comenzaste a limpiarte con tu ropa mientras tratabas de que las cadenas no resonaran entre sí. Ahora había sange por todos lados, nariz, boca, ojos, manos... Era un desastre.

Podías sentir esa presencia que recorría toda tu columna vertebral como un miedo intensificado, un rayo. Que daba paso a las ideas menos agradables. Mirarla si quiera a los ojos era aterrador. Y decidiste que está vez estabas lo suficientemente asustada para no querer conversar con ella.

Frunciste el ceño a oír un leve sonido entre tu atadura, y rápidamente te recostaste sobre el charco de sangre escurrido en el suelo de la habitación. Haciendo una pequeña muñeca de asco al sentir la consistencia de la sangre sobre tu rostro otra vez.

-uhm, ¿Inconciente aún?- dijo Dany para sus adentros, aunque en voz alta. Detuvo el paso, acercándose. Entrecerró los ojos y miro de manera sospechosa, parecía que algo no le cuadraba del todo.

-¿Y estas manchas, corazón?- sentiste su respiración en el lóbulo de la oreja, cálida, rasposa y grave. aún con los ojos cerrados podías notar su sonrisa y a ser verdad, su voz se escuchaba distante hace apenas unos segundos, no te habías percatado que se había acercado así, provocando que el ruido de su voz te hiciera estremercerte aún más, delatandote por completo.

Daniela sabía que estabas despierta.

-no me gusta que mientas-su sonrisa se desvaneció en un rostro serio, que ya no daba la impresión de divertirse, pero el brillo de sus ojos te daban a entender que lo disfrutaba.

Agarró de forma brusca las cadenas que tenías como atadura, jalandolas con fuerza hasta crear fricción en tus muñecas. Te retorciste de dolor sin hacer un solo ruido, tu piel estaba rojiza, como el tono de aquellos almendrados ojos que te miraban con cuidado, pero analizando cada mínimo movimiento que hicieses.

Dany sonrió divertida, su intuición jamás le fallaba. Además, era cierto que le gustaba que sufrieras un poco.

Mejor aún si ella provocaba ese dolor.

-Oh, déjame ver, anda - dijo en un tono más dulce, en comparación a ese semblante aterrador que te había dado antes, este te daba más tranquilidad, si se le puede llamar así... Tomó con delicadeza tu rostro, mientras acariciaba tus pómulos con sus pulgares y con otra mano buscaba la lesión.

Cuando la encontró alzó tu rostro hacia atrás, ahí, adentro de tu nariz.

-Solo es una pequeña perforación.- muró tu adolorido rostro-los vasos sanguíneos que están ahí son muchas y delicados- empezó a dar una explicación detallada al ver tu incisión. -No es para tanto, ni si quiera duele- con una sonrisa a medias.

En el transcurso de la revisión médica conectaron miradas.

La miraste directamente y debías de admitir que de alguna forma esos ojos rojizos, dormidos, con aquellas arqueadas cejas y pestañas casi perfectas te fascinaban. Si no fuera porque esa misma chica te había secuestrado y ahora te estaba torturando con delicadeza para verte sufrir.

No apartabas sus manos aunque no querías que te tocara. Te sentaste bien sobre el suelo, estabas confundida y se nota a kilómetros, de todas las preguntas que se impregnaban en tu mente como cristales rotos que te atormentaban, sí que había una que estaba primero que todas. Una sumamente sencilla.

-¿Por qué?- los ojos llorosos aparecían en escena mientras Daniela observaba de aquella juzgona manera todo movimiento que hacías. Pero te miró a los ojos. Esos malditos ojos.

Dany aún con sus manos sobre tu acariciaba más lento, haciéndote sentir desesperada por obtener una respuesta. Su tacto se detuvo, soltó una risita divertida y una ladina sonrisa se asomó en tu rostro.

-Te quería solo para mí - respondió, mientras armaba pequeñas ondulaciones en tu cabello. -Te amo tanto que,no soporto verte con alguien más. Parecía que solo me rechazabas. Pero ahora que te tengo solo para mí te enseñaré a amarme, lo harás.- Lo haremos- recalcó sus palabras, totalmente segura. La adrenalina y el sentimiento de miedo volvió a subirte por todo y cuerpo, tus manos sudaban.

Jamás habías escuchado algo así en tu vida y más que sonar romántico sonaba como una pésima y horrible amenaza. Cómo si se pintara de algo que no era. Te habías dado cuenta de sus enfermizas intenciones.

Miraste al suelo, la tensión en su mirada era demasiado que soportar. Sentías que veía cada mínimo movimiento, respiración o parpadeo, te sentías expuesta ante ella.

Sabías que era cuidadosa, siempre lo fué. Académicamente siempre era la mejor, trabajos en tiempo y forma entregados con esfuerzo. Todo perfectamente calculado y ordenado, siempre había sido así, se daba cuenta del más mínimo cambio en algo, detalles específicos que se quedaban en su memoria, de la que nadie podía escapar.

Sí ella se enteraba... Acabarás muerta.

-Pero...- tu voz se tambaleó, no sabías si serías lo necesariamente tenaz para decirlo- Yo...- Dany ladeó la cabeza confundida. -No puedo escucharte- dijo. -Yo también te amo- demasiado baja, pero tomaste el valor.

Las palabras salieron por si solas, aunque no eran nada sinceras, mantuvieron contacto visual antes de que la mirada de Dany cambiase a una más suave. -¿Hablas enserio?- su tono era dulce, se notaba la tierna y leve emoción en su voz. Le regresaste la mirada, observando una sonriente chica.

Se quitó la capucha, dejando ver su cabello el cual había vuelto a la normalidad, completamente rubio.

-¿No estás mintiéndome, cierto?-Dany sonrió una vez más, trataste de regresarle eso, una muy fingida sonrisa que sin embargo alegraba el corazón de la rubia. Negaste pensando lo peor, que tal vez se había percatado de tu mentira.

Dany tomó el manojo de llaves al interior de sus bolsillos y abrió los candados de tus manos. Cuando terminó, revisaste tus muñecas, estaban rojizas y con algunos moretones por lo de hace rato. Te quedaste estática unos segundos antes de que Daniela se dirigiera inocente hacia a ti con los brazos abiertos, trataba de abrazarte.

Pero no, no lo harías. Realmente ni si quiera la amabas.

Mientras ella cerró los ojos anhelando su cálido abrazo, golpeaste con fuerza su estómago haciendo que cayera sobre su misma de manera brusca.

Tomaste el manojo de llaves que tenía en manos y saliste corriendo, con la adrenalina dilatado tus pupilas.

La puerta no estaba cerrada así que de un empujón saliste rápidamente de ahí azotandola cuándo pasaste, tomaste algo de aire y trataste de tranquiliza a tú corazón estaba latiendo demasiado rápido.

Al poco tiempo te diste cuenta que el almacén, lo que creíste que era en principio, era el sótano de una casa que... No lograbas reconocer, pero no se encontraba en mal estado, solo aquel lugar parecía pudrirse.

Observaste tu entorno, y notaste, al mirar fugazmente una ventana, que las calles eran familiares. Pero aún no te daba tiempo de pensar el «por qué». Comenzaste a escuchar ruidos, tropiezos, pasos acelerados y cosas romperse a la lejanía, que poco a poco comenzabas a acercarse.

Retomaste el manojo de llaves al tratar de abrir la puerta principal que claramente estaba cerrada, tan rápido cómo pudiste, abriendo de una vez por todas.

Habías quizá logrado salir de ese infierno.

Quizá.

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⏰ Last updated: Apr 08 ⏰

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Murder SceneWhere stories live. Discover now