Capítulo 5

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La canción recomendada de hoy es Romantic Homicide de d4vd.

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Los 3 días que Gojō les había dado para decidir de qué lado estarían, había terminado. Todos estaban expectantes de que sucedería después, por lo que los altos mandos se habían trasladado, o mejor dicho, refugiado en la Academia de hechicería de Tokio.

Todos los alumnos y personal de Kioto, también se encontraban ahí para reforzar la seguridad. Aunque en el fondo sabían cuál sería su destino si decidían luchar.

Todo el día estuvieron alertas, las barreras se habían reforzado. Todos aquellos de hechiceros de semi-primer grado hacia arriba, estaban al frente y aunque no se esperaba la participación activa de los jóvenes de primer año, estos también estaban presentes.

Llegada la tarde, justo cuando el sol buscaba refugiarse, las barreras fueron superadas sin mayor dificultad. Frente a ellos se encontraba nada más y nada menos que el hechicero más fuerte de la época actual. Algunos comenzaron a murmurar, otros pensaban en huir y otros estaban resignados a su inevitable destino.

- Veo que han tomado una decisión. - respondió sin rastro alguno de emoción.

- Aún estás a tiempo para parar esta locura, Satoru. - de entre la multitud salió Yaga, acompañado de Nanami y Shoko, quienes al verlo quedaron en shock.

Aquel vivaz albino, no era ni la sombra de lo que una vez había sido, ni siquiera después de la traición de Geto había lucido tan mal. Su piel blanca, era aún más pálida y lúgubre, sus labios estaban resecos, su cabello había crecido un poco y lucía descuidado, había perdido peso y se le notaba mucho más delgado, pero lo peor fue ver sus ojos, notables ojeras los enmarcaban, el brillo de aquellos zafiros se había perdido por completo y en su lugar parecía que el fondo del océano frío y vacío estaba por consumirte, no había nada.

- Solo te pedí que me dejaras el camino libre, dije que no lastimaría a ningún hechicero y aun así, los trajiste a morir por esos cerdos.- dijo sin más y en su mano derecha se formaba su técnica ritual, azul - Siempre tienen que hacer todo tan difícil. - suspiró y libreró su ataque contra las instalaciones vacías a su derecha, arrasando con todo a su paso.

Una sonrisa cruel y rota se formaba en sus labios. La mayoría de los presentes temblaban, pues contrario a su apariencia, sus ataques estaban a su máxima potencia.

- ¡Gojo! - exclamó Nanami, había levantado ambas manos en señal de no querer un enfrentamiento. - No comprendo tu dolor, pero estoy seguro de que esta no es la forma correcta de hacer las cosas. - dio un par de pasos al frente de todos los hechiceros que estaban expectantes. - Itadori no habría querid- - no puedo terminar su discurso, pues un fuerte puño se había clavado en su abdomen, dejándolo sin aire y haciéndolo caer de rodillas.

- ¿Y qué carajo saben ustedes de lo que Yūji quería? - espetó en voz alta para que todos lo escucharán. - Muchos de ustedes pedazos de mierda esperaban con ansias su ejecución. ¿Creen que no lo sé? - dió un par de pasos al frente. - Les preguntaré una vez más... ¿Huyen o mueren? - en su mano izquierda se formaba su técnica ritual inversa, rojo.

Un todo o nada era el significado de aquella incursión. Los presentes en su mayoría estaban al borde del colapso, ya que habían sido preparados y educados para luchar contra maldiciones, no contra los mismos hechiceros.

Tan pronto como pudieron, muchos huyeron, reduciendo su bando a 1/3 de capacidad.

- No es necesario que llegues a tanto. - habló una albina que poco a poco avanzaba con un papel en mano, al estar frente a frente se lo entregó. - está es su ubicación. -

- Siempre es un placer hacer negocios contigo Mei Mei. - respondió el peliblanco tomando el papel.

- ¿Cómo te atreves? - gritó Yaga quien no podía creer lo que veía.

- No pretendo morir aquí. Les advertí que estaría del lado de quién mejor me pagará y así lo hice. - acercó a UiUi que le seguía los pasos y desaparecieron.

Contempló por un momento la información y se deshizo del papel. Si bien pretendía luchar, lo cierto es que no planeaba salir de ahí con vida, ya estaba cansado, ya estaba hartó y su anhelo era reunirse con Yūji en el cielo, en el infierno, en otra vida o donde fuera, porque aun en los brazos de la muerte no dejaría de buscar a su pequeño sol.

Los más osados decidieron atacarle y para sorpresa de muchos, su infinito estaba desactivado por lo que pudieron asestarle un par de golpes, nada grave.

- Que insolentes - dijo mientras se posicionaba al centro de la multitud. - Veamos si pueden resistir esto. - Expansión de Dominio: Vacío inconmensurable. - y con ellos se abrió su dominio por 0.03 segundos. El 70% de los presentes cayó inconsciente, solo aquellos con dominio simple quedaron en pie. Al igual que aquellos a los que decidió tocar para anular su efecto, Shoko y Yaga. Por suerte, Nanami había quedado fuera del rango.

Una vez anulado su dominio avanzó entre los presentes. Yaga intento decir algo, pero las palabras no salían de su boca y sin importar lo que quisiera sabía que nada pararía al mocoso.

Hechiceros como Noritoshi Kamo, Todou y Kusakabe querían seguirlo, pero Yaga los detuvo.

- Déjenlo. - dijo resignado. Apretó su puño tan fuerte que sus nudillos se habían puesto blancos.

- ¿Dejarás que los mate? - preguntó Gakuganji.

- ¿Tienes algún plan para detenerlo? - cuestionó Yaga con molestia, a lo que el otro anciano negó con la cabeza.

Y todos los presentes quedaron en silencio. Ahora la prioridad era atender a los inconscientes y asegurarse de que no quedaran secuelas.

Por su parte, el albino avanzaba rápidamente, sabía que ya no quedaba tiempo, al menos a él no le quedaba demasiado.

En su afán de reunirse pronto con su lindo pelirrosa, se había encargado de ocultar a los pocos integrantes de su clan. En 3 días había resuelto sus vidas en otro país, con un apellido diferente, había hecho que Mei Mei transfiriera dinero y propiedades en el extranjero para asegurarles vidas dignas. Sin embargo, no todo había Sido sencillo, ya que en el camino se encontró con diversos usuarios malditos y maldiciones con rituales médicamente decentes y que más de alguno por su peculiaridad había logrado perturbar su propio ritual.

Sabiendo que su técnica inversa repararía todo, decidió desactivarla al igual que su infinito, por lo que justo ahora, su cerebro y cuerpo estaban al límite. Podía sentir a la muerte muy cerca, anhelaba irse con ella pero no sin antes llevarse a todos esos malditos.

Su respiración era un poco agitada, de su fosa nasal derecha escurría un fino hilo de sangre que limpió únicamente con su mano.

Finalmente, había llegado. Los bastardos se estaban escondiendo en la sala de ejecuciones, en la misma dónde su hermoso sol había dejado de brillar. - Qué irónico. - dijo para si mismo. Y voló la puerta con su técnica azul.

Los gritos e insultos de los mayores no se hicieron esperar al verlo. Estaban en pánico, realmente creían que el joven había matado a todos los hechiceros y ahora estaba ahí por ellos.

- Siempre es bueno verlos. - sonrió con cinismo. - Es hora de que nos divirtamos. - dijo mientras se adentraba a la sala.

Su venganza está a punto de terminar y con ello su vida también.

Pero no contaba con que un rubio había intentado seguirle los pasos y que este se encontraba a solo minutos del lugar.

EL DÍA QUE SE PERDIÓ EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora