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---Minutos antes...

Podía ver el peligro en el ambiente; todo a su alrededor era un caos visual. Escuchaba a su derecha los gritos de los rehenes y veía desde dentro las luces mal filtradas de las patrullas, pues algo que no sabía estaba cubriendo las ventanas. Al mismo tiempo, escuchaba la voz amplificada de los policías pidiendo a quienquiera que estuviera dentro de la comisaría que saliera, o se atendría a las consecuencias.

Tampoco es que tuviera demasiado tiempo para pensar en lo que lo rodeaba, ya que dos sujetos desconocidos hasta ahora y aparentemente más poderosos que el atacante promedio al que solía enfrentarse, lo estaban acribillando a quemarropa con proyectiles de un extraño color neón, que por muy poco podía evadir.

Desde que la araña le obsequió sus habilidades hace un año, nunca se había enfrentado a sujetos como ellos, que eran tan fuertes como para hacerle frente a sus arácnidas habilidades. El sonido de dos metales golpeando contra el suelo llamó su atención; dos cuchillas enormes, jaladas por cadenas, se sujetaban de la espalda de uno de los sujetos y se arrastraban hasta el suelo de la comisaría.

Y por la espalda podía escuchar al otro recargando la extraña arma, alistándose para otra ráfaga de balas.

El primer lanzamiento de las navajas fue directo a su pecho y solo las esquivó por poco, pero el ataque fue secundado con las balas verdes y brillantes, para las cuales tuvo que usar su ingenio. Spiderman pudo sonreír bajo la máscara; sentía la adrenalina calentar su sangre. Sus pulmones no dejaban sentir el pronto agotamiento de su cuerpo. Los sujetos se veían notablemente más cansados; lo veía en su semblante encorvado.

Lo que lo distrajo fue el sorprendentemente estúpido movimiento. El tipo de negro y capa empezó a sacar un par de alas desde su capa, ambas propulsadas por dos turbinas, comenzando a volar hacia la salida seguido más atrás por el otro sobre un "monopatín" volador.

El tiempo pasó en cámara lenta; disparó una telaraña, notando cómo los sujetos lanzaban una bomba directo a los rehenes. La viscosidad de la tela logró atrapar la pequeña caja explosiva, para posteriormente lanzarla hasta la puerta cubierta de moco verde.

La puerta voló en mil pedazos; la estela de humo y polvo se hizo tan densa como la neblina. No pasó mucho tiempo antes de que ya estuviera entre los edificios, peleando en el aire con el sujeto con alas, perdiendo de vista al sujeto dorado y al de la patineta voladora. Spiderman se balanceaba justo sobre las cabezas de todos, con la mirilla del arma del contrario apuntándole, esquivando todo lo que este se le ocurría lanzarle.

—¡No debiste seguirme! —le gritó el hombre con una voz que rozaba la felicidad, erizándole la piel a Roier.

—¿Por qué, miedo? —le retó Roier, sonriendo bajo la máscara, haciendo énfasis en la segunda palabra.

—¡No siempre puedes salvar a todos! —Roier no lo entendió, lo miró desconcertado, aún atajando cada ataque del maleante.

—¡CELLBIT! —pudo escuchar el llamado lejano de la multitud en tierra.

Su mirada viajó rápidamente al suelo junto a la comisaría; el humo aún se disipaba, pero el fuego se expandía, y justo en el centro, alcanzó a reconocer una cabellera castaña.

La distracción fue suficiente para que el encapuchado le alcanzara a clavar un dardo en las costillas. Pudo escuchar su risa alejarse, pero su vista estaba sobre el maldito inconsciente en medio de todo el fuego y sobre una extraña esfera.

Su respiración se cortó cuando la palabra "Bomba" llegó a sus oídos, así que se apresuró a llegar hasta él.

La lluvia del exterior cegaba su visión, dejándole solo distinguir algunas figuras.

Sentía sus latidos palpitar en sus oídos y muñecas.

Y casi juró escuchar un segundero en su cabeza.

Lanzó una telaraña directo a la bomba y seguido otra al muchacho sobre ella, separándolos a la fuerza y lanzándolos al aire con ayuda de un fuerte balanceo.

La bomba explotó en el cielo, soltando un montón de pedazos de metal y nubes verdes de gas. Y Cellbit se aferró a su cuello con tanta fuerza como para cerrarle un poco la garganta. Sintió un pequeño pinchazo en su espalda que lo hizo quejarse; sus brazos estaban adoloridos, tenía una herida en su costado, por fin podía sentirla ardiendo en su piel, sus ojos estaban nublados del sudor y la lluvia, y los plásticos que tenía su máscara se empañaron. Todo adornado por los paniqueados y ruidosos gritos del rubio cenizo en sus brazos. 

—¡No puedo creer que hace solo unos segundos estabas cubriendo una bomba con tu cuerpo, pero que le temas a las alturas!— Roier casi podía llorar, pues el ardor en su cuerpo y el casi insoportable pinchazo de el dardo en su costilla, le llenaban los ojos de pequeñas lagrimas adoloridas, en cambio, se reía.

—¡ESTAS LLEVANDOME CONTIGO SOBRE UN EDIFICIO DE 14 PISOS MAS VALE QUE TE CONCENTRES EN NO DEJARME CAER!—berreo el rubio mientras se aferraba con mas fuerza al cuerpo contrario, su estabilidad mental y física dependiendo de ello.

—Oh por favor, estas a salvo conmigo, cálmate Ce...—alzo la voz vocalizando la ultima letra al darse cuenta de su "casi" metida de pata. Se suponía que Cellbit no lo conocía. No podía ir llamándolo por su nombre vestido como el hombre araña, así como así.

Se tranquilizo cuando noto que el mayor, tenia asuntos mas importantes en los que pensar, que señalar su error, por ejemplo, no vomitar y orinarse encima, por el  vértigo que le causaba estar en un lugar tan alto y sin una pared o paracaídas cerca que lo salvara de volverse una estampilla contra el suelo.

—Deberías considerar el no gritarme, teniendo en cuenta que soy yo quien no deja que te caigas contra el suelo.— espeto Roier con voz ahora mas grave y modulada que antes, con una sonrisa burlona bajo la mascara y una risa que se metió con el pavor y el orgullo de el contrario.

Aunque , de igual forma, su miedo lo rigió por el camino mas razonable.

—si...—.



















Para cuando Cellbit estaba pisando tierra nuevamente, estuvo a un pelo de rana calva de besar el suelo. Agradecido con quien fuese el creador de ese maldito universo por dejarlo vivir un día más en la tierra... Y esperaba que MUY cerca de la tierra, si no era mucho pedir, pensó el de ojos azules. Aunque a juzgar por el lugar donde se encontraban, eso si parecía ser de mucho pedir.

Un edificio de no más de cinco pisos.

Cellbit miró a Spiderman sobre la cornisa de la azotea de un edificio cercano al centro, convenientemente cercano a su departamento y también convenientemente cercano a la estación que lo llevaba a su universidad.

El ojiazul barrió con la mirada el aspecto del chico arácnido, notando rasgaduras en sus ridículas ropas, dejando ver algunas grandes heridas, por suerte no pareciendo muy profundas.

—Deberías ir al hospital, señor Hombre Araña —habló Cellbit obviando su mirada en los cortes. El enmascarado no dijo nada, pero no se movió mucho.— Bueno, a lo mejor es difícil explicar con qué se hizo daño —Cellbit desvió la mirada incómodo; estaba hablándole como si fuera un señor de cuarenta años, pero ¿podían culparlo? Estaba con un extraño al que nadie, desde el día que apareció, le había visto la cara.

—Deberías volver a casa, es noche para los universitarios... —dijo Spiderman antes de lanzar una telaraña y marcharse entre los oscuros callejones y edificios.

—Pero si apenas son las nueve... —

El rubio sonrió desconcertado, suspirando una pequeña nube de humo por su boca al respirar.La lluvia había hecho esa noche notablemente fría. Y él estaba completamente empapado.

"Debo correr a  Papá  de casa", pensó.

TU AMIGO Y COMPADRE SPIDER-ROIER//Guapoduo//Where stories live. Discover now