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Problemas.

— No lo sé con exactitud —

Dijo el peli-rojo adoptando una pose de pelea.

— Hm... ¿por qué el cabello?

Dijo el de tez verte, señalando el cabello del sayajin, para después también adoptar una pose de batalla, esperaba una respuesta que almenos resolviera un poco el  lío en su cabeza.

— No lo sé... —

Dijo el sayajin.

— ¿Me recuerdas Son Goku? —

Pregunto el de tez verde abandonando su postura y acercándose a paso firme hacia el personaje en frente suyo.

— ¿Recordarte? Nunca te he visto —

Respondió retrocediendo por la repentina cercanía del otro, iba a lanzar un golpe pero fue detenido.

— Son Goku, tu viniste antes aquí a pelear conmigo —

Frunció el ceño mientras dijo aquello, como es posible que el sayajin se comporte de esa manera, no parecía el, en lo absoluto.

— No se de que hablas —

Dijo está vez alejándose un poco y tirando una patada al rostro del sujeto, el cual logro esquivarlo y lanzar un puñete al estomago del peli-rojo el cual detuvo su ataque con una mano.

— enserio... ¿No sabes quién soy? —

Dijo otra vez el peli-blanco alejándose un poco para así volver a atacar.

— No... —

Dijo el sayajin esquivando cada ataque por parte del otro.

— No puedo creerlo —

Dijo irritado haciendo su clásica técnica de la espada ki, logrando rozar un poco el velo que llevaba del pelirrojo, así cortado un poco de este y también logrando un pequeño corte en la mejilla del sayajin.

El sayajin iba a responder con otro puñete con dirección al rostro del de tez verde, de no ser por la irrupción del Dios destructor quien se puso frente al peli-palmera quien logro detener su ataque antes de impactar contra el dios.

— Suficiente, vámonos ya —

Dijo mirando con suma seriedad al sayajin, quien solamente asintió y comenzó a seguir al dios quien comenzó moverse.

— Whis vámonos, fue un placer Kaio-Shin Gowasu —

Dijo posicionándose a lado del angel tomando del hombro al susodicho.

— Oh, en fin... Hasta otra ocasión Señor Gowasu, Zamas —

Dijo con su más tranquila sonrisa mirando por un momento al sayajin, de quién esperaba una despedia formal o aunque sea una buena despedida.

— Nos vemos... —

Dijo el sayajin, tras aquella palabras el trío se fue dejando solos al maestro y discípulo. Quienes retomaron sus 'labores'. Aún que algunas dudas no abandonaban la cabeza de Zamas.

La vanidad de un DiosWhere stories live. Discover now