Capítulo 9. - Escapar.

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La respiración de Evangeline estaba tranquila, pero su corazón latía de forma descontrolada en su pecho. Sentía los latidos en su caja torácica y en sus oídos. Su cabeza agachada, por el cansancio, y mojada por el sudor frío que la recorría y que le calaba hasta los huesos por la humedad, provocaban que tiritara.

Pero el frío era lo de menos en ese momento. El miedo la invadía y la rabia de no poder defenderse. A pesar de las clases de John para disparar y de que su padre le había enseñado a usar un objeto punzante, estaba atadas de pies y manos, literalmente. Sus muñecas cada vez le dolían más cuando tiraba de sus ataduras. Sus pies descalzos ya no les sentía.

El miedo de no volver a su vida, de no ver más a sus padres, de no ver más la luz del sol, de que sus pies tocaran el césped fresco, de sentir el aire en su cara y su melena, de pasear por las calles de la ciudad, de no ver más a la familia Shelby, de no volver a escuchar la voz de Thomas, ni verlo sonreír...

La cara del Shelby se difuminó en su mente cuando nuevamente el dolor de una quemadura la asaltó. Uno de los matones de su ex jefe le había vuelto a apagar un cigarrillo en la rodilla desnuda. Apretó los dientes, intentando contener en vano el gemido de dolor del fondo de su garganta. La sonrisa sádica del hombre le confirmó que aquello era música para sus oídos.

"Hijo de puta" fue el pensamiento que cruzó por su mente, además de meterle una bala ente aquellos ojos verdosos. Veía al otro hombre hablando con Smith y a este fumando mientras la contemplaba. El policía que la acosaba y estaba metido en aquello había desaparecido, pero ella no pensaba que estuviera muy lejos.

- ¿Vas a hablar, querida? – preguntó Smith desde su posición.

- No tengo nada que decirles. – contestó ella manteniendo su mirada. Vio como se encogió de hombros antes de recibir un golpe en la mejilla que le desvió la cabeza y le hizo pitar los oídos. Sin embargo, volvió a girarla y le devolvió una mirada desafiante a su ex jefe, que se acercó con las facciones contraídas.

Una vez cerca, ella percibió el olor a cigarro y alcohol que provenía del hombre y una arcada la asaltó. Su ex jefe tiró de su pelo hacia atrás. – Podríamos utilizar tu boca para otros fines ya que no quieres hablar para proteger a los Shelby.

Ella tragó saliva. En el fondo, sabía que aquellos hombres no lo harían. Aunque Logan pareciera inofensivo, todos los presentes sabían lo que era capaz de hacer, así que no lo harían. Pero que lo insinuaran le provocaba un escalofrío que la recorría de arriba abajo y que el miedo se instalara en su pecho.

- Hágalo. Veamos que hace Logan cuando llegue y vea que habéis hecho.

- ¿No podemos matar a esta zorra y marcharnos, jefe? – preguntó el segundo matón, poniéndose a la vista de la chica, que consiguió verlo levemente por la poca luz del lugar. – Me tiene de los nervios.

- Escúchame querida. Los Shelby no vendrán a por ti. No les importas. No eres parte de ellos. Si tienes esa esperanza, bórrala. Además... - la sonrisa de suficiencia del señor Smith le vaticinó que lo siguiente le dolería en el corazón y el alma. – Thomas no puede olvidar a su mujer. Tú solo serías un pasatiempo. Y te garantizo que los de aquí te tendrían más satisfecha que él.

Su corazón se rompió ante aquel golpe de realidad, aunque una vocecita en su mente le decía que aquello no era verdad. No podía verse débil. Era lo que ellos querían. Y ella no complacía tan fácilmente a quien no se lo merecía. Así que sonrió, a pesar del tirón de su pelo y enseñó sus dientes a Smith. – No le llegáis a la suela del zapato. Ni ahora, ni antes, ni nunca.

Recibió dos golpes más en su rostro y casi la vence la inconsciencia cuando escuchó aquella voz que no quería oír. Logan había vuelto. No podía escuchar bien que decía, pero por los pasos que escuchó alejarse, intuía que se había quedado a solas con él. La rabia sustituyó el miedo y quiso gruñir. Tiró de sus ataduras y sintió la cuerda clavarse en su piel.

Loyalty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora