Extra I

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Brandon Leister

La yema de mis dedos tamborilean en la mesa de roble. Me encuentro en un restaurante rústico ubicado en el centro de la ciudad, acompañado de la música más deprimente que podría existir. Le doy un trago más al bourbon sintiendo el sabor en mi boca, tomo de la barra un puñado de nueces de la india que yacen en un plato de vidrio y me levanto del taburete llevándome dichas nueces a la boca junto a la botella que no dudo en sostener con la otra mano. Tomo asiento en la mesa que he apartado esperando a mi acompañante. Se ha escapado nuevamente del departamento escondiéndose de su hermana. Sin embargo, mis pensamientos no van dirigidos hacia ella, si no a Charlotte. El "positivo" en aquel documento me ha dejado ensimismado, y el recuerdo de su mirada cruzandose con la mía cuando vi la prueba positiva me dejó perplejo.

"—Positivo —le dije mirándola a sus ojos color café claro.

—¿Tienes un problema con ello? —preguntó arrebatandome el papel.

—Ninguno, ¿y tú, futura señora de Leister? —respondí con burla.

—No se lo dirás, no aún.

Sonrío con burla, tomándola después de la barbilla cuando me inundan las ganas de besar a la mujer de mi hermano.

—No, por el momento me quedaré callado. Pero recuerda preciosa, que la verdad siempre viene cargada de pecados."

Una mirada feroz solo puede ser mía, y ahora me siento como la canción que se escucha de fondo en este bar. ¿Cómo es que al ser humano le gusta pecar? Una oscuridad en la lejanía de la vida, y pareciera que seguimos corriendo sin rumbo alguno cuando se nos declara culpables de nuestros propios pecados. A veces quisiera ser perdonado por los errores que he cometido en el pasado y en mi presente, pero pareciera que más que detestar ese sentimiento, me fascina cometerlos.

—Lo siento, había mucho tráfico y...

—No te preocupes pequeña —le respondo mirándola a los ojos.

Me sonríe con delicadeza y me mira como si fuese un adonis. Le he tomado cariño a pesar de que me he acercado a ella por mero interés y no sentimental.

—Que guapo se mira profesor.

—Te he dicho que no me llames así fuera de clases —le respondo.

Una de las dependientas me acerca dos vasos de cristal a la mesa y nos sirvo a ambos lo que estoy tomando.

—Como gustes Brandon —responde encogiéndose de hombros, dándole un sorbo al vaso y recalcando mi nombre.

Le sonrío, a la vez que niego con la cabeza.

—¿Cómo te fue hoy en clases? —le pregunto.

Comienza a hablar apasionadamente. He notado su nobleza, y sin duda alguna para abogada sería un desperdicio, pero cuando habla de repostería le brillan los ojos, como si viajara a otro mundo. Me habla sobre repostería y lo que hizo en las clases, no para de hablar pero soy de los hombres a los que no se le escapan los detalles y opto por escucharla. Pero todos tenemos un límite.

Sin dudarlo me acerco a ella para callarla con un beso, la chica me saca de mis casillas cuando habla como un perico sin callarse, pero debo confesar que me gusta. Mis labios rozan la suavidad de los suyos, pero suelo ser brusco, y finalizo el beso con una pequeña mordida.

—¿Acaso tienes hambre? —se burla.

—De otras cosas, si —respondo acomodándome en la silla.

Eso nunca sucederá, pienso.

—Que barbaro eh, la verdad es que yo también, aunque me da miedo para ser honesta probar cosas nuevas, pero también soy de mente abierta y si me gustaría tener sex...

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⏰ Last updated: Mar 13 ⏰

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