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Alondra

En cuanto Samantha se fue me senté en mi cama para recuperar el aliento.

Carreras... Dios mío, hacía por lo menos cinco años que no asistía a ninguna y era algo que me apasionaba. Había sido una de las pocas cosas que había heredado de mi padre y los pocos momentos que había disfrutado de su compañía.

Recuerdo haber estado sentada en el suelo junto a sus pies mientras pasaban las carreras Nascar por la televisión... Mi padre había sido uno de los mejores pilotos de su época, hasta que todo se estropeó... Podía ver la cara de mi madre cuando me prohibió terminantemente volver a tener algo que ver con los coches, las carreras y ese mundo.

Había sido la única vez que me había mirado con tal determinación y seriedad que tuve que prometérselo... Y aún así... ansiaba volver a aquello, me traía buenos recuerdos de cuando mi primo Joe y yo nos juntábamos para ver las carreras que tenían lugar en unas pistas que había a varios kilómetros de la ciudad... era genial, y en más de una ocasión había sido yo la que había corrido.

Con solo doce años ya sabía conducir a la perfección y fue justo ese año, el año en el que me desarrollé y cuando me crecieron las piernas lo suficiente para llegar a los pedales, cuando mi primo me dejó correr con él. Fue una de las experiencias más alucinantes de mí vida, aún puedo recordar la euforia de la velocidad, la arena pegándose a los cristales y entrando en el coche, el chirrido de las ruedas... Pero sobre todo la tranquilidad mental que me profesaba.

Cuando corría era una de las pocas veces en la que todo lo demás no importaba; solo estábamos el coche y yo: nadie más. Pero había hecho una promesa...

Con un suspiro me incorporé y cogí mi teléfono. Mis amigos no parecían echarme de menos en absoluto. Aquella noche iban a otra fiesta en casa del primo de mi novio y ni siquiera se habían dado cuenta que yo seguía en el grupo de chat de donde podía leer todos los detalles sobre la bebida, la gente y el desfase que se iban a meter todos aquella noche. Sentí un pinchazo de dolor y de irritación también.

Alexa aún no me había llamado; yo ansiaba escuchar su voz, hablar como hacíamos antes de que me marchara, horas y horas... ¿Por qué no me llamaba? ¿Se había olvidado de mí? ¿Se había olvidado de su novia?

Con esos pensamientos, salí de mi habitación para encontrarme con mi madre y Homero en el recibidor de la entrada. Él estaba de esmoquin y parecía un actor de Hollywood con su elegancia y aquel porte que para mi desgracia había heredado también su hija.

He de admitir que cuando había visto a Samy con aquel vestido había tenido que contener las ganas de abrir los ojos de forma desmesurada y sacarle una foto. La morra estaba más que buena, eso tenía que reconocerlo pero ahí se acababa cualquier cosa positiva respecto a ella; aunque me había sorprendido que estuviera metida en carreras de coches... Al fin y al cabo compartíamos algo más que nuestro tatuaje.

Mi madre estaba espectacular. Aquella noche acapararía todas las miradas y con razón. El pelo, rubio platino a diferencia del mío que era indescriptible por todas sus tonalidades, le caía en cascada sobre su hombro derecho en unos perfectos tirabuzones. Su otro hombro estaba desnudo y su piel brillaba con aquel producto que se había comprado y con el cual había insistido en rociarme a mí. Me había echado por el pelo y por las partes de mi cuerpo que quedaban desnudas que para mi disgusto eran bastantes.

No sabía de dónde había sacado aquel vestido pero mostraba más de lo que me habría gustado a mí, eso estaba claro. Hasta Samantha se había quedado mirándome las tetas y no quería ni pensar en lo que sus amiguitas idiotas incluido mi pareja, Alana, me dirían aquella noche.

𝐂𝐮𝐥𝐩𝐚 𝐌𝐢𝐚 {𝐑𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬_𝐠𝐠} (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora