Capitulo 18

86 10 0
                                    

- Dios, soy imbécil - suspiró llevándose las manos a la cara al darse cuenta de que Karla no la había delatado-.

- Ya estás abriendo la boca, Lucia.

- Le dije su apellido. Sólo eso, te lo prometo.

- Pensaba que al menos tú tenías dos dedos de frente pero ya veo que para nada - bufó Lauren-.

- Lau...

- ¿En qué momento le das esa información a mi hija? No lo entiendo. Es una cría. Me organizó una cita con Camila. ¡Una cita! Como si esto fuera quién quiere casarse con mi madre.

- ¿Y cómo fue? La cita, digo - se interesó Lucy, causando que Lauren rodara los ojos-.

- ¿No me vas a pedir perdón por lo menos? ¿Te parece normal que me manejéis la vida a vuestro antojo?

- Perdón, si eso es lo que quieres, pero no me arrepiento. Necesitabas un reencuentro, por tu salud mental.

- ¿Qué sabrás tú de mi salud mental?

- Llevo toda la vida aguantándote, amiga - sonrió Lucy-. Te conozco y sé lo que necesitas, hasta tu hija adolescente se ha dado cuenta, Lau.

- Es que, de verdad. Ya me cuesta creer que una mocosa quiera que su madre se reencuentre con su supuesta enamorada a la que le compone canciones romanticas. ¿Pero tú, que sabes toda la historia? ¡En qué carajos pensabas!

- No sé, Lau. No pensé que iba a atreverse a contactarla, creí que solo tenía curiosidad. ¡Yo que sé! - se excusó-.

- Ay, mira. Estoy cansada de vosotras. No sé quién os creéis que sois, ni tú ni mi hija, pero os aseguro que sólo habéis provocado que me hunda más en la mierda. Así que muchas gracias.

Lauren se levantó de la mesa indignada y, dejando a su amiga con la palabra en la boca, puso rumbo a su casa.

Sus dos pilares, sus dos personas favoritas en el mundo se habían aliado para orquestarle la vida a sus espaldas como si ella fuera un mero títere.

Estaba decepcionada, dolida y a todo eso había que añadirle el rechazo por parte de Camila. Lauren se sentía en un pozo. Agobiada, sobrepasada, estancada y sin nadie en quién apoyarse, pues con su amiga y su hija había empezado una ley del hielo, creía que era lo mínimo que merecían tras ser unas entrometidas.

"Lucy, ¿mamá te habla?"

"No. ¿Y a ti?"

"Tampoco. ¿La hemos cagado mucho, no?"

"Un poco, pero se le pasará, tranquila."

"Eso espero."

Lauren llevaba exactamente dos semanas sin comunicarse en absoluto con Lucy, y cruzando las palabras justas y necesarias para la convivencia con Karla. E iba a explotar. Porque al no hablarse con ellas había podido pensar demasiado, y porque las echaba de menos. A quién iba a engañar, no podía vivir sin ese par de locas que en el fondo, y con las formas más torpes del mundo, querían lo mejor para ella.

También había reflexionado sobre Camila y todo lo que le dijo. Había pensado sobre la vida que llevaba y sobre la posibilidad de volver a empezar.

Además, había compuesto mucho. Y rellenado innumerables páginas del cuaderno de canciones para Camila, aunque ya no sabía si las escribía a la morena o eran para ella misma.

- Traigo la pizza de la reconciliación - se presentó Lucy sin avisar en casa de su amiga, cuando ya no fue capaz de aguantar más la indiferencia por su parte-. ¿Está Karla?

- En su cuarto, pero creo que se iba.

- De eso nada, tu hija, tú y yo, vamos a cenar hoy juntitas y a acabar con este mal rollo, que aunque nos lo merecemos, no nos hace bien a nadie.

- ¿No crees que debería decidir yo cuándo las perdono?

- Bueno, dado que te he traído tu pizza favorita del mundo mundial, ¿qué mejor momento que éste, no? - sonrió Lucy pasando la comida por delante de la cara de Lauren, para que la oliera-.

- Ay, ¿me explicas por qué soy tan blanda contigo? - suspiró Lauren, a sabiendas de que ya no podía alargar más su castigo hacia ella-.

- Porque no puedes vivir sin mí.

- Anda, pasa.

- Sabía que iba a funcionar - se lanzó Lucia a abrazar a su amiga, con una sonrisa enorme-.

- ¡Karla! ¿Te quedas a cenar? Está Lucy - avisó Lauren a Karla, a través de la puerta del cuarto de ésta-.

- ¿Quieres cenar conmigo? - preguntó la chica emocionada, pues las últimas semanas, Lauren había hecho lo posible por no coincidir-.

- Sí, venga ven, que tenemos pizza de reconciliación.

- ¡Ay! - exclamó Karla, lanzándose al cuello de su madre y dejando besos sonoros en su mejilla-. ¡Genial! ¡Menos mal! Yo ceno encantada, por supuesto, pero no me puedo despistar mucho, que he quedado con las chicas para ver una peli luego. ¿Te importa?

- Para nada - negó Lauren-.

Las tres cenaron en un ambiente distendido, tocando temas banales para no hacer saltar las alarmas. Solo se refirieron al motivo del enfado de Lauren para volver a pedir perdón y prometer que nunca más se iban a meter, a no ser que la ojiverde lo pidiera.

Karla rápidamente se despidió de ambas y, en cuanto se quedaron solas, Lucy fue a por una de las botellas de vino que sabía que Lauren siempre se preocupaba de tener.

- ¿Me quieres contar cómo fue?

- En realidad te perdono única y exclusivamente para poder contártelo. Ay, Lucy, es que no sé ni por dónde empezar...

Karla MichellWhere stories live. Discover now