Capitulo 34

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Lauren reproducía por enésima vez en su móvil el vídeo que había grabado en el bar.

Bueno, para ser exactos, visualizaba en bucle unos cinco segundos del mismo, en los que Camila se colaba en el encuadre mirándola con una enorme sonrisa de ojos achinaditos.

La llamada entrante de Karla interrumpió el ensimismamiento de la ojiverde.

- ¡Mamá! - exclamó efusiva al otro lado del teléfono-. ¡Ya estás contándomelo todo! ¿Tú has visto cómo te mira Camila en el vídeo?

- ¡Karla! ¡Eh, baja la voz! ¿Está por ahí tu padre?

- Claro que sí, mamá. Aquí está conmigo, estamos peleando por ver quién de los dos es el capitán del barco - ironizó Karla-.

- ¿Qué barco? ¿Qué dices?

- Nada, que puedes estar tranquila que estoy en mi cuarto - aclaró viendo que su madre no pillaba la broma-. ¿Ha ido muy bien, no?

- Muy bien - Karla pudo notar la sonrisa de su madre incluso a través del teléfono-. Hemos visto el concierto e ido a cenar.

- ¿La has llevado en la moto?

- Sí.

- A ganar, mamá. Seguro que se le han caído las bragas al suelo. ¿Irías guapa, no?

- Karla no hables así de mí, soy tu madre.

- Siy ti midri - se burló la chica-. Le encantas, mami. Se nota muchísimo en el vídeo.

- Bueno, me ha besado así que...

- ¡¡¡AAAAAAHHHHH!!!

- No grites, Karla, por dios. Te va a escuchar papá.

- ¡¡Aaaaaaaahhhhh!! ¡¡¡Mamá!!!

- Es que no sé para qué te lo cuento - se empezaba a lamentar Lauren-.

- ¡Es que es muy fuerte! - insistía su hija incapaz de contener la efusividad-. Me da algo.

- Ha sido un pico largo, tampoco...

- ¿Cómo un pico? ¿Qué clase de beso es ese? - frenó en seco la celebración su hija-.

- Vamos despacio - se encogió Lauren de hombros, aunque la otra no pudiera verlo-.

- Madre mía. Yo no quiero llegar a tu edad si va a ser así, qué bajón.

- Te voy a colgar, Karla. Te estás pasando ya.

- Eres tú la que me explica las cosas. Yo solo te digo lo que pienso.

- Pues a ver si no te voy a explicar nada más. No puedes vacilarme así - reprochó Lauren-.

- Venga, no te hagas la enfadada que precisamente hoy no toca.

- Hoy no podrías enfadarme ni aunque quisieras, cielo.

- Mírala ella qué feliz.

- Pues sí.

- Oye, y digo yo, ¿por qué no aprovechas que tienes la casa libre todo el día de mañana? - sugirió Karla-.

- Ah, ¿eso es lo que haces tú cuando no estoy? ¿Aprovechar?

- Eh, yo no he dicho eso - se defendió-.

- Mejor vamos a dejar este tema, pero te recuerdo que en mi cama de matrimonio ni se te ocurra...

- Vale, vale. Mejor dejamos la conversación - reculó Karla-. Adiós, mamá.

- ¿Cómo que adiós? ¡Karla!

Karla MichellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora