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Después de varios minutos seguí clavado en el suelo, mudo, escuálido. Se había olvidado de respirar. Era lo dolorosamente consciente de lo que sucedía a su alrededor; el viento gélido en su piel erizada, las gotas de agua que se escurría por sus hombros, las heladas baldosas de cerámica bajo sus pies, las velas derritiéndose, el aroma del alfa. Seco, rústico, quemándole los pulmones, asfixiándolos.

Olía seco y fuerte, olía a tierra ya ceniza, a pólvora ya fogata. Olía como un campo después de la sequía. Árido y febril, caliente. Estaba ahogándolo en la embriaguez de su aroma.

El alfa frunció el ceño, aún con la mano sobre sus costados. Lo miró de arriba hacia abajo, aún con los labios entreabiertos para seguir hablándole, pero no dijo nada más. Ni una sola palabra. Traía una especie de túnica que se envolvía alrededor de su cuerpo, cubría la mitad de su rostro y rozaba sus rodillas. Era traslúcida, con una bufanda zarco y unas sandalias. 

Se sintió enfurecer débilmente y la bilis hirvió su estomago; Quería vomitar, doblarse sobre sus rodillas y jadear en busca de oxígeno. Suplicó débilmente no vomitar otra vez, con los labios recesos y la baba escurriendo por su mandíbula.

Sin embargo, el alfa no parecía enfadado. Parecía confuso, dubitativo. Y detrás de sus ojos había un brillo inexplicable, grisáceo, que lo veía interesado en su reacción. Le tomó poco más de un segundo darse cuenta cuando el pánico que le invadió su cuerpo. Podía olerlo y, frente a él, con la sangre escurriendo por su túnica y el cabello atado en una trenza y con restos recesos de sangre; Peter temió por su vida.

«Está en celo. Va a desquitarse conmigo. Va a moverme como una marioneta y me destrozará. Para eso estoy aquí. Me tomará a la fuerza y ​​me reclamará como su omega. Va a prostituirme. Me repartirá con el concejo y predecirá mi estadía como un omega usado. Me drogaré. Me obligará a tomar hierbas y hará de mi mente un océano. Él me hará...»

—Wade—murmuró con un tono de suavidad, alargando la w con una lengua trababa. Sobresaltándolo—. ¿Tú...?—pareció buscar las palabras—. Navn—dijo en otra lengua o eso le pareció. No hablaba su idioma. Podía verlo en sus ojos y cómo pronunciaba las vocales torpemente mientras alargaba las eses.

Quería responder, su omega quería ser obediente y ser cortés, pero sentía la presión de su garganta. Estaba temblando sobre su lugar, aferrándose a la ropa que el guardia le arrojó ya duras penas lo cubría. Se quedó mirándolo, titiritando del frío hasta que la alfa pareció parpadear y en sus ojos había un síntoma de incomodidad.

—Miedo—dijo, como un hecho evidente mezclándola con el idioma desconocido—. T-tener miedo.

Se dio media vuelta y salió de la habitación del baño. Peter volvió a quedarse solo, con el vapor de la bañera humeando las piedras y el sonar estructural del agua gotear sobre la cerámica. Ojeó el baño con un movimiento de alerta, buscando indicios de salidas. La habitación contaba con ventanas que daban hacia el desierto, montañas de arenas que eran reflejadas por el sol. Había un balcón lo suficientemente bajo para escaparse y escapar.

Trastabilló hacia el lavabo, buscando una prenda para cubrirse, pero ni siquiera le dio tiempo a coger algo cuando el alfa volvió a entrar a la habitación, haciéndole retroceder. Encrispó los dedos de los pies y se posicionó en frente del lavabo.

—Nei—el alfa exclamó con suavidad pero Peter dio un respingo sobre sus talones. Estaba debajo del umbral de la puerta del baño, aún con la túnica ensangrentada y el cabello grisáceo escurriendo de sangre. Lo miraba con timidez, casi con lamento. Peter se paralizó, con la mano a medio camino—Cerca. A-acercarse.

Quería vomitar. Su estómago estaba ácido y con náuseas. Sentía su garganta arder por los ácidos.

Logró trastabillar hacia la habitación y se asomó por la puerta; el alfa estaba en frente de un espejo, quitándose la túnica mientras se deshacía de la atadura de su pelo grisáceo. Peter se tragó un sollozo y se desistió de la idea de vestirse correctamente. Se sentó sobre la cama antes de caer, lo cual hizo alfa girarse. Era más alto que él y lo que le parecía tenebroso fueron sus hombros descubiertos. Estaba lleno de cicatrices y cortaduras. Había una larga cicatriz en su estómago y otra en sus costillas. Peter se sintió atrapado bajo su mirada. Se sentía diminuto, frágil, movible. En un segundo el alfa podría tomarlo y hacerlo trizas.

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⏰ Última actualización: Mar 26 ⏰

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FIRE AND BLOOD «spideypool»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora