Lunes sin Gavi

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Quiero qué sepas, que aún existoY decirte
Hola, ¿qué me cuentas?Yo confiando qué te acuerdasCalculando siempre cuando aparecerY siempre llego tarde
Tarde

Tarde Morat

Tarde Morat

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Gavi suspiró mientras miraba su móvil. Había colgado hacía poco la llamada con Pedri, quien le había dicho que los niños se habían portado bien con sus abuelos, es decir, con Donni y Filippo. Sin embargo, estaba preocupado, muy preocupado. Era la primera vez que su esposo estaba con los niños solo, sin él. Su oleada de pensamientos fue interrumpida por Fermín, quien salía al balcón de la habitación que compartían. Fermín lo miró divertido al ver el ceño fruncido de Gavi y se sentó frente a él en una de las sillas, cuestionándole qué le ocurría.

Gavi sonrió de lado y decidió contarle a su mejor amigo sus preocupaciones. Fermín lo escuchó atento hasta que Gavi le dijo que los niños estarían bien. Pero Gavi lo corrigió, diciendo que no se preocupaba por sus hijos, sino por Pedri.

—¿Por Pedri? ¿Qué pasa con él? —preguntó Fermín, preocupado por la expresión de su amigo.

Gavi suspiró nuevamente, tratando de explicarse.

—Es la primera vez que está con los niños solo, sin mí. No sé si estará bien, si podrá manejarlo todo... —confesó Gavi, con la mirada perdida en el horizonte.

Fermín puso una mano en el hombro de Gavi, reconfortándolo.

—No te preocupes, Gavi. Pedri es un buen padre y seguro que está haciendo un excelente trabajo. Los niños estarán bien, ya lo verás —dijo Fermín, tratando de calmar a su amigo.

Gavi asintió, agradeciendo las palabras de Fermín. Aunque seguía preocupado, se sentía un poco más tranquilo sabiendo que tenía el apoyo de su amigo.

...

Mientras tanto, para Pedri era lunes y oficialmente estaba sin Gavi, sin su compañero. Se suponía que debía levantar a Gala para vestirla y llevarla al instituto, despertar a Andy y prepararlo para la guardería, preparar el desayuno y las mochilas de sus hijos, y luego prepararse él mismo para ir al entrenamiento. Sin embargo, allí estaba, aún dormido, ignorando su alarma. Fue despertado por los insistentes ladridos de Garu.

—¡Garu, cállate un momento, por favor! —exclamó Pedri mientras se restregaba los ojos y se levantaba de la cama.

Bufó, diciendo que nunca debió regalarle un perro a Gavi cuando eran novios. Se incorporó al ver la hora en el reloj y se levantó, tropezando con todo a su paso. Se apresuró en ir a despertar a Gala. Al ingresar a la habitación, la pequeña ya estaba vestida, solo le faltaba peinarse.

Mi vida entera {Gadri}Onde histórias criam vida. Descubra agora