Lágrimas

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La decepción, la tristeza y la amargura que ella sentía en su corazón incrementaba cada vez más, con el pasar de los minutos mientras que se llevaban a los traidores con cadenas.

Cada paso que daba, Nana soltaba una lágrima amarga que caía por su mejilla.

Llegaron al cielo, san Pedro abrió las puertas dejándolos pasar. Caminaron directo a un salón que solo se usaba en ocasiones especiales, entraron directo al salón soltando las cadenas de estos.

Ahí estaban todos: Padre, arcángeles, serafines,principales, Thorne y Querubines.

-Padre los encontramos a los dos, a Lilith y a...Samael, al parecer ellos tenían una relación más allá de amistad.-los apunto con su arma, mirándolos con desprecio.

Todos los presentes se asombraron a escuchar eso, Lilith la esposa de Adam, una traidora también.

Padre se levantó de su trono mostrando molestía en su cara haciendo retumbar el lugar con fuerza.

-¡Como te atreves Lilith! ¡Tu eres esposa de Adam y tú Samael me haz decepcionado no mereces ser mi hijo!-Nunca en la vida había visto a padre tan enojado, y que el lugar retumbara así de fuerte.

-¡Padre no tengo la culpa de amar y dar pelea por ella!-defendió su amor a capa y espada.

-¡Tu no amas yo no te dí mentalidad propia para que me traicioneras de esa forma!-Otra vez volvió a sonar el salón.

Samael se levantó del suelo poniendo de tras de el a Lilith, mirando a padre desafiante.

-¡Yo elijo ser yo y no estar al mando de ti! Diles a todos tus seguidores la verdad no quieres que nadie esté a tu nivel, anda diles y más con ese fru..-un estruendo se hizo sonar en el salón muy fuerte y sonoro callando, dejando a todos en completo silencio.

-¡¡No te atrevas a desafiar mi autoridad Samael!! ¡Tu y Lilith están desterrados, ustedes dos han roto las reglas te di más de miles de oportunidades de cambiar pero no fue así!-

-¡Lilith estás desterrada del Edén no serás conocida como la primera mujer! Y en cuanto tu Samael... ya no eres mi hijo.-me quedé completamente callada en ese momento, no podía moverme o llorar.

Azrael me tomo por los hombros haciéndome aún lado, quedando frente Samael y Lilith.

Samael y yo hicimos contacto visual, el tenía lágrimas en sus ojos, estiró su mano hacia mí.

-Nana ven conmigo y reinaremos juntos con Lilith, podrás ser mi esposa como querías tendrás poder y todo lo que quieras pero ven conmigo...no te quedes en este lugar.-¿Que podía hacer? ¿Dejar toda mi vida o irme con el?

El se acercó un poco a mí aún con su mano en mi dirección, padre miraba la escena con determinación sin poner algún impedimento, sabía que era un prueba de mí lealtad.

Lo mire a los ojos llorando, negué con la respiración agitada.

-¿Nana? Por favor, aquí solo te reprimen eres mucho más que esto, ¿No lo recuerdas? No te toman como un querubín como yo a ti te hacen aún lado, ven.-sus palabras sonaban realmente tentadoras, quería ir pero sabía las consecuencias.

Negué haciendo un gruñido de dolor.

-¡No, no te creo! ¡Se lo que eres un traidor y un orgulloso! Déjame en paz...-lo empuje con desprecio,ya no era el Samael que conocí.

Su mirada cambió, definitivamente no era el. Mostró orgullo, desprecio y narcisismo.

-Ya escuchaste Samael ella no te quiere. Por tú desobediencia y traición al cielo, tu y lilith se irán a la tierra oscura, el Infierno serás tú el que reinará ahí si es lo que tanto querías, ya no serás más un ángel.-una grieta grande se hizo en el piso demostrando una luz roja intensa.

De lo poco que vi de ese lugar, pude sentir miedo, horror y decepción, como si ese lugar estuviera abandonado por la presencia de padre.

-Tu y Lilith no volverán a cruzar las puertas del cielo, ¡Jamás!-por una luz blanca, Samael y Lilith fueron tumbados a ese lugar, antes de que se cerrará la grieta, pude ver la cara de Samael mirándome fijamente con...tristeza, mientras Lilith lloraba.

La grieta se cerró, dejando el salón en completo silencio, un ambiente pesado y lleno de confusión. Las lágrimas de la querubín escurrían por sus mejillas rojas de tanto llorar.

A pesar de que Nana sabía que Samael no la quería como ella, quiso creer que si.

Ese día fue el más triste del cielo, las nubes de la tierra estaban nubladas, los hermanos se fueron del salón en completo silencio cada quien por su lado, claramente a llorar, pues su hermano ya no estaba más.

Nana por su parte decidió irse de ahí sin alguna expresión alguna, fue a la tierra, necesitaba pensar, arreglar su mente y estar sola.

No era solo su "prometido" si no también su hermano, alguien que no volvería a ver nunca más.

Nana al llegar a la tierra supo que era de noche ya por qué la luna iba saliendo, camino por todo el jardín en silencio mirando el mismo sendero que recorrió para buscar a Samael. Una semilla amarga se plato en su corazón.

No sentía nada, sentía que no estaba tocando el suelo si no que no existía, esa semilla necesitaba salir de su corazón rápido, y la única forma que pudo sacarla fue...

Ella comenzó a cantar sacando todo lo que sentía, sin saber algo...

-Desde que aquella vez...sentí que no era una extraña en aquel lugar.-

Comenzó a caminar por el sendero recordando cuando Samael la ayudo a estar en la junta de Querubines sabiendo que le costaba a Nana estar ahí.

-Fuiste mi sostén me entendiste bien..."pero hay tanto que debo decir"-

Esa frase seguía en la cabeza de Nana, retumbando, cuando se los llevaban Samael trato de hablar con ella diciendo que no era su culpa y quería explicarle todo.

Subió aún árbol, soltando lágrimas amargas, con dolor mientras miraba la luna.

Subió aún árbol, soltando lágrimas amargas, con dolor mientras miraba la luna

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-¡Seré! ¡Seré tu armadura! Lo que sea yo haré, ¡Me equivocare y siempre seré....tu compañera!-

Cada frase de lo que cantaba tenía un significado fuerte para ella y todo lo que vivió con el.

-¡Lo haré aún que sea mi cruz!-

-¡Yo seré tu protectora! ¡Yo todo lo haré!-

Se levantó del árbol estirando sus brazos dando entender que volaría, pero se quedó ahí.

-¡Me equivocarme!....Yo todo lo haré....-Una última lágrima salió de sus ojos, dando entender que sería la última vez que lloraría por alguien y derramariá lagrimas por un hombre.

-Nadie lo sabrá que alguna vez llore por ti, ¡Que alguna vez te ame! Nadie más lo sabrá...-termino de cantar, cayendo al suelo poniendo sus manos en el pasto fresco, mientras agachaba la cabeza tratando de dejar de llorar.

Nana suspiro tomando sus manos para tocar su pecho, tomando aire, ella se levantó con más fuerzas jurandose que no volvería a llorar.

Miro el cielo suspirando lista para irse, pero cuando trato de irse un quejido se escuchó en los arbustos. Nana se giro rápido a ver de donde provenían los quejidos.

-¿Quién está ahí?-Alzo su arma en punto de ataque, como no recibió respuesta camino hasta los arbustos con cautela.

Escucho como quisieron correr pero otro quejido más fuerte de escucho, ella entro al arbusto para ver quién era y se encontró con...








𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora