33. Kivi.

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Violeta sentía que estaba aún más nerviosa que en las galas. Llevaba todo el día atacada de por sí, pero lo que le acababan de proponer había acabado de desestabilizarla. No conocía aquel camerino y aprovechó para curiosear, incapaz de estar quieta. "Vale, respira, intenta relajarte. Hoy no la vas a poder ver, no la vas a poder tocar. No puede saber que estás aquí." Le parecía absurdo estar en el mismo sitio al mismo tiempo y que no le dejaran ni darle un abrazo a la mujer de su vida, aunque fuera sin decir nada. "Joder, es que ni saludarla de lejos. ¿Qué daño puede hacer que nos veamos cinco segundos?" No se lo había pensado dos veces cuando le propusieron ir a OT al día la misma noche que iba a ir su guiri. Aunque le habían dejado claro que no se verían y que Chiara ni siquiera podía saber que ella estaba en el edificio, había pensado que igual una vez allí, no era todo tan estricto.

"Bueno, una de cal y una de arena." Pensaba ahora Violeta. "Hoy no me van a dejar verla, pero lo que me acaban de proponer me evita tener que hacer las cosas a escondidas." Le habían ofrecido ir el martes de nuevo al programa de Xuso, a recibir a Chiara en caso de que fuera la expulsada. Violeta llevaba desde que la nominaron pensando en cómo y cuándo encontrarse con ella si la echaban. Y las encuestas parecían apuntar en esa dirección. Se moría de ganas de verla lo antes posible, pero le jodía que no fuera a llegar a la final. No entendía cómo la gente podía votar tan mal. Ni la campaña más impresionante que se había hecho hasta la fecha iba a ser suficiente contra el hate del que parecía ser ahora objetivo su chica.

Hacía sólo media hora que había aceptado la propuesta del equipo de Xuso y ya le había dado tiempo de llamar a la madre de Chiara para explicárselo y ver cómo se coordinaban. Era la tercera vez que se llamaban desde que salió. También se habían mandado algún que otro mensaje, sobre todo desde el lunes. Lo último que habían hablado era precisamente cómo hacer para que la pelirroja pudiera encontrarse con Chiara sin ser demasiado obvias. Emma era encantadora, le recordaba a su hija en muchas cosas. La primera vez que hablaron, a Violeta le quedó clarísimo de dónde le venían a Chiara aquella energía y aquella intensidad tan características.

– Ei, Violeta. – Una voz familiar del staff la devolvió al camerino. – Ahora silencio, que llegan los nominados. – "Los nominados no. La mujer de la que estoy enamorada y Lucas, imbécil." Violeta en realidad no tenía nada en contra de aquella mujer que le acababa de avisar. Pero no podía evitar que el corazón le fuera a mil sabiendo que Chiara iba a pasar por aquel pasillo, que sólo esa puerta que se acababa de cerrar de nuevo las separaba. Aprovechó para echarse más colonia, como si su esencia fuera a traspasar las paredes e indicarle a su morena que estaba justo ahí. Luego se pegó a la puerta y esperó inmóvil, conteniendo la respiración. Oyó pasos a lo lejos y afinó el oído.

– Sí, y a mí seguro que algo del Alpro y de Violeta. – "Kiki. Estoy aquí." Sus labios se movieron, pero no emitió ningún sonido. Seguía pegada a la puerta, empujando la madera con ambas manos. No pudo evitar que le cayera una lágrima al escuchar su voz, aunque sólo hubiera llegado a captar aquella frase a medias y su risa mezclada con la de Lucas. "Joder, que justo me ha nombrado mientras pasaba por aquí."

Un par de minutos después fueron a buscarla para retocarle el maquillaje. En aquella sala había más gente y una pantalla enorme en la que lo primero que vio fue a Chiara sonriendo, preciosa como siempre. Se fijó en su ropa y se preguntó si habría tardado mucho en elegirla, si le ayudaría con esas cosas Ruslana, ahora que ella ya no estaba allí. Miraba fijamente a la pantalla, concentrándose en aquellos ojos verdes que tantas cosas le hacían sentir, intentando adivinar cómo estaba realmente, si podría intuir que estaban a escasos metros, si sentiría aún lo mismo por ella.

Violeta llevaba toda la semana luchando contra sus pensamientos intrusivos. Se lo cuestionaba todo. Comenzaba a pensar que quizás, durante esas semanas sin ella, Chiara había empezado a sentir menos, a no querer seguir donde lo dejaron. Era consciente de que la echaba de menos y de que la nombraba todos los días. Las redes sociales se encargaban de proporcionarle vídeos y resúmenes de su chica. Pero Violeta sabía muy bien que allí dentro, de lo que se decía y hacía, a lo que realmente se pensaba, podía haber un abismo.

SE APAGA LA LUZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora