10.

1.1K 79 23
                                    

—¿Está

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Está... Muerta? —Roier se acercó con cuidado al chico de lentes, tratando de observar de mejor manera a la mujer.

Los dos hombres eran los únicos preocupados, Juan seguía parado ahí, a unos pocos metros, solo observando todo.

Osvaldo trató de tomarle el pulso a la rubia. A un lado, su amigo se arrodilló junto a él.

—¿Tiene pulso?

Pasaron unos cortos segundo, Osvaldo no contestaba.

—Osvaldo... ¡¿Tiene pulso o no, maldita sea?! —ambos ahora sentían pánico.

—Si... Si tiene pulso, pero está débil —respondió él, aliviado.

—Dejen de exagerar, no está muerta, solo está desmayada —dijo Juan sin algún remordimiento por lo que había hecho. Sebastián se puso de pie y fue hacia él.

—¡¿Estás enfermo o qué?! ¡Ella podría estar muerta! —le gritó con enojo —. ¡¿En qué mierda estabas pensando?! Una cosa es enojarte y golpearla, y otra muy distinta es casi matarla por algo estúpido que supones.

—¡No son suposiciones!

—¡Ya cállense! —Osvaldo los regañó —. Pueden dejar las peleas para otro momento. Ahora tenemos que ver que ella esté bien.

—¿De verdad te preocupa? —preguntó Juan, algo enojado ante su comportamiento.

—¡Por Dios! —el de lentes terminó por exaltarse —. Deja tu puto enojo para otro momento. Entiendo que la hayas secuestrado y la odies, pero tampoco es para que hagas esto por unas malditas películas que te creas en la mente.

—Ya dije que no son cosas que supongo, ¡la estúpida esa intentó escapar!

—Puede que haya sido así. Pero te recuerdo que tú eras el primero en decirnos que no la matarías tan pronto, y ahora eso es lo que por poco haces.

—¡Roier tráeme el alcohol! —le gritó Osvaldo a su compañero —. Tenemos que hacer que despierte.

El mencionado salió de la habitación y fue hacia el cuarto donde dormían, ahí tenían un pequeño botiquín de primeros auxilios que utilizaban cuando alguno de ellos se lastimaba en situaciones de peligro.

—Solo está desmayada, no es para tanto...

—¡Juan ya cállate! Si no vas a ayudar lárgate de aquí.

En eso, el chico entró con alcohol y una pequeña bolsa donde tenían algodón.

Osvaldo las tomó, arrancó un poco de algodón y lo llenó de alcohol, eso lo posó en la nariz de Samantha, para tratar de que despertara.

Así estuvieron un par de segundos, pero nada, la rubia no reaccionaba.

—¡¿Por qué no despierta?!

My sweet hell ══ RiverducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora