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4:36 PM

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4:36 PM

Félix se encontraba acostado en su cama, pensando en todo y en nada a la vez. Tenía sus brazos debajo de su cabeza, simulando una almohada y con su mirada fija en el techo.

Soltó un leve suspiro y cerró sus ojos con calma. Llevaba días dándole vueltas a un asunto.

El asunto de su sentir.

Pensaba todo el tiempo en el como ahora estaba actuando con la rubia, en lo que sentía cuando estaba con ella, sin duda no era normal. Él sabía que tampoco era compasión o lástima.

—¿Será amor? —se cuestionó en voz baja tras sus pensamientos —. No, ¿qué mamadas piensas Félix? —trató de hacer que aquella opción se fuera de su mente —. No creo que... —estaba haciendo todo lo posible para llegar a una conclusión —. ¿Me enamoré? —dijo entre un suspiro —. Pero... ¿Cómo? —pasó sus manos por su rostro —. Ella es... Muy linda, tiene un rostro precioso, una linda voz, unos ojos hermosos, y una sonrisa... —aquello fue lo que apareció en su rostro al pensar en aquella chica, una sonrisa —. Definitivamente es preciosa... —ahí su mente captó lo que de verdad pasaba —. Genial Francisco... Te enamoraste —terminó por aceptar —. Siempre dijiste que no te ibas a enamorar de nadie —se empezó a reclamar —. Pero... Al parecer Samantha apareció para ser la excepción.

Tras su pensar, el tiempo pasaba sin tan siquiera notarlo. Pero después de todo, había llegado a una conclusión. Estaba enamorado, o tal vez más que enamorado.

—Félix —un llamado lo hizo sobresaltarse, alzó su vista y notó como Juan asomaba su cabeza por la puerta —. Voy a salir con Sebastián a ver cómo sigue la ciudad, Osvaldo está dormido, así que por favor no harás ningún escándalo que provoque que despierte, sabes como es él cuando interrumpen su sueño.

—Si, no te preocupes, vayan tranquilos —le dijo sentándose en la cama.

—Tú solo asegúrate de que todo esté en orden en la casa, de todas formas Sebastián y yo nos llevamos las llaves —el pelinegro asintió —. Ten mucho cuidado con lo que haces, ¿entendido? —aquello sonó como una amenaza.

Él solo asintió, de todas formas, el que Juan le haya dicho que se llevaba las llaves, lo hacía perder toda clase de esperanza.

—Bien, ya nos vamos, dentro de una hora más o menos ya regresamos —fue lo último que dijo antes de salir de su habitación.

Félix se quedó ahí sentado, tratando de escuchar todos los ruidos de la casa. Escuchó el sonido de la puerta cerrándose, esperó un par de minutos, y salió de su habitación.

Observó sus alrededores totalmente desolados. El silencio incluso llegaba a ser algo que lo inquietaba. Con cuidado fue hacia la habitación de aquellos tres hombres.

Trató de no hacer mucho ruido, cuando entró vió a Osvaldo acostado boca abajo en su cama, estaba más que dormido. Fue en dirección al botiquín que tenían ahí y sacó todo lo que había usado para curar a Sam aquella vez.

My sweet hell ══ RiverducciónWhere stories live. Discover now