Capítulo 3

194 15 2
                                    

Manhattan, Nueva York

23 de diciembre del 2023

- ¡¿Tú te has vuelto loco?! -grité en cuanto sentí esa liberación tras haberme soltado.

- Te están siguiendo -comentó con pasividad -. Esos dos hombres con gorra y gafas -me giré y efectivamente, a unos cinco metros de nosotros estaban. Dos hombres de gran envergadura, vestidos de negro y con semblante serio miraban hacia nuestra dirección. Tragué saliva y miré a Fermín sin estar convencida del todo, no confiaba en él y aquello me sonó a trola.

- ¿Por qué debería confiar en ti? No te conozco de nada. ¿Cómo sabes que me estaban siguiendo? -mi cuerpo subía y bajaba por culpa de que mi respiración se volvió algo irregular. Apreté los labios callando la ira que sentía y miré al chico que tenía delante con cara de pocos amigos. Él sonrió con aquella estúpida sonrisa cargada de segundas intenciones, parecía divertirle la situación.

- No lo hagas, no hace falta que confíes en mí -ni siquiera me miró, se llevó el cigarro a la boca y le dio una calada -. Supongo que hemos vuelto a coincidir, Laís.

La forma en la que mi nombre quedaba tan bien en sus labios, la forma en la que mi corazón comenzó a latir desbocado cuando con esa voz y ese acento entonaba las cuatro letras que componían mi nombre. La perfección del momento lo hizo muchísimo más inquietante. Años pendiente de sentirme así y tuvo que ser en aquel preciso instante con un chico que apenas conocía y que no llegaba a ser de mi especial agrado.

- No creo en las casualidades, no creo que esto haya sido una simple coincidencia, Fermín -me crucé de brazos, en su rostro prevaleció esa sonrisa picarona que desde el primer momento consiguió desestabilizarme.

- Cosa del destino, ¿no? -volvió a darle una calada al cigarro y tras echarme el humo en la cara, acortó la distancia. Guió su mano hacia mi cuello y sacó la cadena con la cruz cristiana -. O Dios -elevó la mirada y sus ojos se clavaron sobre los míos. No se cuanto tiempo estuvimos mirándonos, pero sí puedo afirmar que más de un minuto, mis ojos permanecieron observando con detenimiento los suyos y llegué a la conclusión de que algo ocultaba. -. ¿A dónde ibas?

- No es de tu incumbencia -murmuré -. Gracias, supongo -me giré y aquellos hombres ahí seguían. No entendí nada, pero lejos de buscar respuestas me conformé con lo que tenía.

Fermín se alejó unos pasos, dejándome de nuevo esa distancia personal que agradecí al instante. Llevaba puesto el mismo anorak que un par de días antes, sus nudillos tenían mejor aspecto, aún así no me dio buena espina. Por inercia, supongo, en mi rostro prevaleció aquella expresión de asco y desaprobación que hizo que él tuviera que volver a defenderse de algo que yo no había dicho.

- Soy boxeador, ya te lo dije -respondió él al ver que mis ojos no se separaban de sus manos.

- Vale -fue lo único que pude decir. Me giré para comprobar si esos dos hombres se habían ido, pero no, ahí seguían, de pie, mirándonos, ni siquiera se cortaban y yo comencé a ponerme nerviosa -. No se van -susurré. Fermín tiró la colilla al suelo y acortó la distancia, rodeó mi cuerpo con su brazo haciendo que su cuerpo y el mío se rozaran -. ¿Qué haces?

- Cállate anda -sus ojos admiraron mis labios consiguiendo que me pusiera nerviosa.

- Tengo prisa -le di un pequeño empujón.

- ¿A dónde vamos? -sonrió de aquella maldita forma que tanto me desestabilizaba.

- Holiday Market de Union Square -No sé porque acabé aceptando que me acompañara, supongo que fue la tensión que se produjo en aquel momento que me pilló por sorpresa y no quise caminar sola por la ciudad. No lo conocía, tampoco me fiaba de él, pero estando cerca sentí una especie de conexión que no pude explicar y aunque me asustaba, no hice nada por impedirlo -. Camina a mi lado y no me toques.

Utopía ▪︎ FERMÍN LÓPEZ Where stories live. Discover now