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1. Antes que todo...

He vivido esta vida justo como me habían dicho, mi padre, el Conde Rodolf Lannister, decía que si me mantenía callada y no hacía nada mantendría el favor del Emperador y podría vivir cómodamente con el título de Concubina Imperial que se me fue obligado a dar, lo encontraba injusto. ¡Más que injusto!

Desde la infancia fui duramente adoctrinada por miles de profesores para ser la Princesa Heredera. Bailes, lectura, etiqueta, comida, tácticas imperiales e incluso fui obligada a consumir veneno desde muy joven para mejorar mi rendimiento, ya que si llegaba al trono muchos querrían envenenarme.

Lo tenía todo.

El problema fue esa maldita mocosa, esa Santa.

Desde su aparición al Imperio junto al Lago Shadowman había hecho muchas cosas inusuales, asistiendo a bailes y fiestas de té donde no se le invitaba y su comportamiento anormal como si fuera una verdadera miembro de la Realeza. Se decía que como Santa de otro mundo tenía un conocimiento mayor que el Príncipe Heredero, al principio todos lo tomaron mal poniéndola como villana e incluso el pueblo la odiaba por decir que ella era superior a nuestro Imperio.

Pero todas esas acusaciones quedaron nulas cuando la trompeta anunciando la guerra contra los bárbaros se tocó. Cuando el asistente de Tácticas de la tercera Tropa Imperial llegó al Reino pidiendo refuerzos para su Tropa todos se vieron asombrados cuando la Santa Eleonor pidió un encuentro con el asistente y le hizo saber de una táctica secreta de la que nadie supo en que consistía.

A los dos meses después de su regreso, anunciaron que la primera batalla que libró el Comandante de la Tercera Tropa fue ganado y todos los elogios fueron para la Santa.

Junto con todo esto, pronto el obsequio de la familia Imperial a la Iglesia fue darle un título más cómodo. A petición de Eleonor, fue sacada del Templo Imperial y puesta en el Palacio, justo la semana que yo había entrado. Yo siendo la Princesa Heredera no tuve una cordial bienvenida, ya que el Imperio se encontraba ajetreado por el favorecimiento que esa Santa se llevaba. Ella se llevó mi bienvenida, un baile Imperial a su nombre.

Poco a poco Eleonor intentaba visitar a Callum, el Príncipe Heredero, la veía pasearse justo en los pasillos cuando iba a tomar el té con él. Al principio me dio risa, aunque estaba un poco ansiosa por los desaires que me traía pensaba que ella no podría conocer mejor a su Majestad de lo que yo lo conocía.

Había estado a lado de Callum desde que ambos comenzamos a caminar, pasamos la infancia juntos e incluso nos hacíamos bromas acerca de como gobernaríamos el Imperio. Pero luego...

—La Santa, ¿Hablas con ella a menudo?— me preguntó Callum esa vez, me miró con la cabeza ladeada mientras tomaba su té.

—Lo justo— había contestado mientras él asentía y dejaba su taza en la mesa.

—Es muy buena con las palabras— dijo él y asentí, sus ojos dejaron de posarse en mí para mirar el jardín a nuestro lado. El jardín que Eleonor cuidaba.

—Estoy segura— dije mientras apretaba mi mano en mi vestido, lo dejé de mirar mientras tomaba mi té y observaba de reojo como él sonreía cuando pasaba ella por el camino del jardín.

Las guerras comenzaron justo cuando el verano había acabado y el otoño con sus hojas secas se adueñaba del viento. Los bárbaros poco a poco hacían más ataques a las afueras del Imperio y el pueblo se oscureció de luto cuando el Emperador dio su último aliento.

—Estoy segura de que su Majestad la Emperatriz ahora está a su lado, Callum—miré a Callum que estaba sentado frente al ataúd llorando y toqué su hombro, hasta que alguien abrió las puertas de la alcoba sobresaltándonos.

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⏰ Última atualização: Mar 25 ⏰

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