✾ Capítulo II ✾

1.9K 223 20
                                    

Seguir una rutina todos los días es cansado hasta cierto punto.

Mi vida a sido automatizada para simplemente existir, sin ningún tipo de cambio lo que la hace aburrida.

Pero...

¡TAMPOCO PEDÍ QUE SUCEDIERA ALGO RELEVANTE!

Eh estado corriendo hace más de 5 minutos como loca.
Hay un gran laberinto de callejones entre los edificios de la ciudad que me impiden saber exactamente donde estoy, haciendo mi recorrido más difícil mientras que un loco doppelganger me persigue desde hace cuadras.

He perdido mi bolso y mis esperanzas por sobrevivir. Nunca he sido atlética y mis pies dolían terrible, mi respiración era lenta y daba grandes bocanadas de aire para intentar mantener un ritmo constante y no ser descuartizada por esta cosa.

No podía más.

Mis piernas dolían, mi corazón no podía bombear sangre tan rápido lo que me causaba un fuerte dolor en el pecho y sentía como lentamente iba disminuyendo mi velocidad con forme pasaba el tiempo.

No quería morir, ni mucho menos de esta forma tan patética, siendo devorada por un maldito doppelganger.

Dejé de correr y comencé a trotar.

"No quiero morir..."

Y de trotar, comencé a caminar.

"No quiero... morir..."

Hasta lentamente parar de caminar a agarrar una gran bocanada de aire hasta que mis pulmones se llenarán.

"No quiero...."

Cerré mis ojos, esperando lo peor, sabía que no podía hacer nada ahora.

Unas manos me tomaron por la espalda, traté de gritar pero ni siquiera tenía fuerzas para ello.

Este era mi fin, siendo una persona sin relevancia, con un trabajo sin relevancia y con una vida sin relevancia.

Una patética portera que murió siendo la comida de un doppelganger.

-Pareces idiota.

Abrí mis ojos asustada por la voz que interrumpió mi asesinato.

-¿Qué haces sentada en medio de la calle?

Volteé asustada hacia todos lados, asegurándome que ese doppelganger me había perdonado la vida por esta vez.

-¿Francis?- Este me miró con desinterés.

Me levanté temblando, mis piernas no respondían bien y tambaleaba.
No quería que nadie me viera de esta manera, ni mucho menos este idiota que parecía no importarle que hace unos minutos me iban a descuartizar en su cara.

𝐴 𝑡𝑟𝑎𝑣𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑡𝑎𝑛𝑎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora