Capítulo 3: Ardiente tentacion

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Al día siguiente llegó muy temprano a la oficina, ni siquiera había llegado Lolito y eso que siempre era el primero en hacerlo. Encendió la computadora y revisó sus correos, había uno marcado como importante en el que le recordaban que a las 4 debía entregar las fotos para el folleto de un nuevo perfume de Armani.

──¡Genial! ─exclamó en voz alta, él con las hormonas hasta el cielo y encima tenía que pasar al menos dos horas eligiendo fotos sensuales y a la vez sutiles.

Tenía otros asuntos pendientes a los que les dió prioridad. A la una salió a almorzar con el pelirrojo quién le estuvo platicando, emocionado, que estaba preparando la fiesta del cumpleaños número tres de su pequeño, justo una plática como esa era la que necesitaba, algo completamente inocente que mitigara sus bajas pasiones que seguramente aumentarían a la hora de estar escogiendo las fotos para el dichoso folleto.

Al regresar se encerró en su oficina y se dispuso a hacer el trabajo que había estado postergando toda la mañana, después de revisar miles de fotos para elegir las diez que aparecerían, se le ocurrió una brillante idea. Como el lugar a donde las llevaría estaba un poco alejado, le diría a su jefe que ya no regresaría y llamaría a aquel extraño para volver a encontrarse, no podía postergarlo un día más, le urgía volver a sentir sus manos recorriendo su cuerpo, sus besos y su aroma embriagador.

Eran las 5:15 cuando salió del edificio donde llevó las fotos, no entendió como es que le citaron a las 4 y le hicieron esperar 45 minutos para recibirlas. En cuanto estuvo en la calle sacó el celular y a toda prisa buscó el número y lo marcó, escuchó el primer repique y su corazón inmediatamente se aceleró.

──Hola. ─escuchó decir a esa voz aterciopelada que le alteraba.

──¿Estás libre esta noche? ─dijo, pero esta vez con un tono sensual, tentándolo.

──Sí, te veo en el mismo lugar a las ocho, ¿Te parece?

──¿No podría ser más temprano?, ¿A las 6:30? ─estaba necesitado y se lo hizo saber.

──Lo siento, me es imposible a esa hora.

──Ok, entonces a las ocho ─no le quedo más remedio que aceptar.

──A las ocho, en el lobby, cerca de los elevadores.

Y volvió a colgar primero, sin darle tiempo a decir algo más, en ese momento se arrepintió de haber mostrado su urgencia, seguro él tenía una vida y un trabajo, al menos tendría tiempo suficiente para ir mejor arreglado esta vez. Le hizo la parada a un taxi y le indico el domicilio de su departamento.

Al llegar se dirigió directamente al armario y sacó una camisa azul, transpirable y a la moda, lo suficiente atrevida y por eso no la había estrenado antes, pero para esta ocasión era perfecta. Abrió el lado de la ropa interior y por más que revolvió, no encontró alguna que le sentará bien. Miró el reloj y faltaban quince minutos para las seis, tenía tiempo de sobra y se dirigió hacia una tienda de ropa interior que quedaba a diez minutos de su departamento.

Mientras caminaba llegó a la conclusión de que estaba completamente loco, cómo era posible que estuviera yendo a comprarse ropa sólo para tratar de impresionar a un completo desconocido que seguramente conocía miles de modelitos de todos los colores y formas. Suspiró un tanto desilusionado, no había podido dejar de pensar en él desde que lo conoció y para él seguramente era uno más en su lista. Entró a la tienda sacudiendo su cabeza para borrar esos pensamientos, lo mejor era concentrarse sólo en la diversión.

Una vez de regreso a su apartamento y de haberse alistado, se miró al espejo y casi no se reconoció. Se había recogido el cabello y se había maquillado ligeramente, con un leve rojo carmesí en los labios y cubierto por aquella camisa que llevaba un par de años guardada en su closet. En definitiva estaba muy alejado del correcto Quackity, del chico que todos conocían y algunos hasta admiraban. “Nadie es perfecto”, se dijo mirándose fijamente. Vió el reloj y eran justo 7:30, sujeto su abrigo, se lo puso y lo cerró por completo, no iba a salir vestido así a la calle y que todos le vieran.

© Dulce Tentación  |  Spiderduck Where stories live. Discover now