Capítulo 6: Arrepentimientos

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──Aquí viene mi colaborador estrella ─exclamó Sapopeta cuando le vio cruzar por la puerta.

──Buenos días, perdón por la tardanza ─dijo nervioso, con apenas un hilo de voz.

El hombre se dio la vuelta para mirarle y sintió que un frío le recorría la espalda.

──Sr. Fargan, le presento a Quackity, la persona encargada de llevar su cuenta.

──Mucho gusto ─dijo sonriente extendiendo su mano.

─Igualmente ─contestó estrechándosela.

El alma le volvió al cuerpo cuando se dio cuenta que no era su desconocido, suspiró aliviado y entonces cayó en la cuenta de algo en lo que no había pensado, ¿Existiría la posibilidad de que algún día se lo encontrara en la calle con los miles de habitantes que había en aquella ciudad? ¿Su trabajo tendría que ver con la publicidad? sacudió la cabeza para liberarse de esos pensamientos y se posicionó al lado del cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. Fargan quedó bastante satisfecho con la presentación y les indicó que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina el corazón se le volvió a acelerar porque no había nada que lo salvara del regaño de Sapopeta, y lo confirmó cuando cerró la puerta ya que siempre la tenía abierta salvo cuando estaba con un cliente o cuando no quería que los demás escucharán lo que tenía que decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a él y coloco ambos brazos en la orilla del escritorio.

──Felicidades Quackity, la presentación estuvo estupenda como siempre.

──Gracias.. ─respondió tímidamente mientras le daba un sorbo a su vaso de agua.

──Pero eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo, sabes que te aprecio Quackity, eres un gran chico y además eres comprometido con tu trabajo, y precisamente eso es lo que me preocupa. ¿Qué pasa contigo? la semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible. Sin embargo, hoy te retrasaste más de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el celular y no te reportaste para, al menos, saber que estabas bien.

──Perdón, te podría dar miles de excusas pero la verdad fue que me quedé dormido, anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi abrigo así que no lo escuchaba.

──Agradezco tu honestidad, eso es lo que siempre me ha gustado de ti, pero aparte de eso, te noto extraño. Has estado distraído, ausente, ayer confundiste los eslogan de unas marcas que no tenían nada que ver entre sí, ¿Tienes problemas Quackity? sabes que puedes confiar en mí.

Se quedó en silencio, ¿Qué iba a responderle? ¿Que estaba perdiendo la razón por un extraño que lo hacía suyo de cuanta forma se le ocurría y qué eso aumentaba más y más su ansiedad de querer estar con él? ¿Qué su mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se le ocurrían con él? ¿Qué todo lo que había a su alrededor le estaba encontrando un lado sexual que posiblemente no tenía? ¿Qué había descubierto un Quackity sensual, travieso, coqueto y sin inhibiciones que desconocía que existía y que sólo ese chico extraño hacía surgir? ¿Qué le hacía sentir deseado como nadie lo había hecho jamás? Tomó un respiro antes de hablar.

──Creo que es una crisis post–cumpleaños ─respondió deseando que se lo creyera.

──Niño, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años, tú tienes 23, hasta podrías ser mi hijo.

──Sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido.. ─él sin duda no deseaba eso, pero fue lo único convincente que se le ocurrió decir.

© Dulce Tentación  |  Spiderduck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora