Capítulo 14: RECUERDOS. PARTE VII

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"Era yo el culpable de que ese ser vivo, móvil y caliente se hubiera vuelto inmóvil, frío y amarillento... Comprendí que esto no podría repararse jamás. Quien no haya pasado por una cosa así, no puede comprenderlo."

LA SONATA DE KREUTZER. Lev Tolstoi

Los dos días siguientes transcurrieron de manera similar a los anteriores, con la ducha matutina, dos comidas al día y la mágica aparición de un tercer libro. La diferencia fue que Malfoy no llegó.

Hermione se reprendió a sí misma por estar preocupada por él, sabiendo que era poco probable que él sintiera la misma preocupación por ella. No había tenido la decencia de avisar, evitando así que ella se angustiara.

Pero... ¿y si le ocurrió algo? Seguía cuestionándose, seguido de otra pregunta inquietante: ¿Qué pasaría conmigo entonces?

En algún momento, Hermione cerró el libro, incapaz de continuar con la lectura. Se acomodó contra la suave almohada, única comodidad permitida en el espacio en el que Malfoy la tenía retenida, imaginando diferentes escenarios en caso de que el rubio no regresara. La terrorífica visión de Bella era solo uno de ellos.

La noche comenzaba a caer cuando escuchó un ruido en la puerta.

Malfoy, pensó. Sin embargo, el movimiento insistente de la manilla no era propio del rubio. Parecía más bien que alguien estaba probando distintos hechizos antes de entrar.

Hermione contuvo la respiración, considerando las posibilidades. Pero nada la preparó para que, al abrirse finalmente la puerta, asomara una rubia cabeza que reconocía bien de Hogwarts: Zacharias Smith.

"Hermione", le sonrió al verla, dejando la puerta cuidadosamente entreabierta detrás de él y acercándose a donde ella estaba. "La Orden me envió para sacarte de aquí".

"Zacharias", intentó sonreír, pero una sensación de culpa impidió que fuera una sonrisa completa. Desde que el Hufflepuff abandonó el Ejército de Dumbledore en sexto año, ella lo había considerado cobarde y hasta un poco idiota.

"El mismo. Me alegra que me recuerdes". Sonrió amable. "En la Orden tenían sus dudas sobre si era el más adecuado para venir por ti", continuó él, acercándose a ella y chocando contra la barrera mágica.

"Es un muro invisible", explicó Hermione, mientras intentaba comprender cómo Tonks o Lupin habían ideado un plan de rescate con Smith a la cabeza. Si Smith se había unido a la Orden recientemente, como todo parecía indicar, era poco probable que lo enviaran solo. Además, Tonks siempre insistía en encargarse de los rescates ella misma. "¿Quién te envió?"

"Me encantaría quedarme a explicar, pero no hay tiempo para eso", prosiguió Zacharias, con sus ojos marrones observando la barrera invisible. "No puede ser", sonrió el rubio de pronto. "Es un Muro de Vesta".

Hermione entrecerró los ojos. Recordaba haber leído sobre ellos en algún libro de hechizos medievales. Era un método de contención utilizado por los magos para castigar a sus esposas, manteniéndolas cautivas e impidiendo que tuvieran contacto con nadie más que ellos. Poco a poco, las imágenes de sirvientes entregando comida a la prisionera recluida tras el campo mágico vinieron a su mente. Ella había considerado la descripción tan bárbara y machista, que se había negado a terminar de leerlo, lo que lamentaba ahora. De haberlo hecho, habría tenido alguna idea de cómo escapar.

"¿Qué sabes de ellos?", preguntó a Smith, quien parecía extrañamente complacido con su descubrimiento. Demasiado complacido para alguien que debería estar preocupado por la posibilidad de que los mortífagos los encontraran. Aunque... Zacharias Smith nunca había sido un ejemplo de buen juicio. O de astucia, pensó Hermione.

MORTÍFAGO (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora