Capitulo 10

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GRABIELA TUTNET

La noche comenzó con brindis y baile. Cada sorbo de las copas quemaba mi garganta y me hizo toser en el primer trago.

Todas bailamos al son de la música de Chris Brown, la canción "Loyal", que nunca había escuchado y ahora me encanta. Nuestras caderas chocan en el poco espacio que hay por la multitud, que también se deleita con el ritmo.

Me siento mareada y Brenda no deja de repartir vasos de licor, mientras Laila nos lleva a una mesa donde habla con el dueño y nos permite tener la mejor posición.

Todas tosemos conteniendo la risa. El limón con sal junto al whisky en un shot se ha convertido en una de mis bebidas favoritas ahora.

La pista se llena con el ritmo de Justin Timberlake y Rihanna, y Rachel baila y canta con toda pasión. Los hombres se acercan para alabar nuestro baile, pero los ignoramos.

Laila, Brenda y Luisa, sin olvidar a la teniente, nos toman de los brazos para salir de la discoteca, todas ebrias y sin rumbo, pero seguramente hacia otro lugar donde también se sirva licor.

Las bebidas que traen los meseros se acaban en menos de dos minutos y todas bebemos como si no tuviéramos un fin.

Brenda es la primera en ser abordada por un chico que la lleva a la pista de baile, donde sus amigos notan nuestra presencia. Todas somos cortejadas por nuestros acompañantes. El hombre de piel morena toma mis caderas para que sus movimientos sean más pronunciados y nuestras pelvis se encuentren.

Su cercanía repetitiva me hace sentir incómoda cuando pasa una mano por debajo de mi vestido. Lo empujo en el pecho, librándome de él. Las chicas siguen bailando con sus parejas como si nada. No armo un escándalo para no arruinarles la noche, sin embargo, el hombre me sigue cuando me dirijo al baño para refrescarme la cara.

Tira de mi brazo para entrar al cubículo, donde intenta tomarme del cuello. No me quedo atrás y le doy un puñetazo en la cara que lo deja sentado en la taza.

Salgo del lugar buscando al grupo de mujeres que están por pedir un taxi. Encuentro a Brenda dormida en la barra, mientras Luisa habla con Simon.

Rachel sigue bailando cuando el encargado del lugar nos informa que está por cerrar. Las chicas bufan y yo trato de mantenerme estable.

Pedimos los taxis y nos despedimos. Brenda, Laila y Alexandra abordan uno y se van.

—Gabriela, ven a casa con nosotras para que no regreses sola a la central —me pide Luisa, y Rachel solo asiente.

No puedo irme con un hombre inconsciente en el baño.

—No puedo, él vendrá a buscarme. Pero gracias de todos modos —respondo, tratando de que puedan irse.

—¿Estás segura? —pregunta Rachel, con la poca cordura que le queda.

—Sí, no se preocupen.

—Bueno, nos vemos. Estoy por morirme de sueño —dice Luisa antes de arrastrar a Rachel hacia el taxi que se aleja del lugar.

Vuelvo a entrar al lugar, aprovechando un descuido del encargado. En el baño no hay nadie. Lo busco en todos los cubículos, incluso en el de hombres, pero el resultado es el mismo.

Salgo por la puerta trasera y tomo mi celular para llamar al coronel lo antes posible, antes de que Rachel llegue a su penthouse.

No responde, lo cual es extraño, ya que no es común en él. En el tercer intento, un golpe en la cabeza me deja aturdida.

La siguiente imagen que veo es la de un hombre al que golpeé, acompañado por tres hombres más. Todo se vuelve oscuro y puedo sentir cómo soy arrastrada.

La conciencia regresa y lo primero que percibo es la figura de tres hombres que tienen armas en la mano apuntándome.

—Está despertando, llama a Bartin —dicen. Al escuchar el nombre Bartin, recuerdo haberlo escuchado antes... Mafia italiana.

Mierda, ¿qué debo hacer ahora?

Los pasos acercándose me erizan los vellos.

—¿Quién es ella? —pregunta uno de los hombres.

No abro los ojos completamente, todo es borroso y el dolor de cabeza me está matando.

—Creo que es Gabriela. Está con nuestra sospechosa.

—Ordené que trajeran a Laila, Johnson, Franco o Banner, no a ella —exige otro, gritando.

—No sé, tal vez ellas se fueron juntas y esta mujer se quedó después de golpear a Mario —dice otro de los hombres.

—Antoni no va a estar contento.

Mis manos están atadas a la silla y me falta calzado.

—Bueno, ¿van a actuar o se van a quedar discutiendo? —digo con ironía.

Barti me bofetea, girándome el rostro. Escupo sangre al piso. Me ha dolido, pero no voy a dejar que me vean afectada.

—A ver qué quieren —pregunto.

Sacan una foto de una mujer vestida con un traje árabe, cabello castaño y ojos cafés, sentada en las piernas de un hombre cuyo rostro no puedo distinguir. Es obvio para mí que es Antoni.

—¿Quién es ella? —exigen.

—No lo sé, nunca la he visto —respondo.

Me golpean de nuevo y me estampan la imagen en la cara.

—¿Estás segura de que no la conoces?

—Totalmente segura —suelto una risa.

—¿Y esta? —me muestra otra foto de una mujer morena con ojos azules.

—¿Qué tiene? —digo incrédula.

Me duele el rostro, pero no voy a decir que son la misma persona. Ellos lo saben, solo quieren que alguien lo confirme.

—No sirve para nada. Mátenla y envíenla al comando con la marca de la mafia —ordena antes de irse por la puerta.

—Linda, debiste responder —dice el moreno.

Le saco la lengua en forma de burla. Me agarran del cuello y el otro saca algo de un maletín; mi cuerpo comienza a temblar y el horror me invade al ver la jeringa que sostiene en la mano.

Me remueven.

—La linda mujer está temblando, ahora sí nos dirás que son la misma persona —dice uno de ellos.

Niego con la cabeza. Leal hasta la muerte.

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Nuevo capitulo. Esperos que les guste.

Gracias por leer y no olviden de votar como también de comentar.

:)

¿Es un sueño? P.P.Where stories live. Discover now