8.- Casamiento

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Aidán se levantó temprano dispuesto a poder entablar una conversación con su futura esposa. Por la tarde se realizaría el matrimonio. No quería llegar hasta el altar sin ser sincero. Le revelaría que se había hecho pasar por otra persona durante el viaje. Le pidió a una doncella que le informara a su prometida, que la esperaba en la biblioteca.

—¿Se puede? —Preguntó desde la puerta abierta, el duque de Kildare.

—Adelante. —Se incorporó para recibir a su futuro suegro.

—Soy el enviado de mi hija y sobrina. Lo siento laird Aidán. En nuestra familia existe la tradición en la que el prometido no puede ver a la novia antes del matrimonio. Es de mala suerte. Así que tendrá que esperar a charlar con ella después de la ceremonia. Si es un asunto importante. Y me autoriza a dar el recado. Yo se lo comunico, sin ningún problema. Hasta le puedo traer la respuesta de Bethany.

Aidán asintió con la cabeza. Se dirigió a la licorera y se sirvió una bebida. «Ahora resulta que no puedo hablar con la que será mi esposa en el momento en el que a mí me plazca».

—¿Le apetece un trago?

—Es muy temprano para mí. Le agradezco. ¿Entonces usted dirá? ¿Necesita mis dotes de mensajero?

—No se preocupe, lord Christopher. Esperaré a charlar con ella hasta después de la boda.

—Laird Aidán, quiero pedirle un favor.

—¿Usted dirá?

—Sé que es un caballero que cuenta con un buen temperamento. Al menos es lo que todos me han dicho. Mi hija; sin embargo, a pesar de ser británica. Tiene el espíritu de una escocesa. Apelo a su buen juicio para ganar su aprecio. Los comentarios del rey Carlos, espero que no fueran echados en saco roto.

Aidán observó el líquido ambarino moverse alrededor del vaso de cristal. Pensaba que Bethany no le había dado esa impresión. Más, sin embargo, acepto su palabra. El duque conocía más a su hija con el trato de 20 años. Que lo que él pudo apreciar en casi 5 días de viaje.

—Aun cuando no deseo contraer matrimonio. Bethany será mi mujer a partir de este día. Es mi responsabilidad el procurar su seguridad y bienestar.

—Le agradezco. No esperaba menos de un caballero como usted.

El duque se retiró de la biblioteca. Mientras Aidán continuaba bebiendo.

Bethany se hallaba muy nerviosa al inicio de la iglesia. Su padre se encontraba junto a ella dispuesto a acompañarla en el cortejo nupcial. Cada paso, le costaba darlo como si calzara piedras, en lugar de escarpines. En el altar se encontraba un caballero alto y corpulento. Solo lo veía de espaldas. Tenía el pelo largo y rubio. Hombros grandes. Era un escocés en toda regla. Portaba un breacan de colores verde, azul y rojo de líneas entre tejidas. El kilt se detenía al parecer por un cinturón de piel. Al ver al varón vestido de esa forma comenzó a temblar y a sentir un asco incontrolable. Cada vez se encontraba más nerviosa. Cuando finalizó el recorrido. El caballero se giró. Recibió su mano helada y temblorosa, entre las suyas, las cuales eran grandes y varoniles. Dejó de prestar atención en la forma en que la sostenía. Pasó a mirarlo a la cara. Él la estaba oprimiendo más de la cuenta. Lo vio y sintió como su alma se salía de su cuerpo. La sorpresa hizo que tirara su ramo de hierbas aromáticas con flores silvestres. Negó con la cabeza desesperada.

Aidán quedó sin habla, apretando su mano con fiereza. No comprendía que era lo que estaba pasando. Se dio cuenta de que la mujer quería zafarse de su agarre. Al parecer pretendía echarse a correr. Levantó el bouquet. Lo puso de nuevo en su mano.

—¿Pero? Qué...

—Ahora no es momento de hacer una escena. "Bethany".

—Yo. Tú...

COMPROMISO TORMENTOSOWhere stories live. Discover now