Para ya.

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A la mañana siguiente me levanté con una jaqueca terrible y con cansancio. La noche anterior había sido un impacto importante en mi vida y me había hecho quedar como un gran idiota. Seguramente la maestra tierra ya le había contado al resto sobre lo que había hecho, seguramente Katara ya habría intentado curarla y su hermano Sokka tal vez ya estaría pensando en cómo atacarme como parte de una venganza. No había sido mi culpa, y sabía que en el fondo la chica también lo sabía. Tal vez si me hubiese hablado en otro momento, uno donde no hubiese estado con la guardia baja y descansando habríamos tenido una mejor conversación. Parecía que ella venía en son de paz, a tratar de hablar, tal vez dialogar sobre mis verdaderos objetivos. Me quedaba claro que no venía a atacarme ni a hacerme daño, más bien era como si se hubiese apiadado de mí, ella creía en mí, y lo arruiné.

Sacudí mi ropa y me fui directo hacia donde estaba el grupo del avatar. Ya que me sentía culpable por lo que había pasado trataría de arreglar las cosas. Tal vez esta vez sí querrían tenerme de prisionero y, aunque era humillante, parecía ser la única forma de acercarme a ellos y ganarme su confianza.

Emprendí entonces mi camino hacia el Templo del Aire, y cuando estaba por llegar a la pequeña explanada donde había tenido mi primer encuentro con el grupo avatar, noté que en la parte de la orilla del risco, muy cerca de ellos, se encontraba asechando el asesino que había contratado antes para cazarlos. Ese tipo no parecía rendirse nunca, pero tenía que detenerlo. Sus objetivos ya no me eran importantes, ya no buscaba acabar con el Avatar, ahora mi misión sería salvarlo.

Subí por el risco como pude, tratando de ser veloz. En algún momento sentí que caería, pero no fue así. En cuanto tuve a la vista al asesino, corrí hacia él. Me percaté que estaba apunto de usar ese rayo que salía del tercer ojo que tenía en la frente. Me aventé hacía su cuerpo para que no diera al blanco y ambos caímos sobre el suelo. Me levanté furioso, dispuesto a defender a aquellos chicos a los que yo mismo había condenado a sufrir un infierno gracias a este tipo tan molesto.

— ¡Alto! — le grité —. Ya no quiero que persigas al Avatar. ¡Se cancela la misión! — corrí hasta estar frente al asesino para evitar que siguiera lanzando rayos hacia los demás —. ¡Te ordeno que te detengas!

El tipo me aventó hacia un lado del risco, con una fuerza tan fuerte con la que no pude pelear. Caí al suelo y eso me desoriento, a la vez que me hizo sentir rabia. El asesino logró lanzar un rayo más hacia el Templo, yo esperaba que en verdad no le hubiese dado a nadie. Me levanté corriendo, nuevamente con la intención de detenerlo. Estaba dispuesto a usar mi fuego control de ser necesario.

— ¡Si continuas atacando no te pagaré! — fue lo mejor que se me ocurrió decir en el momento. El asesino sólo logró detenerme con una mano para evitar que pudiera atacarlo —. Está bien, te pagaré el doble si paras.

Al notar que no me hacía caso me safé de su agarre y lo pateé en el cuerpo. Esto lo hizo enfurecer ya que desvió uno de sus ataques. Al menos ahora tenía su atención, ya que me miró muy molesto y me lanzó un rayo en específico a mi. Yo hice una barrera de fuego para poder evitar que su ataque me hiciera daño, pero la fuerza de ese rayo era tan fuerte que me hizo arrastrar por el borde del risco hasta caer. Alcancé a agarrarme de una de las raíces que colgaban de la piedra y me aferré para poder subir. Necesitaba frenarlo antes de que fuera tarde, aunque eso implicara que me hicieran daño.

El asesino atacó a Aang porque él utilizó su aire control para defender a los suyos. Cuando menos me di cuenta, ambos ya estaban en la explanada teniendo un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. A su vez, fue ayudado por la joven maestra agua, quien usó su agua control para lanzar dardos de hielo contra su cuerpo. Eso fue un excelente distractor ya que todos se perdieron de su vista justo después. Claro, eso no le hizo gracia al asesino, quien empezó a disparar por toda la explanada. Me concentré tanto en subir por las ramas que en realidad no pude ver ni hacer nada más, pero noté que él fue quien cavó su propia zanja al romper parte de la estructura del Templo del Aire, cayendo por un abismo sin fin. Hecho eso, al fin pude escalar y acostarme en el piso de la explanada unos segundos.

Tierra firme al fin.

...

Me levanté después de unos segundos y caminé hacia el resto del grupo. Pensé que algo malo pasaría, pero no fue así.

— No puedo creer que esté diciendo esto pero... gracias Zuko — dijo el Avatar, incrédulo.
— Oye, ¿y qué hay de mí? — renegó Sokka —. Yo hice lo del Boomerang.
— Escuchen — interrumpí —, está claro que ayer no me expliqué bien. He vivido muchas cosas, ha sido duro, pero me doy cuenta de que tenía que pasar por todo eso para conocer la verdad. Pensé que había perdido mi honor y que mi padre podría devolvermelo, pero ahora sé que nadie puede darte tu honor, es algo que se gana por uno mismo al elegir hacer lo correcto. Ahora sólo quiero participar en el fin de esta guerra, y sé que mi destino es ayudarlos a recuperar el equilibrio del mundo — miré a la joven maestra tierra y le hice una reverencia —. Lamento lo que te hice, fue un accidente. El fuego es peligroso y salvaje, así que como maestro fuego debo ser más cuidadoso y controlar mi poder, para no herir a la gente sin intención.
— Creo que estás destinado a ser mi maestro fuego control — dijo el Avatar —. Cuando ese fuego control llegó por primera vez lastimé a Katara, y nunca más quise hacer fuego control de nuevo. Pero ahora sé que entiendes lo fácil que es herir a la gente que amas — hizo una pausa para hacerme una reverencia, una sincera y firme reverencia —. Quisiera que tú me enseñaras.
— Gracias — correspondí a la reverencia con una reverencia igual de noble y real —. Me alegra mucho que me aceptes en tu grupo.
— ¡No tan rápido! — interrumpió el Avatar —. Debo preguntarle a mis amigos si están de acuerdo. Toph — se dirigió a la menor —, Zuko te quemó los pies, ¿qué opinas? — ella meditó su respuesta antes de hablar.
— Déjalo que entre — dijo al fin —, me dará tiempo suficiente para vengarme por haber quemado mis pies — al menos no perdió su esencia.
— ¿Sokka? — se dirigió el Avatar al mayor. También pareció meditar su respuesta, aunque parecía un poco en desacuerdo.
— Oye, yo sólo quiero derrotar al maestro del fuego. Si crees que es la forma de hacerlo, estoy de acuerdo.
— Katara... — la voz del Avatar sonaba triste, estaba seguro de que ella era la que menos estaría de acuerdo con este plan, después de lo que había pasado en Ba Sing Se. La miré y podía sentir furia y decepción en su mirada, en verdad no creía en mí. Meditó su respuesta bastante tiempo.
— Te apoyaré en lo que creas correcto, Aang — dijo al fin.
— No los defraudaré, lo prometo — dije con tono alegre, pero todos me dieron la espalda y se retiraron del lugar. Sabía que aún no tenía su plena confianza, pero sería un duro camino por forjar una mejor amistad con todos, era mi misión más importante ahora.

Como una chispa | Zukka Donde viven las historias. Descúbrelo ahora