Capítulo 1

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Siento una profunda añoranza por simplemente vivir y experimentar la normalidad que anhelo, pero al mismo tiempo me abruma la culpa que siento por perseguir ese sueño. ¿Por qué debo cargar con el peso de ser tachado de egoísta cuando todo lo que deseo es encontrar paz y normalidad?

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By: GE-Green

 Entre sueños, podía escuchar voces sofocadas. ¿Qué estaba pasando? Aunque las palabras estaban distorsionadas por la pérdida de conciencia y juicio, sabía que algo malo estaba pasando. Movió ligeramente la cabeza emitiendo un gemido quejumbroso. Hubo siseos que reclamaban silencio por parte de alguien, seguidos de murmullos. Sus párpados se abrieron y la inconsciencia fue abandonando su cuerpo entumecido.

Las voces se detuvieron abruptamente. Parecían ser conscientes de que él despertaba.

Las manecillas del reloj resonaron por toda la habitación, el único sonido del lugar. Abrió lentamente los ojos. Parpadeó varias veces, tratando de despejar la bruma del sueño. Sin embargo, lo que vio no era familiar en absoluto. Se encontraba acostado en una cama extraña, en una habitación que no reconocía. Los muebles eran distintos, las paredes de un color desconocido.

—Vaya, el favorito ya despertó —una voz femenina y burlona llamó enteramente su atención. Ella sonreía burlonamente hacia él.

La mujer era intimidante, cabello rubio plateado y rizado y corto hasta la altura de su mandíbula. Sus ojos, profundos y enigmáticos, eran de un negro tan intenso que parecían absorber toda la luz a su alrededor, como dos joyas negras incrustadas en su rostro y sus labios eran de un carmesí intenso, perfectamente delineados. Llevaba puesto un vestido negro, elegante y sofisticado, que se ajustaba a la perfección a su esbelta figura, resaltando cada curva con sutileza y elegancia. En ambas orejas llevaba puestos pendientes de oro con formas de ramas y hojas, exaltando su bello rostro.

El niño jamás había visto una mujer tan hermosa y aterradora como ella.

—Suficiente, Solara —Dijo una voz tranquila, proveniente de un hombre al otro lado de un escritorio. Dejó caer la pluma mientras observaba de reojo a la furiosa mujer.

—¡Pues digo la verdad!

—¡Dije, suficiente!

Los ojos del hombre parecieron adquirir una frialdad que hizo detener abruptamente las quejas de la mujer. Se levantó de su silla y su altura avergonzó a la mujer. Su figura era imponente; hombros anchos, ocultos bajo un traje negro de tres piezas y una camisa blanca. Su pelo, al igual que su traje, era de color negro ligeramente largo y peinado hacia atrás con algunos mechones cayendo por su sien y frente, y sus ojos castaños, casi rojizos.

—¿Entonces por qué es tan diferente a nosotros? —Solara masculló.

—¿Por qué crees eso? —Kaan esperó una respuesta. Su semblante era estoico.

Solara emitió un chasquido, profundizando su ceño. Miró nuevamente al niño, quien lo observaba con grandes ojos confundidos pero también asustados.

El Circo de Hillsey Fairweather © Obra original (Editado)Where stories live. Discover now